La presidente Cristina Fernández sorprendió con un “lo vamos a hacer” este martes de inauguración del modesto tramo ferroviario entre Neuquén y Cipolletti.
Se refirió, sí, nada menos que al Ferrocarril Trasandino, un proyecto añejo y casi maldito, que alguna vez fue calificado, por el sector que la misma Presidente lidera, como las vías a la nada.
El Tren Trasandino por Neuquén, es un proyecto de principios del siglo pasado, cuando recién las vías habían llegado a Zapala, lugar que solo pudieron superar durante el gobierno de Jorge Sobisch, del MPN, cuando, un centenar de años después de aquella hazaña inicial del progreso, el gobierno neuquino, en un alarde de prepotencia hacia la iniciativa, colocó unos cuantos kilómetros más de vías nuevas hacia Las Lajas, hacia la frontera con Chile.
El Trasandino entre Zapala y la chilena Lonquimay es un proyecto que durmió en los laureles mucho tiempo, al amparo de la necesidad de enfatizar la comunicación de cargas barata entre el Atlántico y el Pacífico. Durante la ahora calificada como segunda década infame, la del ’90, tuvo algún conato de concreción, aunque siempre resultó difícil y lejana, fundamentalmente porque necesita de la acción mancomunada de los intereses privados y comerciales de Chile con los de Argentina, mucho más colonizados por el aparato estatal y sus caprichosas inversiones.
El gobierno de Jorge Sapag mantuvo el proyecto del Trasandino con un perfil muy bajo. Siempre prefirió mencionar la comunicación multimodal: tren y camiones, con Chile. Fue coherente en no alimentar sueños que para él no podrían concretarse sin la decisión firme al respecto del gobierno nacional.
Este martes, al inaugurar el tramo Neuquén-Cipolletti del tren interurbano (poco más de cinco kilómetros), Cristina Fernández dijo, después que el propio Oscar Parrilli mencionara aquel proyecto del Trasandino, que “lo que vos mencionabas del Trasandino es una tarea pendiente que tenemos”, y no dudó en afirmar que “lo vamos a hacer, la próxima que viene”.
En la estación de Neuquén, escuchaban, tratando de mantener el gesto austero, el propio Parrilli y la vicegobernadora Ana Pechen.
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