Cuando se pergeñó la candidatura de Guillermo Montenegro, nadie imaginó que la adversidad dibujaría un complejo raid político que lo coloca una y otra vez a contramano de la actualidad del PRO, en el cual se encuentra enrolado con una inserción incómoda, lejos de una zona de confort.
Son varios los episodios que fotogénicamente no lo dejan bien parado, lo cual es todo un trastorno para una imagen que se difunde a través de la inteligencia artificial. Una vaga manera de conectarse con la gente.
Pero además, últimamente, ha enhebrado una serie de contingencias políticas que le generan contrariedades, más allá que nunca imaginó ser intendente sin Mauricio presidente y Mariú gobernadora. Son AF y Axel, ese fue su primer escalón en 2019.
En esa persistencia de andar en contramano, no fue fácil la juntada con Juan José Aranguren y Javier Iguacel, netos defensores (como todo el PRO) de la explotación petrolera a 400 kilómetros de la costa de Mar del Plata “No se para que se opone, si es como querer mirar el Obelisco de 9 de Julio y Corrientes en CABA, desde Avenida Constitución y la Ruta 2 en Mar del Plata”, decían en Tío Curzio en la reunión entre intendentes bonaerenses de su partido. Hasta lo tildaron de pseudo izquierdoso y populista, se trató de fuego amigo.
Tampoco puede alinearse junto a Horacio Rodríguez Larreta, en su reclamo conjunto al gobierno nacional por la quita de subsidios al transporte urbano de pasajeros. Todos hablan que es un golpe al jefe de gobierno de CABA, pero las explicaciones son en privado, no puede sacar los pies del plato. Están como reacios los gobernadores que recibirían su cuota parte.
Tampoco como intendente marplatense, pudo alinearse con el reclamo del inicio de clases presenciales adelantadas en CABA. Se acorta mínimamente en todo sentido la duración de la temporada alta marplatense, ahí se complicó tener que mediar entre la hotelería, gastronomía, concesionarios de balnearios, compañías de transportes etc. con la medida adoptada por Larreta.
Lo que resultó curioso, fue el último llamado a militar el ingreso de peronistas desencantados para engordar el PRO en 2023, decidido por los denominados “sin tierra” e intendentes bonaerenses de ese color partidario, ocurrido el viernes en Patricio Peralta Ramos y Colón.
Además Montenegro le dijo adiós a Lauría (Partido FE) y Carrancio (CREAR) dos peronistas que le aseguraban votos en el HCD. Recurrió a Morro (a través de su amigo Luis Barrionuevo) y jugó en la interna de los gastronómicos perdiendo por escándalo, en un episodio que aún no terminó porque hay cuentas que no cierran en la UTGHRA. Para un intendente una verdadera devaluación.
Llevó para la foto a Horacio Rodríguez Larreta a una visita protocolar y de pleitesía con el empresario y titular del multimedios La Capital, Florencio Aldrey Iglesias, que resultaría integrante de la primera tanda de vacunados VIP instalado por Ginés González García. Esa es la foto de la mesa chica de conducción política. No salieron favorecidos, no mostraron su mejor perfil.
Quienes han escaneado el largo recorrido político de Montenegro, llegan hasta su alianza con Gabriela Michetti, cuando intentó ganar la intendencia de San Isidro, a la que definía en ese entonces como su lugar en el mundo. Perdió mal con el ¿radical? Gustavo Posse en la zona donde el PRO arrasa.
Luego su “otro lugar en el mundo” pasaría a ser Mar del Plata, su ciudad natal, cuando lo encontró vacante la “orgullosamente bonaerense” ex gobernadora María Eugenia Vidal y lo adosó como su hombre en Mar del Plata. Heidi voló del territorio bonaerense, ahora es diputada nacional por CABA para darle lugar en la provincia a Diego Santilli de reconocida militancia porteña.
Ante la inminencia de las fotomultas que pretende instaurar, no son pocos los que le recomiendan a Guillermo no abusar de ir en contramano. A él le puede salir una fortuna, por más que le gusten las fotos o que sean su debilidad, por distintos motivos.
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