Enojada con Bergoglio, la Presidenta no iba al templo porteño desde 2006. Como parte de su acercamiento al ahora Papa, asistió a la homilía del arzobispo Poli y retomó sus palabras por la tarde.
El gabinete nacional llegó temprano y varios funcionarios aprovecharon el contexto eclesiástico para mostrarse amigables con quienes mantienen serias diferencias en la gestión diaria. Juan Carlos Fábrega, titular del Banco Central, que había quedado en la fila ocho, minutos antes del inicio del Tedeum se sentó dos filas más adelante junto al vocero presidencial Alfredo Scoccimarro y se saludó con el ministro de Economía, Axel Kicillof. El titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, no se movió de su asiento en la fila diez. Amado Boudou fue el último en ingresar antes de la llegada de Cristina. Caminando apurado por la alfombra principal por su tardanza, el vice, cada vez más complicado judicialmente, sólo se acercó a saludar a Kicillof; después se dirigió a su asiento designado en primera fila. César Milani, jefe del Ejército y también con problemas en Tribunales, quedó en la misma fila que el actor Gerardo Romano.
La Presidenta, vestida de blanco, con zapatos negros y cartera haciendo juego, fue recibida en las escalinatas de la Catedral por Poli. Antes de ingresar, saludó a lo lejos a la militancia K que la esperaba en la Plaza. Caminaron juntos hasta el Mausoleo del General San Martín, depositaron una ofrenda floral, y después Cristina se dirigió al lugar que tenía asignado, a la izquierda del atrio principal. Durante el trayecto, intercambió palabras con el arzobispo y hubo un momento de risas entre ambos.
En la fila de al lado ya estaba ubicado el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri.
Por momentos, la Presidenta se mostró emocionada. Nunca sacó la mirada del atrio principal ni dejó de prestar atención al discurso de Poli, quien llamó a construir una Patria en paz y pidió atender a los “más vulnerables”.
Durante los más de 20 minutos de lectura, el representante de la Iglesia citó al Papa Francisco por su reiterado pedido de diálogo . “Nosotros somos invitados a refundarnos en la soberanía del amor simple y profundo.
Hoy se apuesta al diálogo o todos perdemos ”, mencionó Poli, recordando las palabras de Bergoglio en su último Tedeum en la Catedral al que, como desde 2006 cuando se enojaron con sus homilías, no habían concurrido los Kirchner.
El arzobispo remarcó que a lo largo de la historia argentina, “ los momentos de desencuentros se han superado con originales y creativos encuentros de diálogo. Así, partiendo de lo que tenemos en común, se resolvieron las divergencias, crisis y enfrentamientos”, señaló ante Cristina, que seguía sus palabras con gesto adusto.
Cuando a la Presidenta le tocó leer la Oración por la Paz, fue donde más emocionada se la notó. Durante la lectura de las últimas líneas, se le quebró la voz: “Porque dando, se recibe; perdonando, se es perdonado; y muriendo, se resucita a la Vida Eterna”.
La Misa Criolla interpretada por Patricia Sosa distendió el clima al final. La Presidenta se animó a acompañar cantando algunas estrofas del “Gloria” de la obra de Ariel Ramírez. Aplaudió fervorosamente a los músicos y se levantó, ya finalizando el Tedeum, para recibir el saludo de los representantes de distintos cultos.
A su salida de la Catedral, la esperaba una combi con parte de su gabinete. Partieron hacia la Casa Rosada, donde recibió el saludo de funcionarios y autoridades de la diplomacia extranjera.
De allí se fue a la Quinta de Olivos, para regresar por la tarde y hablar en la Plaza de Mayo, donde r etomó las palabras de Poli y se mostró dialoguista y abierta a la unidad nacional, aunque con límites.
El retorno de la Presidenta a un Tedeum se realizó en una semana donde hubo idas y venidas sobre la carta proveniente del Vaticano. La resolución del confuso suceso, mostró el nuevo camino de buen diálogo entre el Gobierno y la Iglesia.
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