A doce días de asumir la presidencia, Alberto Fernández sigue sin poder definir su gabinete. Cuando parecía un hecho que Carlos Caserio y Diego Gorgal se harían cargo de Transporte y Seguridad, respectivamente, una jugada de Cristina Kirchner los dejaría fuera de carrera.

La información que circulaba en las últimas horas fue confirmada de manera muy curiosa por el propio presidente electo. Fernández respondió desde su cuenta oficial de Twitter al portal El Disenso revelando que Gorgal "no va a ser ministro". Y agregó: "ojo que lo de Caserio no está seguro. Cristina le pidió que siga en el Senado".

Fernández, que se había divertido durante la noche del miércoles saludando a seguidores tuiteros, borró a los pocos minutos el mensaje. Pero ya era tarde. Después de semanas de hermetismo sobre el gabinete, la forma de comunicar la noticia sobre Caserio y Gorgal fue, de mínima, llamativa.

El tuit de Alberto

El futuro de Caserio sigue siendo un misterio. Cuando se daba por hecha su mudanza al Ministerio de Transporte, en las últimas horas Cristina volvió a patear el tablero y le ofreció al cordobés que se haga cargo de la estratégica comisión de Presupuesto y Hacienda del Senado, un lugar clave en el reparto de recursos para las provincias.

El giro es sorpresivo porque la propia ex presidenta había forzado su salida de la Cámara alta para lograr la unidad del peronismo y armar un bloque unificado con quórum propio. Con ese objetivo logrado y Caserio ya enfocado en Transporte, ahora Cristina pidió que se quede. El senador avisó que responderá este jueves.

The Crown

Los cambios revelan -confirman, en rigor- que las decisiones finales en el nuevo esquema de poder las toma Cristina, como adelantó LPO. En los hechos, lo que hizo la vicepresidenta electa fue desconocer el ofrecimiento que había realizado el presidente electo. Uno más desde que regresó de Cuba y citó a Alberto a su casa para imponerle su sello con vetos en el gabinete y giros en decisiones importantes como el armado en el Congreso.

Según supo LPO, la decisión de bajar a Gorgal del gabinete también fue de Cristina Kirchner o su entorno más cercano. El experto en temas de Seguridad era uno de los "confirmados" desde hace semanas y ahora es un misterio quien ocupará esa cartera.

Gorgal sufrió la semana pasada una operación muy fuerte de un destacado dirigente del kirchnerismo que fue al Instituto Patria y lo acusó de ser socio de Patricia Bullrich. Lo hizo en base al solo hecho de que dio clases contratado por el actual Ministerio de Seguridad. Alcanzó para que lo vetaran.

Este miércoles Santiago Cafiero citó a Gorgal y le comunicó la noticia, de una manera que deja entrever el estrecho margen que tiene Alberto Fernández para imponer sus decisiones. "En las actuales condiciones de la coalición lo tuyo en Seguridad no va a poder ser", le dijo el posible futuro jefe de Gabinete, según contaron fuentes al tanto de la negociación.

Los cambios revelan -confirman, en rigor- que las decisiones finales en el nuevo esquema de poder las toma Cristina. En los hechos, lo que hizo la vicepresidenta electa fue desconocer el ofrecimiento que había realizado el presidente electo

Cafiero le ofreció lugar en alguna secretaría, a lo que Gorgal respondió que no está buscando trabajo y que la posibilidad de que se haga cargo del ministerio era en el marco del acuerdo con Massa, por lo tanto cualquier nuevo ofrecimiento debería ser discutido con el tigrense.

El veto a Gorgal impactó muy fuerte en el Frente Renovador. La decisión de bajarlo plantea un problema porque Massa se queda sin ministros propios y fue una parte importantísima del acuerdo del Frente de Todos. No se descarta que el hecho puede tener algún coletazo serio en la alianza entre Massa y Fernández.

El ex intendente de Tigre estaba muy interesado en Seguridad porque quería que esa área sea su marca fuerte en el gobierno de Alberto. Massa estaba redactando una ley para crear el Consejo de Seguridad y que el responsable tenga mandato de 6 años y sea nombrado en acuerdo con la oposición, con la idea de que la seguridad sea una política de Estado separada de la discusión partidaria.