Cristina Kirchner y Mauricio Macri buscan decidir el rumbo de sus coaliciones. El escenario complejo que delinean el PRO y la UCR.
Por
Walter Schmidt
No hay ninguna figura política del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio que tenga tanta incidencia –para bien y para mal- en la vida de esas coaliciones como Cristina Kirchner y Mauricio Macri. En las antípodas, ambos tienen similitudes en la manera de conservar y detentar el poder, sin permitir que asomen sucesores que busquen cambiar el perfil de esos espacios políticos. Los herederos deben ser alumnos perfectos y cumplir a rajatablas su pensamiento. Alberto Fernández, en el caso de Cristina; Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, cuando se trata de Macri. Pero no es lo que ocurre y esa es la confrontación actual que cruza a los dos espacios.
Cristina, ya se sabe, pretende que el candidato en 2023 no sea Alberto. Viene buscando darle volumen a Eduardo “Wado” de Pedro, haciendo hincapié en un perfil moderado y dialoguista. También Sergio Massa aguarda una oportunidad. Pero no hay nada claro, salvo que no quiere a Alberto.
El Presidente encierra un enorme interrogante porque, más allá de su intención de ir por la reelección, se encuentra cada vez más debilitado políticamente. Y en ello Cristina, La Cámpora y el Instituto Patria tienen mucho que ver. En definitiva son quienes no concurrieron al acto de apoyo a Alberto, porque no lo apoyan. Claro que tampoco asistieron los gobernadores peronistas que iban a ser la base del Gobierno. Lo están dejando solo.
Macri, en cambio, pretende ir por la revancha en 2023, si las encuestas lo dejan. Si así lo decide, forzaría la transformación de Juntos por el Cambio. Percibe que es necesario “más Cambio que Juntos” porque ese status quo no le alcanzará a la oposición para volver al poder. Quiere que JxC sea distinto. El problema es que busca sumar desde la derecha con Javier Milei porque interpela a una clase política que ha fracasado en los últimos 40 años. Macri coincide en el diagnóstico; no pretende añadir al peronismo como sí quiere hacerlo Rodríguez Larreta. En ese aspecto, Bullrich piensa lo mismo que Macri, incorporar peronistas sería un problema para el espacio.
Cristina Kirchner y Mauricio Macri, durante un encuentro en 2014 en las oficinas de Facebook.
“Macri dijo que sumar a otros va a desvirtuar la coalición. Si quiere eso, tendrá que discutirlo. Y lo tendrá que validar la sociedad. Yo creo que, Macri es ingeniero, no come vidrio. Si los números le dan, va a ser candidato, no hay duda”, describe un larretista.
Rodríguez Larreta prefiere correrse de esa discusión ideológica. Su objetivo final es una suerte de gobierno de pacificación nacional, más que un gobierno de coalición, a partir del cual poder convocar abiertamente con límite en el kirchnerismo. El interrogante es, ¿qué harán Larreta y Bullrich si Macri decide competir por la candidatura presidencial?
“Horacio va a ser candidato pase lo que pase”, aseguran cerca del jefe de Gobierno porteño. En el caso de Bullrich, aseguran en su entorno que no va a tomar una decisión hasta el año que viene.
Corría el 2014 y faltaba un año para las elecciones presidenciales. La alianza de centroizquierda UNEN que lideraban la Coalición Cívica de Elisa Carrió y la Unión Cívica Radical de Ernesto Sanz, entre otros partidos como el de Luis Juez de Córdoba, tenían una mirada muy distinta a la de Pino Solanas. Esas diferencias eclosionaron cuando en un acto en agosto de ese año, Pino vociferaba que en UNEN no había lugar para la derecha de Macri, el PRO. Carrió, sentada detrás del orador sobre el escenario, tomó su cartera, se levantó y sin decir nada se retiró en medio del discurso del ex cineasta. Un año después, Carrió y Sanz abandonaron UNEN y fueron los artífices de la alianza Cambiemos junto a Macri.
“Hoy en Juntos por el Cambio estamos en riesgo de que Lilita se ponga la cartera al hombro y salga corriendo. Y guarda porque sería un desparramo”, advierte uno de los principales dirigentes de la oposición. Es latente la amenaza de que Juntos por el Cambio deje de existir como la fuerza del PRO, la UCR y la Coalición (en ese orden de preponderancia) para transformarse en una coalición con otra relación de fuerzas y, posiblemente, nuevos miembros.
En el laboratorio que maneja Emilio Monzó con un grupo de legisladores y dirigentes nacionales y provinciales, observan que el objetivo de Macri es que el núcleo sea más chico que en 2015, cuando marginó del gobierno a la UCR. “La ausencia de Marcos Peña evidencia al Macri más auténtico. Marcos era el filtro y el mecanismo inhibitorio de Macri, y eso no está. Esta vez, Mauricio no quiere ceder en nada por un interés electoral”, aseguran. Consideran que el camino correcto es hacer una coalición nueva de aquí a 60 días para no estar supeditados a lo que decida Macri en marzo del año que viene. Y a la que se sumen peronistas del perfil de Juan Schiaretti, Juan Manuel Urtubey y Florencio Randazzo.
Monzó asegura en privado que hoy no está trabajando con nadie. “Hoy me gusta el rol de articulador. Si me pongo de un lado, dejo de articular el todo. Hasta donde pueda, lo voy a hacer”, suele repetir a sus dirigentes. Creen que así continuarán hasta las PASO. La apuesta es amalgamar una nueva coalición. Pero su actitud también genera duras críticas en la coalición.
En el radicalismo apuestan a una definición de las PASO impensada hasta ahora: Facundo Manes vs Macri. Consideran que una postulación del ex presidente es perfecta para abroquelar al radicalismo detrás de Manes, si es que en marzo las encuestas le dan mejor que a Gerardo Morales. Incluso, se entusiasman al señalar que un duelo de ese tipo bloquearía al crecimiento de Milei traccionando el voto de derecha a través de Macri, más los votos del centro que traería el neurocirujano. La UCR empieza a respirar que el poder es alcanzable por primera vez después de las experiencias de Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa.
Gerardo Morales y Facundo Manes, durante un encuentro este martes en Barcelona.
“Macri es funcional a eso. Con Larreta tienen más dificultades porque se le mete más dentro del radicalismo. Pero Macri no sólo puede lograr unir al radicalismo, sino también al peronismo no kirchnerista, puede unificar a todo lo que es más del centro”, señala un dirigente que responde a Monzó.
El larretismo tiene otra lectura. En primer lugar, que en un duelo de ese tipo Macri vencería cómodamente a Manes porque el radicalismo no puede constituir un bloque homogéneo. “En la UCR hay muchas tribus que son centenarias, que no se arreglan en un conciliábulo de 20 minutos. Hay muchos referentes en el Interior que no comulgan con Manes pero sí con Lousteau. Ellos tienen un sistema, producto de lo que son, en donde las diferencias se arreglan en convenciones o internas que son feroces”, asegura un legislador.
Lo único claro es que si Macri decide ser candidato y competir en las PASO, Juntos por el Cambio posiblemente se reconfigure. Algo similar ocurriría en 2023 con el Frente de Todos, ya sea si el cristinismo se refugia en la provincia de Buenos Aires o si decide competir con otro candidato que no sea el Presidente.
Los últimos capítulos escritos sobre la relación de Cristina y Macri describirán el artilugio de la ex presidente en 2015 para no aparecer como la “derrotada” que le entrega la banda y el bastón presidencial a su antecesor; la ceremonia de traspaso de Macri hacia Alberto Fernández, con una Cristina que evitó saludar al mandatario saliente; y la guerra judicial. En manos de ambos ex presidentes sigue estando el futuro de la política y, por ende, de los argentinos.
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