Lentamente vuelven a aparecer los distintos criterios: el jefe Gobierno porteño se resiste a dar marcha atrás con las aperturas que tiene planeadas mientras que cerca del gobernador bonaerense están más preocupados por los datos de contagios y muertes y acusan al porteño de pensar las decisiones sanitarias en base al humor social. La última palabra la tendrán los números y el Presidente.
De forma lenta, pero segura están resurgiendo las diferencias entre el Gobierno bonaerense y el porteño sobre qué hacer en la siguiente fase de la cuarentena. Se repiten las posiciones: mientras que el gobernador Axel Kicillof observa con creciente preocupación los números, el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, se resiste a la idea de frenar las reaperturas que tiene planeadas. Todo tiene sus matices: en provincia, advierten que evaluará el devenir de los datos en la semana antes de que se tome una decisión; en Ciudad, también dicen que si los números se disparan puede haber una marcha atrás. Pero, en lo esencial, las posiciones se replican: Kicillof con un enfoque epidemiológico y Larreta observando la economía. En el Gobierno bonaerense, advierten que está muy tironeado por su base electoral para no restringir de nuevo.
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Larreta y Kicillof tuvieron momentos de mayor y menor tensión durante la extensa cuarentena, que responden a distintas formas de entender lo que hay que hacer ante la pandemia. Hace algunas semanas acordaron volver a restringir en el AMBA, pero Larreta dejó trascender que lo hacía sin convicción. La decisión, no obstante, le trajo un costo con sus socios políticos. Elisa Carrió, sin ir más lejos, le reclamó que empezaran las reaperturas y culpó a Kicillof de las restricciones. En silencio, Mauricio Macri reprobó la decisión. Sus voceros se ocuparon de hacerle llegar el malestar al jefe de Gobierno. También distintos sectores del empresariado.
En el anuncio de la última fase, tanto Larreta como Kicillof se pusieron de acuerdo para flexibilizar, pero hubo diferencias en los discursos. Mientras que el gobernador bonaerense advirtió que las reaperturas podrían llegar a ser intermitentes, Larreta centró su explicación en las "libertades" que hay que recuperar. Le habla a un electorado que viene resintiendo cada medida que endurece la cuarentena.
Eso explica, tal vez, algunas decisiones como la de Larreta de sacarse una foto retomando el running. El dato de que lo hizo junto al secretario de Transporte, Juan José Méndez, que luego tuvo que ir a pagar una multa por violar las normas fue un error no forzado. También que el director de Gestión Estatal, Fabián Capponi, apareciera bailando y sin barbijo en un video viral . Como todo comunica, esas imágenes dan la idea de una flexibilización de las normas hasta para los funcionarios que las plantean.
Si bien en la Ciudad mantienen el optimismo, lo cierto es que la cantidad de casos se mantiene bien por encima de los mil por día. El parte de este domingo indicaba 1832 nuevos contagios entre residentes y no residentes. Y 15 muertos. No obstante, cerca de Larreta transmiten calma: "Nosotros estamos tranquilos con los números que esperábamos", dicen. En el Ministerio de Salud porteño, donde siempre han sido más proclives a un enfoque epidemiológico, también acompañan la idea de que con los números actuales se puede mantener el cronograma de reaperturas. Indican que la tasa de ocupación de camas de terapia intensiva bajó en lugar de subir.
Prima también una idea en la sede de Parque Patricios: que ir para atrás no será convalidado por la población.
De todas formas, advierten que irán observando la evolución de los datos clave que se observan. Si bien la tendencia es más para volver a restringir en el Gobierno bonaerense, allí también dicen lo mismo sobre seguir la evolución de los datos a lo largo de la semana. "Larreta tiende a pensar más en el humor social", advierten en el entorno del gobernador. "Está muy tironeado por su electorado", señalan. Y conceden: "Obvio que el humor social tiene que tenerse en cuenta, pero no se puede tomar decisiones sanitarias en base al humor social. Tiene que primar el criterio epidemiológico".
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Ahí es donde asoman las diferencias. En las últimas entrevistas que dio, Larreta dijo que además de las cuestiones sanitarias hay que atender a la economía. Es la línea con la que viene presionando Macri desde el comienzo. Y lo que explica cómo empiezan las tensiones con la provincia de Buenos Aires. "Otra vez empieza el tironeo. Cuando se acerca el cierre de cada etapa volvemos a los mismo", señalaba un funcionario porteño a este diario. Ninguno aventuró qué hará Larreta si otra vez Kicillof y el presidente Alberto Fernández le vuelven a plantear una marcha atrás.
En la Ciudad, advierten, no obstante que los canales de diálogo con la provincia siguen en pie y que, por ahora, no volvieron las tensiones en las charlas privadas: "La verdad es que más allá de las declaraciones de algunos funcionarios de ellos, en los contactos y reuniones está todo bien", indican. Habrá que ver por cuánto tiempo más.
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