El consumo de plásticos descartables creció en forma exponencial en los últimos meses en todo el país a raíz de los nuevos hábitos que impuso la pandemia. Si bien se realizan esfuerzos para reducir el impacto en el ambiente, las medidas adoptadas hasta ahora resultan insuficientes para la verdadera amenaza que representa el uso indiscriminado de este tipo de materiales. Se necesita un profundo cambio cultural respecto al consumo de plásticos.
Símbolo de la civilización moderna, se atribuye al químico belga Leo Hendrik Baekeland la invención del plástico, el material que a partir de 1909 revolucionaría la economía del mundo. En febrero pasado se cumplieron 112 años de la presentación formal en el mercado de la primera sustancia plástica totalmente sintética creada por Baekeland, que fue bautizada “baquelita” en honor a su creador. Más de un siglo después los plásticos están, literalmente, presentes en todos los rincones del mundo. Aunque el invento aportó muchos beneficios a las comunidades humanas, también ha provocado una contaminación irreversible y sin precedentes, a tal punto que, según un informe preparado por el Foro Económico Mundial, hacia el año 2050 podría haber en los océanos más plástico que peces si no se adoptan medidas urgentes para frenar el uso indiscriminado del plástico.
Se calcula que, a nivel global, por cada minuto que pasa se comercializa casi un millón de botellas plásticas en los cinco continentes. Pero eso no es todo. La mayoría de estas botellas solo serán utilizada una vez y luego, con mucha suerte, podrían ser descartadas en forma responsable.
Organizaciones ambientalistas de todo el mundo advierten que la situación actual es tan preocupante que, para tener una idea del impacto, recuerdan que casi el 90 por ciento de las aves marinas ya comieron plástico, por lo menos una vez en la vida. En la Argentina, en tanto, se genera cada 24 horas más de un kilo de residuos sólidos urbanos por persona, lo que representa 14 millones de toneladas anuales. Aunque no hay datos precisos, se cree que un gran porcentaje de esos desechos son plásticos. Si bien en la provincia del Chaco no hay datos sobre el consumo de este tipo de productos, todo hace pensar que la situación está lejos de ser mejor que en el resto del país en cuanto a la cantidad de plásticos que va a parar a la basura.
Merecen destacarse iniciativas que, a nivel local, llevan adelante organizaciones de bien público como la Fundación Ciudad Limpia y la Fundación Sembrando Conciencia, que trabajan para promover el cuidado del ambiente. Es necesario que la ciudadanía colabore y no arroje envases plásticos en los espacios verdes o calles. Cabe recordar que en ciudades como Resistencia estos materiales descartados en forma inadecuada son un obstáculo para el normal escurrimiento de las aguas en los días de lluvias intensas.
Las bolsas de plástico también son un elemento a tener en cuenta. Según la ONU, las prohibiciones de estas bolsas, si son bien planificadas, pueden contrarrestar una de las causas del uso excesivo de plástico. Pero incluso cuando son implementadas en forma efectiva, no son suficientes para reducir la gran cantidad de estos desperdicios que se generan todos los días. De ahí la necesidad de fortalecer las políticas públicas que impulsan el modelo circular de diseño y producción de plásticos.
Según estimaciones de organizaciones no gubernamentales, en la Argentina se consume alrededor de 1,8 millón de toneladas de plásticos por año pero solo se recicla el 24 por ciento de los residuos domiciliarios. Además, se calcula que en todo el país hay una demanda de 42 kilos de plástico por persona, por año, una cifra que obliga a pensar alternativas para reducir el impacto que genera en el ambiente este material que, por ser barato, ligero y fácil de producir, se ha multiplicado a escala global.
El plástico es un material resistente que tarda muchos años en degradarse. No sorprende, entonces, que un grupo de científicos del Reino Unido haya encontrado hace poco partículas de plástico de menos de cinco milímetros de diámetro en la Antártida. Según los expertos, la presencia de estos materiales podría ser el resultado de la descomposición de los residuos de plástico del océano y de ahí la necesidad de adoptar medidas para detener el peligroso avance de esta contaminación.
Publicada en la ediciónEdición del 04-07-2021Ver Edición
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