La ex Presidenta y el jefe de La Cámpora analizan recluidos en la patagonia el escenario electoral en contacto con Buenos Aires. El antecedente 2015 y la incertidumbre: “No sabemos nada”, dicen en el peronismo. El financiamiento y el parecido con Patricia Bullrich.
Por: Federico Mayol.
El teléfono de Fernando Espinoza sonó cerca del mediodía. Era el sábado 20 de junio del 2015, faltaban casi 12 horas para el cierre de listas. El matancero todavía negociaba su precandidatura a gobernador bonaerense: la tarde anterior, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, se había adelantado desde Casa Rosada en compañía de Martín Sabbatella, su flamante compañero de fórmula, y Julián Domínguez esperaba ser bendecido como el otro postulante en la primaria provincial. Fue en ese momento que Cristina Kirchner marcó el número del intendente de La Matanza: “Por favor”, le pidió la presidenta. Al rato, los medios anunciaban la fórmula Domínguez-Espinoza, que sería oficializada por la tarde en un bar de San Justo, en el corazón de la tercera sección del Gran Buenos Aires.
En la semana, al filo del cierre, Daniel Scioli, ungido por el kirchnerismo como el candidato de ese sector para competir en las PASO frente a Mauricio Macri y Sergio Massa, había presentado su binomio junto a Carlos Zannini, una experiencia agridulce que el ex motonauta recordó este mes con una frase sincera ante un amigo que ahora lo acompaña en su nueva aventura: “Carlos siempre estaba con cara de culo”. Florencio Randazzo, el otro aspirante a la Presidencia, saboreó entonces la derrota y entendió que, frente a la decisión de Cristina Kirchner, no tenía más alternativa que bajar su postulación. Nadie discutía a la jefa. El resultado fue traumático. Ganó Macri. Y ganó María Eugenia Vidal, una dirigente sin trayectoria en territorio bonaerense que cortó con la hegemonía del peronismo.
Ahora, tampoco nadie pone en tela de juicio el liderazgo de la ex Presidenta, pero ocho años después de esa derrota, y dos décadas más tarde del desembarco de Néstor Kirchner en Buenos Aires -una efeméride que recrudeció la guerra interna entre Alberto Fernández y la plana mayor del cristinismo-, el kirchnerismo se sumerge de nuevo en una crisis que, paradójicamente, vuelve a tener a Scioli en el centro de la escena, esta vez como el villano de una saga que Cristina y Máximo Kirchner analizaban cómo enfrentar por estas horas desde el sur del país, un retiro patagónico que hasta este domingo mantenía en vilo al PJ.
“Nadie sabe nada, esa es la verdad”, reconoció este viernes a Infobae un experimentado dirigente camporista.
Daniel Scioli firmó su precandidatura presidencial este sábado
En la semana, había circulado la versión de la preparación de un supuesto video que la ex Presidenta tenía previsto filmar en El Calafate para ventilar este martes en sus redes, cuatro días antes del cierre de listas; un trascendido que, de confirmarse, despojaría de toda mística al sistema de decisiones de la familia Kirchner, que hasta ahora mantuvo bajo siete llaves las definiciones más trascendentales del espacio.
Todas las fuentes consultadas por este medio se declararon en crisis. Es decir, hasta este fin de semana no había en el seno del PJ y de La Cámpora muchas más señales y operaciones que las ya conocidas hasta ahora en torno a la candidatura presidencial principal de Unión por la Patria: Eduardo “Wado” de Pedro y Sergio Massa, en primer lugar, y Axel Kicillof, en un segundo escalón, seguían en el podio de la danza de nombres del oficialismo. Sí había, según confiaron, un dato sugestivo proporcionado por las usinas massistas: el líder del Frente Renovador tenía prevista para este sábado por la noche una reunión sugerente que, de concretarse, podía terminar de definir el futuro electoral del ministro.
En el tradicional riñón K se mencionaban en ese sentido, en la tarde de este sábado, dos posibles binomios: Massa-De Pedro, por un lado, y Scioli-Juan Manzur por el otro. Se trata, por ahora, solo de ensayos electorales que arrojaban, a una semana de la definición final, una hipótesis inquietante: la posibilidad de una interna descarnada y un escenario que el ministro de Economía siempre trató de desacreditar bajo el paraguas de la “unidad” y el potencial riesgo de un “lunes negro” posterior a las PASO. Hace algunas semanas, en una reunión en Manhattan del principal grupo de operadores de mercado para las economías emergentes (Trade Asociation for the Emerging Markets) se habló de la situación argentina, y se descartó un giro brusco post primarias. Entre sus miembros hay grandes fondos de inversión y bancos internacionales
Antes de viajar primero a Río Gallegos y después a El Calafate, la Vicepresidenta sí había bajado frente a todos los interlocutores que la visitaron en estas últimas semanas un mensaje unívoco: la fidelización de las listas legislativas. Cristina y Máximo Kirchner quieren, como adelantó este medio en la semana, un Congreso de leales a partir del 10 de diciembre. La discusión en torno al reglamento interno de las primarias, especialmente en la provincia de Buenos Aires, y en particular por los avales, lleva esa premisa. Es el artilugio legal con el que la ex Presidenta y el jefe de La Cámpora quieren acorralar al scioli-albertismo.
“Máximo dio la indicación a los apoderados que los avales estén a disposición de todos y eso no sea problema. Es cierto que en el sur no atendió algunas llamadas que se le hicieron: la tensión respecto a estar escondiendo el reglamento de PBA era algo difícil de disimular”, abundaron desde el búnker sciolista. La desconfianza, como en la oposición, es total.
El sábado 10, las horas previas al deceso formal del Frente de Todos, Scioli y el jefe de Estado cenaron con un grupo de colaboradores en Olivos. El embajador en Brasil adelantó que al otro día recibiría en La Ñata a Martín Guzmán para almorzar y jugar a la paleta, y que lo quería al ex ministro cerca suyo para la campaña. Uno de los comensales le sugirió que, para no exacerbar los ánimos -Guzmán es mala palabra en el campamento K-, no levantara mucho el tema. Scioli escuchó el consejo, pero algo pasó porque la información se filtró rápidamente junto a los coqueteos del ex gobernador bonaerense con Sergio Berni, una serie de conversaciones que el ministro de Seguridad provincial, otra vez muy cerca de la ex Presidenta, dejó correr como estrategia de negociación interna.
“Hemos decidido aceptar la propuesta hecha por el sector encabezado por Daniel Osvaldo Scioli y Alberto Ángel Fernández”, comunicó, enojado y solemne, en la tarde noche del miércoles Máximo Kirchner como jefe del PJ bonaerense, un documento que sorprendió al sciolismo y a los intendentes del Gran Buenos Aires, desorientados por la resistencia de un Scioli que se divierte y que no tiene nada que perder. Este sábado, el ex motonauta firmó su precandidatura por la corriente interna “Unidos Triunfaremos”, el paso previo a la presentación formal.
Con la Vicepresidenta recluida en El Calafate, en el kirchnerismo se preguntan si ella ordenó o no desactivar la postulación del ex motonauta: “Si quieren, ocúpense ustedes de bajarlo”, dicen que dijo Cristina Kirchner que, según trascendidos, se pronunció sin embargo en privado en favor de una lista de unidad.
Kirchner, cuya capacidad de negociación y de liderazgo empieza otra vez a ser observada con cierto desdén por un sector del peronismo, dejó desde el miércoles a su secretario, Joaquín, y a su operador bonaerense Facundo Tignanelli al frente de las conversaciones presenciales, y se embarcó al sur del país, fastidiado con “el sector encabezado por Daniel Osvaldo Scioli y Alberto Ángel Fernández”. “Las reglas no son caprichos de nadie”, insistió el jefe del PJ provincial en la noche del viernes. La respuesta corrió por cuenta de Aníbal Fernández, el apoderado de Scioli: “Siempre se manejaron con caprichos”, tiró sobre La Cámpora. “Para eso me contrataron: para hacer quilombo”, le había confesado a un dirigente el ministro de Seguridad.
Afiche de Daniel Scioli y Victoria Tolosa Paz
En el medio de las negociaciones, Victoria Tolosa Paz, la precandidata a gobernadora bonaerense que le dio al ex motonauta un impulso extra en la provincia de Buenos Aires, intercambió una serie de chats mientras Kirchner se aprontaba para viajar al sur. Es una de las dirigentes que habla con todos los sectores. El otro es Juan Manuel Olmos, un armador todoterreno que hace rato pregona una lista de unidad, de ser posible, detrás de Massa. “Eso lo vamos a discutir en la campaña”, contestó en un momento, ofuscado, el jefe camporista a la ministra. Este viernes y sábado, el intercambio siguió.
“Están en permanente comunicación, más allá de que no hay acuerdo en la forma en que se están haciendo las cosas”, explicaron.
A una semana del cierre de listas, el kirchnerismo no esperaba contar con este nivel de resistencia interno sostenido por lo bajo por un Presidente que dice desentenderse de la contienda, y sin una estrategia definida en torno a la oferta electoral de ese sector. En el entorno del ministro del Interior era hasta este domingo, según las fuentes, dónde se concentraba la mayor expectativa: hasta dejaron trascender un documento con 16 argumentos con las razones por las que “‘Wado’ es un buen candidato”. “De Pedro y Milei son las únicas novedades en esta campaña, en una sociedad demandando un cambio”, esgrimieron sus colaboradores, según el texto.
“Daniel está muy tranquilo y enfocado”, lo retrató a Scioli un dirigente que lo vio en estos días. Tolosa Paz también, según las fuentes. Enrique “Pepe” Albistur, un histórico del peronismo -pareja de la funcionaria-, riega a diario el proyecto: este sábado, lideró la pegatina de afiches con el eslogan “el peronismo vuelve a enamorar”. “Nos impresiona la cantidad de compañeros que se acercan de todos lados y quieren participar, por eso este afiche es una celebración de eso que está pasando”, comentaron, como para mojar la oreja, cerca de Albistur.
Dicen que el publicista le envió un mensaje a la ex Presidenta, que no logra que le caiga simpática la ministra de Desarrollo Social, y que no fue contestado. Con Máximo Kirchner tiene una relación un tanto más fluida.
En ese contexto, lo que inquieta transversalmente en el peronismo, incluso en el retiro de El Calafate de la familia Kirchner, es si, como dicen, la de Scioli es una aventura unipersonal de corto alcance y una suerte de revancha albertista por estos años de enfrentamiento interno o si, por el contrario, existe algún dispositivo que, tras bambalinas, empuja la candidatura del embajador. Por ejemplo, un grupo de los gobernadores. En el búnker sciolista juran que ya tienen comprometidos los fondos para la impresión de boletas y que llaman muchos más interesados de lo que trasciende. Por caso, un sindicalista de peso levantó el teléfono desde Europa para enviar su apoyo.
Es, según brota desde el campamento opositor, lo que definitivamente sucede con Patricia Bullrich, con quien Scioli evidenció esta semana una singular simpatía y que hasta el año pasado asomaba como la precandidata presidencial de Juntos por el Cambio menos atractiva para el círculo rojo en comparación a Horacio Rodríguez Larreta, un dirigente moldeado por y para el sistema.
Ya hace algunos meses que algunos de los principales empresarios del país empezaron a frecuentar a la ex ministra de Seguridad y sus colaboradores, y a pedir el tarifario de la campaña. “Los más tiburones que apostaron por Horacio fueron los primeros en venir”, confesó a este medio un asesor que acompañó a Bullrich a la reunión del miércoles con la cúpula de AEA.
Uno de esos empresarios que la escuchó colaboró por el momento, según las fuentes, con unos 3 millones de pesos. Pesos, no dólares. Y que ahora, según trascendió, está dispuesto a desembolsar más fondos. Una pesadilla que atormenta a Rodríguez Larreta.
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