Un manejo sanitario rápido para cuidar el personal embarcado, el acuerdo con gremios y cámaras para evitar despidos y sostener los salarios y mayores controles a la captura ilegal permitieron sortear la crisis.
Fue el primer sector, a un mes del inicio de las ASPO, en presentar un protocolo sanitario para continuar con la actividad ante el Ministerio de Trabajo. El gremio y las cámaras patronales acordaron un programa para sostener el empleo y los salarios en un momento en que el valor del principal producto pesquero exportable, el langostinos, había perforado su mínimo histórico. Se ajustaron los controles del Estado sobre la captura ilegal y se dispuso un nuevo esquema de retenciones para estimular el procesamiento en tierra. El resultado fue mejor al esperado: la actividad pesquera exhibió el año pasado, pese a la crisis sanitaria global, mejores resultados en volumen exportación y actividad que en 2019 y en lo que va de 2021 también supera los registros pre pandemia, y todo sin un solo despido durante la última zafra.
Hoy el 90 por ciento de lo que se pesca se exporta. Las principales especies de exportación son los langostinos, calamar illex, merluza y polaca, que representan un 75 por ciento del valor total, según cifras del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP). El 54 por ciento de las especies que exporta la actividad pesquera es la acuicultura (cría), que es una actividad sustentable, mientras que las cooperativas de pesca artesanal se presentan como una alternativa a largo plazo para desacoplar los precios internacionales de los domésticos en productos de alta demanda interna.
En lo que va del año, a diferencia de casi todo el resto de los sectores donde la segunda ola de contagios por COVID-19 freno la recuperación de la actividad, el sector pesquero acumula una mejora interanual de la actividad del 12,5 por ciento. En exportaciones de langostinos, de acuerdo con las últimas cifras adelantadas a El Destape por el subsecretario de Pesca y Acuicultura de la Nación, Carlos Liberman, hasta el 20 de julio se despacharon 98.500 toneladas, frente a las 98.000 de igual período del 2019, previo al arribo de la pandemia.
La recuperación se alcanzó a partir de una fuerte programación sanitaria, que permite tener actualmente a más del 90 por ciento del personal embarcado vacunado, rápidos acuerdos para protocolos de prevención y de cuidado de los puestos laborales entre el sector empresario y los sindicatos de la actividad.
Un momento disruptivo
Cuando se decretó en marzo el aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO), la actividad económica se paralizó casi completamente. La pesca no fue la excepción, dadas las características de su actividad, siendo incluso una de las más riesgosas. Compartir espacios cerrados (como lo es un barco) durante quince días en alta mar y a distancias que lo ubican a cuatro o cinco días de navegación para llegar a los puertos, convierte a la pesca en una actividad riesgosa para sus trabajadores en caso de contagio. Los protocolos sanitarios homologados por las cámaras y los gremios fueron el primer resorte.
"Se presentó el primer protocolo sanitario que se firmó en Trabajo y en abril, al mes siguiente del decreto que implementó las ASPO, se comenzó a trabajar con intensidad sobre esa base", explica Liberman. Para esto se dispusieron postas de vacunación en los puertos, dado que el personal no podía inscribirse en sus respectivos lugares de origen para la vacunación y estar allí para el momento de la inoculación. "Esto permitió que se alcance actualmente entre el 90-95 por ciento del personal embarcado", explicó el subsecretario en diálogo con este medio.
El otro aspecto que impactó en la actividad fue el económico. Cuando en Europa se cerraron las bocas en las que se expende los langostinos, el principal producto pesquero de exportación argentina, los precios se desplomaron por debajo de su mínimo histórico. A diferencia de otros productos, el langostino tiene un consumo muy vinculado a los eventos (casamientos y encuentros empresarios sociales) como así también a la actividad de los restaurantes.
Para sortear la fuerte caída en los precios, perforando el piso de 2022 (mínimo histórico en los precios internacionales), se acordaron varias estrategias. El convenio colectivo de trabajo de la industria pesquera cuenta con salarios dolarizados y actualizables sobre la base del precio internacional del langostino. "Con la actividad en jaque, se alcanzó un acuerdo entre las cámaras, los gremios y el Estado para asegurar la liquidación de los salarios hasta que se recompusiera la actividad del impacto de la pandemia. No hubo un solo despido durante la zafra anterior", relató Liberman.
El año pasado se exportaron 788 mil toneladas de productos pesqueros, por encima de los 781 mil registradas en 2019. Pese a la fuerte caída de los precios, la mejora en las cantidades permitió amortiguar el menor ingreso de divisas y la diferencia entre el 2020 y el 2019 fue de apenas 50 millones de dólares menos en liquidación. En lo que va del año la tendencia creciente se sostiene, dado que comenzaron a abrirse los nodos de comercialización, mientras que hoy se mantienen los controles sanitarios y los hisopados en la actividad. Los principales destinos de las ventas externas de langostinos son España, China, Rusia, Italia y Japón.
Cambios con mar de fondo
Los productos pesqueros se ubican en el octavo lugar entre las principales exportaciones argentinas y delante de otros como el siderúrgico, el farmacéutico y lo producido en diversas economías regionales. Corresponde tener en cuenta además que ningún otro producto argentino se exporta a tantos destinos diferentes. En las ultima cuatro décadas se colocaron productos pesqueros en 150 países.
Durante mucho tiempo se mantuvo establecido que la mitad de los buques estaban obligados a reprocesar la captura de calamar o venderlo en el mercado interno. Sin embargo, se había detectado que los grandes buques de captura vendían en el producto a alguna empresa en el país (generalmente vinculada) que se encargaba luego de exportarla sin mayor agregado de valor. "La única manera era reprocesar en tierra acá, lo que demostró luego mejorar el nivel de empleo en la costa patagónica", explicó el subsecretario de Pesca y Acuicultura de la Nación. La solución fue escalonar las retenciones para que quienes procesen y generen valor en el país pagaran hasta la mitad que quienes solo exportan las capturas. "Pagaban la misma retención si procesaban o no en el país y es no era justo", agregó Liberman.
También se intensificaron los controles sobre la pesca ilegal, con multas más elevadas y actualizables. Se elevaron las multas de montos de hasta 10 millones de pesos a valores equivalentes a 3,5 millones de litros de combustible. Se capturaron tres buques pesqueros ilegales, la mayor cifra en 17 años. En los últimos cuatro, bajo la gestión de Mauricio Macri, se interceptaron tan solo dos buques en todo el período. La semana pasada el canciller Felipe Solá reclamó ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), la eliminación de los subsidios a la pesca ilegal, mientras que el Gobierno puso la lupa sobre empresas de España y Taiwán que operan sobre el Mar Argentino y el accionar de firmas chinas.
El ranking de naciones que subsidian la actividad lo encabeza China, con 5900 millones de dólares, seguida por Japón, con 2100 millones y Corea del Sur, con 1500 millones. Luego siguen Rusia (1200 millones de dólares), Estados Unidos y Tailandia (1100 millones cada una), Taiwán y España (700 millones cada una), España (600 millones) y Noruega (500 millones). Esos fondos se destina a pesca en alta mar y en aguas territoriales de otros países menos desarrollados y distantes de los de origen de las flotas subsidiadas. El principal ítem subsidiado en el caso de los pesqueros chinos es el combustible, a lo que agregan pagos ínfimos a la tripulación pesquera, lo que les brinda una ventaja competitiva adicional.
Por su parte, la pesca artesanal, a través de cooperativas de trabajo, tiene la posibilidad de producir alimento y comercializarlo a los argentinos en pesos, a diferencia de lo que ocurre con otras producciones, como por ejemplo la carne. En esto también se trabaja desde la Subsecretaría para lograr desacoplar los precios internacionales de los valores en que se comercializa el pescado en el país.
POR CRISTIAN CARRILLO
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