La devaluación y la elevada inflación de 2014 erosionarán aún más el bajo resultado económico de la actividad, señala entre otras cosas el informe
Posteriormente, la devaluación del peso siguió encareciendo los costos. Al menos el 60% de éstos está ligado a la variación del dólar -principalmente suplementación, agroquímicos y semillas- y los proveedores de esos productos ajustaron sus listas de precios en función de la nueva paridad.
Como ejemplo, en un modelo tambero de Santa Fe con alto nivel de suplementación, los costos totales de producción aumentaron 16,1% comparando la situación de diciembre de 2013 versus enero de 2014. En el mismo lapso, el precio de la leche aumentó como máximo 5,6%, según datos de las cuencas Oeste y Santa Fe. En un modelo tambero con bajo nivel de suplementación de la misma provincia, el aumento de costos fue de 13,7%.
La situación financiera de los tamberos también se verá deteriorada por la elevada inflación de 2014, a partir del plazo de 40-45 días que transcurren entre la entrega del producto y su cobro, lo que diezma su capital circulante. Como los insumos para alimentación, sanidad, etcétera hay que pagarlos al contado, se debe recurrir al crédito con una tasa de interés superior al 35% anual, muy por encima del ritmo de aumento del precio de la leche.
Lo descripto llevará a muchos tamberos a un círculo vicioso que comienza con la suspensión de las inversiones, para luego dejar de mantener las instalaciones y las mejores fijas. Finalmente, se termina reduciendo los costos variables -por ejemplo aplicación de fertilizantes en las pasturas- lo que genera una caída de la productividad general y un achicamiento muy difícil de revertir posteriormente.
Precios internacionales altos, valores internos bajos
En diciembre de 2013 –último dato disponible- el precio de la leche en la Argentina fue 33 centavos de dólar por litro, por debajo de 39 centavos de Chile, 44 centavos de Uruguay, 46 centavos de EE.UU., 48 centavos de Brasil, 52 centavos de Nueva Zelanda y 54 centavos de la Unión Europea.
La devaluación de enero de 2014 deprimió aún más el precio de la leche cobrado por los productores argentinos, para ubicarse en 28-30 centavos de dólar por litro.
Mientras tanto, los precios internacionales de la leche en polvo en 2014 -del orden de los 5000 dólares por tonelada- son de los más altos de la serie histórica, motorizados por la demanda de China y de otros países que crecen. Corresponde aclarar que la leche en polvo es un producto importante en las exportaciones argentinas.
China importaría 650.000 toneladas de leche en polvo en 2014 contra 520.000 de 2013 y 406.000 de 2012. Muchas naciones exportadoras de leche están aprovechando esta situación favorable, una realidad que no es reflejada en el nivel de precios pagado a los productores argentinos.
En nuestro país, según un trabajo que realiza mensualmente el Instituto Argentino de Profesores Universitarios de Costos, del precio que paga el consumidor de leche en la góndola, teniendo en cuenta el valor implícito del litro de los distintos productos, los productores reciben un 28,4%, la industria participa con un 25,7%, mientras que la cadena comercial retiene un 31,7%. El 14,2% restante corresponde a los impuestos al consumo. Esta distribución se ha mantenido bastante estable en los últimos dos años.
Efectos sociales negativos
La magra rentabilidad del tambo genera perjuicios más allá de los productores. La lechería es una actividad importante en la contratación de mano de obra en el país, en virtud de la cantidad de personas que trabajan en los tambos (personal fijo, profesionales, contratistas, transportistas, etcétera). Ocupa el tercer lugar en la generación de empleo entre las actividades agropecuarias, después de la soja y de la producción de carne.
Por otro lado, el aporte económico del tambo también es importante en diferentes provincias argentinas. Datos de un trabajo realizado en el Movimiento CREA muestran que por cada vaca lechera de la provincia de Santa Fe quedan aproximadamente 5000 pesos en la comunidad cercana, por el gasto que genera la actividad.
La potencialidad de crecimiento del sector es muy alta y podría contribuir a generar un ingreso considerable de divisas para el país. Para convertirla en realidad, hacen falta reglas que estimulen la inversión empresarial a largo plazo y un tratamiento de la comercialización que redunde en beneficios para toda la cadena: productores, industria, minoristas, Gobierno y consumidores.
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