El Intendente, con pedido de licencia, asumió un lugar en la estructura nacional. Sus pretensiones.
Sería apresurado hacer un análisis respecto al impacto que puede llegar a tener en el escenario político y en el seno del oficialismo la decisión de Enrique Cresto de abandonar el territorio, Concordia, para asumir un lugar en la estructura nacional.
La única certeza es la independencia con la que se mueve el ahora titular del Ente Nacional de Obras Hídricas y Saneamiento (Enohsa), pese a que su cargo sea un acuerdo con Gustavo Bordet. Cresto tiene 43 años y hace exactamente un mes asumía su segundo mandato al frente de la Municipalidad. En 2007, cuando Jorge Busti construyó un triunfo arrasador para su delfín Sergio Urribarri, el entonces jovencísimo diputado Cresto se animó a pelarlo al tres veces gobernador acompañando a Julio Solanas en la fórmula. Tenía 32 años. Perdió, hizo la colimba y luego fue senador provincial.
Cuando Urribarri en 2015 debía resolver la interna entre Bordet y Adán Bahl con el dedo o a través de las PASO, Cresto era una piedra en el zapato para el entonces gobernador. La Intendencia de Concordia era un lugar reservado para Mauro Urribarri. Cresto, con las mismas aspiraciones, no se movió un ápice de su pretensión. Y, de paso, decía a viva voz que apoyaba la candidatura de Bahl, quien contaba con ese soporte.
Urribarri bajó a su hijo y en Concordia no atendieron más el teléfono. Bordet se convirtió en gobernador y Cresto en intendente.
En su primera gestión tejió una buena relación con Rogelio Frigerio sin que se le pegue lel apotegma de “peronismo amarillo”. Conocida la candidatura de Alberto Fernández fue el primero en postear una foto con el flamante candidato a presidente y su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. En el gobierno provincial se estudiaba, por esas horas, cómo saludar esa jugada que terminó de derretir la tercera vía de Lavagna, Pichetto, Schiaretti y compañía.
Enseguida, y contra el manual de jerarquías, Cresto estableció puentes con la dirigencia nacional. Peronista y albertista. Pasó a presidir el bloque de intendentes peronistas de la Federación Argentina de Municipios (FAM) y estrechó una relación con su par de Merlo (Buenos Aires), Gustavo Menéndez, que ostenta la presidencia del PJ bonaerense. Para todo esto, quizás, pudo haber ayudado su relación con Cafiero. El jefe de Gabinete está casado con Josefina Chávez, de Concordia, donde aún viven sus padres.
Cresto avanzó todos estos años con lo que se propuso. Perdió y ganó. A sus pretensiones las puso por delante de las decisiones de los demás. Avanza y retrocede, pero no queda afuera. Quizás ese sea un mensaje para lo que viene. Para los que vienen, si es que vienen.
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