La carrera a la Casa Blanca. Grupos de activistas hacen campaña por senadores en 4 estados de peso sin nombrar al candidato. Varios estrategas dan por perdida la pelea por la presidencia.
Aunque muchos no lo digan abiertamente, el desaliento cobra cuerpo entre las filas republicanas. Cada vez son más los líderes de ese partido que dan a entender su temor y desconfianza por la suerte electoral del candidato Donald Trump. Según algunos, sólo falta el veredicto de las urnas para que se selle lo que muchos temen: una derrota clara del magnate inmobiliario.
Indicios de esa pesadilla comienzan a aparecer, aunque aún existan rincones del país que siguen fieles al magnate inmobiliario. De un lado, la demolición paulatina que los escándalos por denuncias sexuales han comenzado a producir sobre las chances electorales del candidato y que ahora se traducen en una notable pérdida de votos según las ultimas encuestas realizadas después del fatídico viernes 7 de este mes, cuando se difundió un video en el que Trump se jactaba por su trato deningrante hacia las mujeres. La importancia de estos sondeos es que se realizaron luego de la difusión de aquel video, que disparó una catarata de denuncias de acoso sexual y manoseos. Ayer se conoció la número diez, un caso publicado por el diario británico The Guardian. Las encuestas, por tanto, parecen reflejar el malestar que esos comentarios denigrantes de Trump han provocado.
Pero ademas de estos datos ahora comienzan a surgir otros. Ayer, medios de EE.UU. comenzaron a difundir aspectos de la propia campaña de Trump en donde aparecen grupos de republicanos en actos de proselitismo político con vistosas camisetas anaranjadas y en los que el nombre del candidato no aparece. Es más: es como si Trump no existiera. La idea es que ahora hay que buscar votos por los legisladores republicanos, que hoy dominan el Congreso Nacional, para evitar que los arrastre una derrota del magnate. Ese escenario está apareciendo en al menos cuatro Estados de peso para el Colegio Electoral. Así, por ejemplo, grupos de activistas han comenzado a recorrer vecindarios de Pennsylvania, en campaña para salvar al senador republicano Pat Toomey –y más aún, el control del partido en el Senado. Se trata de empleados y voluntarios de Americans for Prosperity (Estadounidenses por la Prosperidad), el grupo financiado por los multimillonarios conservadores Charles y David Koch, con buena conexión con la cúpula partidaria.
En North Carolina, Florida y Ohio se ven escenas similares. Además de tener contiendas reñidas este año, esos cuatro Estados son algunos de los campos de batalla más importantes en la contienda presidencial. Sin embargo, los activistas de Koch interactúan con millones de personas que podrían ser los electores más cruciales para Trump y se supone que no deben pronunciar el nombre del candidato republicano y tampoco el de Hillary Clinton. Cuatro años después de gastar fuertemente en un esfuerzo inútil por evitar que Barack Obama fuera elegido para un segundo mandato, los Koch han puesto todos sus recursos en la boleta. Y sus recursos son amplios: en los dos últimos años antes de los comicios habrán gastado 250 millones de dólares.
Además de ese dato, los analistas están evaluando otro de relevancia: estrategas republicanos en todo el país, como citó ayer la agencia AP, están reconociendo que Hillary Clinton ya tiene los 270 votos del Colegio Electoral necesarios para llegar a la Casa Blanca. Algunos insinúan que superará de lejos ese umbral. El encuestador republicano Whit Ayers dijo ayer que Trump, por el contrario, “va camino de una derrota total y completa”. Y que nada hará contra eso el último debate presidencial previsto para este miércoles.
Trump rechazó ayer los vaticiones negativos vía Twitter y las encuestas que lo dan perdidoso. E insinuó que la elección está siendo “manipulada”. Pero el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, expresó su discrepancia. “Nuestra democracia depende de la confianza en los resultados electorales y los estados van a celebrar la elecciones con integridad”, sostuvo. Ryan fue uno de los que, hace unos días, comenzó a moverse entre bastidores para que el partido pusiera sus esfuerzos en salvar al Congreso y no en hacer campaña por Trump.
Ante las tensiones que generan las declaraciones de Trump, su compañero de fórmula, Mike Pence, buscó ayer moderar su discurso. “Aceptaremos los resultados de las elecciones”, dijo a la NBC.
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