PERFIL accedió a un pliego de importación de gasoil que obliga a operar con una sola naviera que cobra 20% más caro. Para evitar nuevas irregularidades, harán licitaciones.
Las importaciones de gasoil y fuel oil, corazón del déficit energético del Gobierno, quedaron una vez más envueltas en una polémica que por primera vez cruza desde Julio De Vido hastaAxel Kicillof.
PERFIL accedió al pliego licitatorio redactado por Cammesa –la empresa que administra el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM), controlada por el Gobierno– para comprar 135 mil metros cúbicos (m3) de gasoil distribuidos en tres cargamentos en el primer semestre de 2013. El texto favorece a una sola agencia marítima, denominada Nabsa, que ya se había quedado con el negocio de manera exclusiva –sin que medie ningún tipo de licitación– a principios de 2010, en tiempos en que Cammesa era controlada por el ministro de Planificación, y mantuvo ese privilegio desde 2012, cuando el titular del Palacio de Hacienda avanzó sobre la compañía y designó a hombres de su confianza en los puestos gerenciales.
Al timón. Nabsa es una firma de origen local fundada en 1987, que se ubica entre los mayores jugadores del negocio de servicios marítimos. Por mandato de Cammesa se encarga de realizar distintas contrataciones referidas al despacho de los buques de combustibles importados para generar energía. Por esos servicios cobra entre 140 mil y 200 mil dólares. Este año se comprarán entre setenta y ochenta cargamentos. El negocio de la logística marítima de esas embarcaciones demanda pagos de Cammesa por más de US$ 25 millones por año, según estimaciones del mercado de agentes marítimos.
De acuerdo con el organigrama de Nabsa, su director es Richard Colson, un norteamericano que vive hace 10 años en la Argentina. Pero este diario pudo averiguar que el link con las autoridades del Gobierno lo realizó Federico Virasoro, un empresario local de apellido con alcurnia en el sector marítimo. Federico es hijo de Eduardo, uno de los líderes históricos del sindicato petrolero SUPE, históricamente vinculado a YPF. Cuando éste murió en 2002, heredó de su padre la empresa National Shipping, que previamente había sido Naviera Sur Petrolera (Navi Supe). Y también heredó los contactos políticos, que utilizó para acercarse, primero, al ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y después al coordinador de Planificación, Roberto Baratta. Virasoro se valió de esas conexiones para recomendar la contratación de Nabsa como agente marítimo exclusivo de Cammesa.
Pliego. El pliego licitatorio al que accedió PERFIL establece que la empresa ganadora de la provisión de gasoil para generar energía debía contratar obligatoriamente a Nabsa. En la página 3 del pliego redactado en inglés expresa: “The seller shall appoint exclusively Nabsa as agents at discharge port” (“el vendedor designará exclusivamente a Nabsa como agente en el puerto de descarga”). A priori, resulta toda una rareza porque, por lo general, el vendedor de combustible dispone de la libertad para trabajar con su propia agencia.
Fuentes oficiales explicaron que “por la dificultad y riesgos y por razones de seguridad, resulta conveniente concentrar la coordinación con una agencia marítima”, aunque no indicaron por qué esa agencia marítima debe ser Nabsa y no otra, y tampoco por qué no se la contrata por licitación. Al mismo tiempo, las mismas fuentes aseguraron que en busca de mayor eficiencia “en estos días se estará lanzando la licitación de la agencia marítima, convocando a agencias de probada experiencia y capacidad”.
PERFIL se comunicó con directivos de Nabsa, que explicaron que “la designación de una agencia marítima o agente portuario depende de cada contrato. No obstante, evitaron responder por qué Cammesa les otorgó la exclusividad para operar todos los barcos de gasoil importado.
Caro. Nabsa, además, no es la empresa más barata: según su presupuesto redactado para operar los tres cargamentos de 45 mil m3 de gasoil en cuestión, la cuenta llega hasta los US$ 190.220, pero la compañía aplicó un descuento especial para bajar ese número hasta los 179.451 dólares.
Este medio consultó a tres agencias marítimas para cotejar otros importes. Los privados accedieron a presentar un presupuesto para una operación similar a la licitada por Cammesa, con la condición de mantener la reserva de nombre. Los montos ofrecidos oscilaron entre los 140 mil y los 150 mil dólares. Es decir, un 20% menos que el importe de Nabsa. En el Gobierno aseguran que el precio se encuentra “dentro de los valores de mercado, que rondan los 0,03% de la operación”. “Los vendedores cargan al precio del gasoil el sobrecosto que puede llegar a cobrar Nabsa”, indicaron fuentes del mercado eléctrico.
Hombres de Axel. La redacción de los pliegos para comprar combustibes depende de la gerencia de Atención a Agentes de Cammesa, que está a cargo de Gabriel Garbin, un joven directivo con pasado en Edenor y de llegada a la conducción de La Cámpora. Desde que le fue ganando espacio a De Vido, Kicillof también designó a Juan Manuel Abud, como gerente general, a Nicolás García Cramer en el área administrativa, y a Esteban Kiper, economista y militante de La Cámpora, como vicepresidente de la compañía. La premisa fue poner en orden, pero hay vicios que se mantienen.
Un polista entre Eskenazi y el SOMU
Federico Virasoro heredó la conducción de Naviera Sur Petrolera (Navi Supe) en 2002, cuando tenía 34 años. Su crecimiento como empresario coincide con la llegada del kirchnerismo al poder. En los últimos 12 años tejió una variada red de conexiones que va desde Enrique Eskenazi, presidente del Grupo Petersen, con quien hizo negocios cuando controlaba YPF, hasta Omar “Caballo” Suárez, el poderoso secretario del SOMU, el sindicato de trabajadores marítimos. Con el gremialista –que por estos días enfrenta varias denuncias en la Justicia– trabó una fluida relación –con ramificaciones comerciales– que se quebró en 2012.
Aficionado jugador de polo –creó el club El Caburé–, Virasoro armó Argentina Consorcio (surgió de la unión entre National Shipping y Navi Supe que construyó para YPF la barcaza Argentina V, una embarcación fluvial para el transporte de hidrocarburos, que costó US$ 4,2 millones.
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