Sciarrone, quien coordinó una reciente investigación, afirma que la corrupción es un fenómeno sistemático y descentralizado en Italia. Y que cambió el rol de la política. “Las regiones pasaron a gestionar sectores importantes como la salud pública.”
Desde Roma
Pese a las batallas contra los corruptos comenzadas Italia con los juicios conocidos como Mani Pulite (manos limpias) en la década del 1990 y a los esfuerzos de algunos gobiernos y desde 2014 de la Autoridad Nacional Anticorrupción, la situación en la península parece no haber mejorado demasiado. Según el Eurobarómetro 2014 de la Unión Europea, la corrupción en Italia había aumentado en tres años un 74%. Italia está entre los peores países de Europa en este sentido según Transparency International, una organización no gubernamental que se ocupa de hacer estimaciones sobre la corrupción en el mundo. No ayuda para nada a mejorar la situación la antigua y poderosa influencia ramificada que tienen las mafias, desde Cosa Nostra de Sicilia hasta la Camorra de Nápoles y la ’Ndrangheta de Calabria, ésta última hoy la más poderosa porque controla el tráfico de cocaína en toda Europa.
La corrupción es de todas maneras una enfermedad generalizada como se sabe. No sólo afecta a los países llamados “en vías de desarrollo” sino, por el contrario de lo que algunos pueden pensar, también a los “desarrollados”. Y lo malo es que no parece existir por ahora ninguna vacuna eficaz para controlarla. Transparency, en su Corruption Perceptions Index 2015, indicó como menos corruptos y primeros en la lista de los más de 170 países estudiados a Dinamarca y Finlandia. Los peores fueron en cambio Somalia y Corea del Norte mientras países ricos como Alemania y el Reino Unido ocuparon el lugar número 10 de esa lista, Estados Unidos el número 16, Francia el 23, España el 36, Italia el 61, sólo por dar algunos ejemplos.
Una reciente investigación realizada por expertos de distintas universidades coordinados por el sociólogo Rocco Sciarrone, profesor de Sociología de la criminalidad organizada en la Universidad de Turín, dijo sin embargo que el panorama ha cambiado pero que la corrupción sigue amenazando a los italianos. Ya no se concentra tanto en el mundo político y los partidos a nivel nacional como hasta la década del 1990, sino más bien a nivel municipal y regional y sobre todo en áreas como la salud pública, la construcción, las infraestructuras y hasta la recolección y tratamiento de la basura.
Entre los muchos ejemplos de esos cambios se pueden mencionar los deshonestos acuerdos entre funcionarios municipales y empresas dedicadas a la recepción y tratamiento de los migrantes que llegan por el Mediterráneo, como se descubrió en Roma entre los varios delitos de la llamada “mafia capital” hace un par de años. “Con los migrantes se gana mucho más que con la droga”, decía uno de ellos en una interceptación telefónica. Otro caso que causó impresión fue el de una sección de una autopista del norte de Italia que el año pasado se cayó a pedazos por la mala calidad de los productos utilizados. Y esta semana el caso más reciente: 30 personas entre empresarios y funcionarios municipales, que están siendo investigadas por posible corrupción en licitaciones para arreglar escuelas y calles de Roma.
“La corrupción en Italia es un fenómeno sistemático y penetrante -dijo en una entrevista con PáginaI12 el profesor Sciarrone, que coordinó la investigación patrocinada por la Fundación RES de investigaciones económicas y sociales. La corrupción está difundida en muchísimos países occidentales y con democracias, por lo cual puede decirse que es un fenómeno que se inserta muy bien en el funcionamiento de la democracia. En Italia tiene un valor político importante. Mani Pulite hizo numerosos arrestos en los años 90 pero eso no parece haber detenido el proceso. El presidente de la Autoridad Anticorrupción, Raffaele Cantone, señala de su lado algunos aspectos positivos pese a todo. Es decir que ahora hay un sistema de control que funciona y la magistratura puede hacer investigaciones y juicios. El hecho de que haya más casos de corrupción que salen a la luz podría indicar el crecimiento del fenómeno pero también una mayor capacidad de la justicia para detectar y reprimir a los corruptos.”
–Pero la investigación que usted dirigió dice, entre otras cosas, que los protagonistas de la corrupción han cambiado. Ya no son tanto funcionarios de ministerios o comisiones parlamentarias sino que se concentra más bien en los municipios y las regiones. ¿Por qué?
–Esto no quiere decir que la corrupción desapareció a nivel político sino que ha habido una descentralización. Tiene que ver también con el hecho de que se descentralizó el poder político y las regiones (equivalentes a las provincias argentinas), por ejemplo, pasaron a gestionar algunos sectores importantes como la salud pública. Un asesor regional de Salud Pública puede contar mucho para un corruptor. A nivel municipal la corrupción se verifica sobre todo en lo que se refiere a la construcción pública y privada. Ha cambiado también el rol de la política. Decimos en nuestra investigación que antes la política era un motor de la corrupción, era un factor que activaba la corrupción porque además del enriquecimiento personal permitía el enriquecimiento de los partidos políticos. Hoy la cosa es como más privada. Se trata más de enriquecimiento personal. Pero esto no significa que el modelo anterior ha- ya desaparecido completamente. Economía y política están cada vez más mezcladas. La política ha perdido autonomía respecto de la economía.
–¿Cuál ha sido el rol de las mafias en todo esto?
–Nuestra investigación documenta una mayor presencia de las mafias en la corrupción. Las mafias logran proliferar donde hay corruptos. El mafioso a menudo aparece como garantía de que se cumplan los acuerdos corruptos. En nuestra investigación vimos que esta presencia tiende a aumentar con el tiempo tanto es así que los delitos de corrupción están a menudo asociados a los delitos de la criminalidad organizada. Esto vale para toda Italia pero sobre todo para las regiones del sur. El caso de “mafia capital” es emblemático porque se trató de Roma. En el norte del país la corrupción ha sido el terreno favorable para la radicación de las mafias. Me refiero a las regiones de Lombardía (donde está Milán, segunda ciudad de Italia), Piamonte (Turín), Liguria (Génova). Las dos mafias más presentes son la ’Ndrangheta y la camorra. Cosa Nostra sigue existiendo en Sicilia pero debilitada en los últimos años.
–¿Se puede hacer una estimación de los costos de la corrupción para la economía en general? En 2014 la Unión Europea decía que a los estados europeos les costaba unos 120.000 millones de euros al año. A Italia se decía que le costaba unos 60.000 millones de euros al año...
–Es muy difícil hacer esta estimación. Nosotros no la hemos hecho. Creo que no hay que mirar solo los efectos sobre la economía sino los sociales y políticos. Dos problemas que salen a relucir con la corrupción son la mala calidad de los recursos utilizados en las obras y los pésimos servicios públicos ofrecidos, con un gran desperdicio de recursos. Y más grave aún: los casos de corrupción muestran una pésima selección de la clase dirigente. En la corrupción hay un circulo vicioso entre clase dirigente y empresarios. Esto tiene un costo muy grande para el país porque hace que la gente pierda la confianza en las instituciones
–¿La batalla contra la corrupción es uno de los grandes desafíos para Italia?
–Sí. La corrupción es uno de los grandes desafíos que debe enfrentar Italia. Es importante afrontarlo para reforzar la democracia. Antes la política tenía una cierta autonomía y podía regular hasta cierto punto la economía. Hoy la economía parece haberse fagocitado a la política y la corrupción es una de las manifestaciones de esa acción. La política no tiene capacidad de reacción.
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