La conjunción entre calor, viento y sequía hizo estallar ayer dos grandes focos en Intiyaco y en Potrero de Garay. En este último lugar, las llamas devoraron el predio de Potrerillo, una villa de 50 cabañas.
El anuncio de que la jornada del jueves presentaba un riesgo extremo de incendios forestales por la conjunción de alta temperatura, de fuertes vientos y de la prolongada sequía no logró evitar la devastación que produjeron dos focos en la zona de Calamuchita y de Paravachasca Sur.
El saldo, parcial todavía anoche, era de entre 80 y 90 viviendas arrasadas por las llamas, marca que nunca se alcanzó ni siquiera en una temporada completa de incendios.
Afortunadamente, no hubo que lamentar víctimas ni heridos.
El primer foco se desató temprano por la mañana en la zona de Intiyaco y avanzó impulsado por el viento.
Pero, con el correr de las horas, la preocupación se trasladó a Potrero de Garay, donde un incendio que provenía de la zona de San Clemente se introdujo en el barrio privado serrano Potrerillo y arrasó con casi la totalidad de las 50 viviendas que allí se alzaban, en medio de un añoso pinar.
Anoche resultaba difícil predecir qué va a suceder con esos focos, que aún estaban activos, dado que para esta madrugada se esperaba una rotación del viento al sur.
No son los incendios más grandes que Córdoba recuerde. Pero sí los que arrasaron más viviendas. En un solo día, entre 80 y 90 casas fueron quemadas ayer por las llamas en la zona de Potrero de Garay.
“Nunca se quemaron tantas casas en un año. En 2020, que fue bravísimo, fueron 30 viviendas, pero en todo el año. Ahora se quemaron entre 80 y 90 en un solo día”, graficó anoche a La Voz Diego Concha, director de Defensa Civil de la Provincia.
La mayor parte de ellas ardió en un barrio cerrado serrano, de casas de madera en medio de un maduro bosque de pinos. Anoche se contaban tres viviendas salvadas y unas 50 quemadas allí. Las restantes afectadas fueron en otros puntos del expandido mapa de Potrero de Garay.
Fue el peor día de incendios en Córdoba en lo que va del año y con ese récord histórico de casas quemadas. La paradoja hizo que fuera justo en el Día de la Prevención de Incendios Forestales, un miércoles que se había anticipado como de riesgo extremo por las condiciones meteorológicas (sequía, calor y viento).
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Los mayores daños se padecieron entre San Clemente y Potrero de Garay, en el Valle de Paravachasca, y entre los parajes serranos Intiyaco y Atos Pampa, al norte del Valle de Calamuchita.
Anoche, ambos focos seguían activos. “Esta madrugada rotará el viento al sur y complicará las cosas. Son incendios que ojalá se puedan contener este jueves, pero será muy difícil”, anticipó Concha.
No se reportaron personas heridas y hubo 120 evacuados por prevención, que ya regresaron a sus hogares. Las casas quemadas eran, casi en su totalidad, de fin de semana.
Pero entre el humo y las urgencias el relevamiento de daños anoche era aún parcial e inacabado.
Aún no hay estimación de superficie quemada, pero se descuenta que suman algunos miles de hectáreas. Hasta esta semana, se habían quemado 2.100 hectáreas en lo que va de este año en Córdoba.
Potrero de Garay fue el punto más complicado, por lo que los bomberos llaman incendios de interfase, es decir, sobre áreas con viviendas.
Hubo otros varios focos en la provincia. Entre ellos, inquietaron uno en Capilla del Monte (Punilla) y otro en La Paz (Traslasierra), que anoche estaban contenidos (no extinguidos).
EN PARAVACHASCA
“Guarda la camioneta”, gritó Fabián Sánchez, un vecino que ayudaba a los bomberos a apagar el fuego en Potrero de Garay. Otros y otras llenaban bidones de agua o le “pegaban” al fuego con “chicotes”. Pero el viento se avivaba, una y otra vez, y el humo con destellos naranjas de repente envolvía a todos. “Nos vamos”, gritó alguien y comenzaron a subirse a autos y a motos para evitar que el fuego los alcance.
Esa desesperación se vio en áreas pobladas de ese punto del Valle de Paravachasca.
En lo que quedó de un elegante cartel sólo se lee ahora “Potrer”, mientras seguía ardiendo su madera. Es la entrada del barrio privado serrano Potrerillo, de coquetas viviendas de fin de semana, en medio de un frondoso bosque de pinos.
Los bomberos que salían del country para correr hacia otro foco avisaron: se quemaron allí casi todas las cabañas. Propietarios que entraban y salían angustiados, acarreando equipos y elementos que sacaron de sus casas. Otros, con mochilas de agua.
Un empleado del lugar, con cara tiznada, ropa rajada y pocas palabras, murmura: “Igual que en 2003. Nos salvamos por ellos”, dice, en referencia a los bomberos. El restaurante se ve negro y lo que era una casilla de guardia ahora es una chapa tirada en el suelo con troncos humeantes.
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En el camino, cuatro vecinos de Potrero de Garay esperaban. “Nos avisaron que el campo se estaba prendiendo fuego”, dice Leticia Romero, que dejó a su hijo con su mamá, para intentar ayudar con el incendio.
Alejandro Medina se tomó un respiro para contar: “Trabajamos desde las 10 de la mañana. Se quemaron dos tractores. En otros campos se han muerto animales”.
En barrio Residencial 4, el fuego arrasó dos lomas. En el medio se veía una casa salvada, rodeada del negro de las cenizas. Otra se quemó completa.
Ayer no hubo clases en Potrero de Garay. La docente Carolina Cuello contó que este incendio le recordó el de 2003, cuando un compañero perdió a sus padres, arrebatados por el fuego, en esta misma zona.
EN CALAMUCHITA
Un avión que se desliza a pocos metros de altura y una mujer que corre en una nube de humo. Un lugareño a caballo y otro en moto, cargando bidones con agua. Olor a quemado. Todo eso transcurría, el mediodía de este miércoles, en un camino rural del paraje Atos Pampa. Mientras, bomberos desde un camión decidían qué foco atender, luego de que el fuego cruzara la ruta como si nada.
“Da impotencia, somos nacidos y criados acá y hemos forestado todos estos campos, y en una hora se destruye el trabajo de años”, disparó Eduardo Brinez. “Lamentablemente estamos acostumbrados a los incendios en esta época”, agregó. Y cargó contra los dueños que no toman medidas preventivas, como mantener predios limpios para evitar que el fuego se propague.
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Ese foco se dio desde las 6 de la mañana, un horario extraño para el inicio del fuego, en el paraje Intiyaco, camino a La Cumbrecita. “Lo teníamos casi controlado, pero volaron unas llamas y se convirtió en otro foco, ya dentro de una forestación de pinos”, contó Marcos Zangl, jefe de bomberos de Villa General Belgrano. De allí avanzó hacia Atos Pampa.
Según la Fiscalía regional, se habrían quemado ayer unas 2.500 hectáreas en esa zona. Y una cabaña, sin ocupantes, resultó afectada.
“Seguimos complicados, con frentes activos”, resumió al caer la noche el bombero Martín Bustos, director del nuevo Etac provincial (Equipos Técnicos de Acción ante Catástrofes).
POR QUÉ SE INCENDIA TANTO CÓRDOBA
En tres décadas se quemó el 58% del área serrana de Córdoba.
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