Por Demetrio Iramain
En la sede de la central nuclear Atucha II, la mandataria profundizó el salto cualitativo expuesto un día antes con el envío de sendas cartas diplomáticas a EE UU e Israel, en las que les exige no entrometerse en los asuntos internos de nuestro país.
Sin dudas, más relevante que la marcha golpista de ayer, convocada por segmentos corporativos del Poder Judicial y rutilantes dirigentes opositores, fue el discurso de la presidenta pronunciado en Zárate. Allí, Cristina redobló la apuesta, no se amedrentó ante la creciente tensión del escenario público y apuntó alto. "Puedo ir ahí, pararme enfrente y decirles que en la Argentina impera la ley y que ningún argentino puede ser encarcelado si no es por la orden de un juez. O condenado con sentencia firme", señaló, en referencia a los países donde existen cárceles clandestinas y cuyos gobiernos no trepidan en lanzar misiles contra la población civil. Quien quiera oír que oiga.
En la sede de la central nuclear Atucha II, la mandataria profundizó el salto cualitativo expuesto por el canciller Héctor Timerman un día antes, cuando envió sendas cartas diplomáticas a Estados Unidos e Israel, en las que les exigió no entrometerse en los asuntos internos de nuestro país, porque "el pueblo argentino no tiene que tolerar, y mucho menos sufrir, que su país sea un teatro de operaciones políticas, de inteligencia, o peor aún, de hechos y acciones más graves, por conflictos que le son completamente ajenos".
A Cristina siempre le gustó discutir con los titulares, no con el banco de suplentes que le ponen en las listas electorales. O en la servil justicia argentina.
Evidentemente, existen intereses geopolíticos que juegan su partida por detrás del caso Nisman. Sus operadores locales se encuentran entre lo más granado del capital nacional (desde industriales hasta consorcios mediáticos), pasando por jueces y fiscales afines. El mundo asiste impasible a un nuevo intento por parte del imperialismo norteamericano de retomar el viejo orden mundial y perpetuar su división internacional del trabajo. Desde luego, en ese mezquino esquema Argentina no puede aspirar a la soberanía energética, ni hacer alianzas estratégicas que le permitan dejar de ir siempre de punto.
Al gobierno no le perdonan los acuerdos con China, el acercamiento a los BRICS, las relaciones con Rusia y su rol determinante en la creciente integración latinoamericana. Tampoco, un pacto de entendimiento con Irán, absolutamente soberano, y proyectado sin la venia previa del país patrón del universo ni de los influyentes capitales multinacionales, financieros especialmente, desafiados por Cristina nada menos que en la ONU, cuando planteó el debate por la reestructuración soberana de la deuda externa, asumiendo un liderazgo internacional totalmente insoportable para algunos. Desde ayer, el kirchnerismo sumó otra cucarda: su autonomía en la producción de uranio enriquecido, aunque con fines pacíficos.
El movimiento imperial es engañoso. Mientras Obama se aproxima a Cuba, los halcones redoblan su presión sobre Venezuela, miran expectantes los hechos en Brasil y dejan ver su larga mano en los acontecimientos que sacuden el verano argentino.
PARAGUAS POR CACEROLAS: ¿Cuánto falta para que Mariano Grondona repita con el fiscal Marijuan el mismo diálogo que tuvo con Hugo Biolcati, en televisión, en 2008? "No sé qué va a pasar después del 28 de junio" (día de las elecciones legislativas), deslizó entonces el periodista, antes de ironizar: "Hay un señor que se llama Cobos, ¿no? Dicen que es vice". Segundos antes, el por entonces presidente de la Sociedad Rural había diagnosticado, cáustico y sombrío, que los próximos dos años de gobierno serían "muy duros".
A propósito, cuando la Corte Suprema declaró inconstitucional la ley que establecía la elección popular de los miembros del Consejo de la Magistratura, el tribunal señaló que "la ley contraría la imparcialidad del juez frente a las partes del proceso y a la ciudadanía toda, pues le exige identificarse con un partido político mientras cumple la función de administrar justicia".
¿No están contrariando la debida imparcialidad frente a las partes del proceso y la ciudadanía toda, los fiscales que convocan a una marcha antigubernamental y junto a dirigentes de la oposición? ¿Por qué la Corte Suprema no dice nada al respecto, ni siquiera un gesto críptico, una foto cifrada, como suele hacer Ricardo Lorenzetti?
La marcha de ayer es el nuevo estadio al que arribó el plan desestabilizador. El segmento social interpelado por los convocantes volvió a ser el sector medio de los centros urbanos, descontento con las políticas de inclusión social. Esta vez cambió cacerolas por paraguas, pero es la misma gente.
Sus convocantes se vistieron de víctimas, y apelaron al silencio como recurso dramático. Uno de los fiscales que la promovió dijo que quien "más propició la marcha es el gobierno con sus críticas", y agregó que si algún representante del kirchnerismo fuera al 18F sería "una señal de concordia, y yo la voy a aplaudir". "Con un pésame presidencial no había marcha", dijo otro. Mentira.
Cuando Alejandra Gils Carbó asistió al velorio de Nisman fue agredida mientras ingresaba al lugar, al tiempo que los grupos de manifestantes opositores reunidos en la puerta rompían la corona de flores enviada por la Procuración. ¿Hubo alguna voz de condena entre la vocinglería compungida y golpista de estos días? ¿Algún fiscal de entre los cinco compadritos se golpeó el pecho ante tamaña muestra de intolerancia? Nada. Ni uno solo. La marcha de ayer sin dudas se hubiera hecho igual.
La insólita denuncia de Nisman, su muerte y la posterior salida entre histérica y aturdida de la gente a la calle, son parte de una urdimbre planificada con antelación, y totalmente complementarias una de la otra instancias.
¿Hasta dónde piensa llegar esta gente? Hasta lo que dé. Ayer, mientras se debatía el dictamen de la nueva ley de Inteligencia, Elisa Carrió dijo que debía investigarse la conexión local del atentado porque eso "conduciría a militantes de los setenta formados en Beirut". Traducción: fueron los ayer militantes de la Tendencia que hoy forman parte del kirchnerismo. Así, como al pasar, la diputada le subió el precio a la denuncia del fiscal: ya no por "encubrimiento" de la bomba, sino por su autoría.
El capital concentrado siempre gana; y cuando no gana, mata. Con cualquier pretexto, los enemigos del pueblo quieren obturar la experiencia popular de gobierno y su proyecto de desarrollo endógeno, iniciado en 2003, y que a pesar de semejante movimiento de pinzas que le muerde los talones a la democracia, camina decididamente a ser renovado por cuatro años más. -
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