Mejoró apenas 2,6% respecto a abril y mostró recuperar más lento que la oferta tras el relajamiento de la cuarentena. Si el AMBA vuelve a Fase 1, seguirá desplomándose.
El consumo dejó de caer en mayo. No se puede hablar de que haya habido un rebote significativo porque la mejora desestacionalizada contra abril fue de apenas 2,6%, tras un desplome acumulado de 21,2% en marzo y abril. Así, la demanda de los hogares sigue bien en el pozo y registró una contracción de 19,5% en lo que va del año. La potencial vuelta a la fase 1 en el AMBA profundizará la caída.
El dato fue publicado por el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala (ITE-FGA) a través del Indicador Mensual de Consumo (IMC). El gasto de los hogares se movió con más lentitud que el resto de los indicadores de actividad económica en el mes en el que comenzó a relajarse la cuarentena. Mientras que los datos de construcción, producción de automóviles, consumo eléctrico de las industrias y producción siderúrgica dieron cuenta de un efecto rebote desde el lado de la oferta, como consecuencia obvia del relajamiento de la cuarentena, por el lado de las compras de los hogares la reacción no fue tan importante.
Se observa con claridad: el consumo, que cayó 20,9% interanual, trepó apenas 2,6% mensual. En cambio el Índice Construya subió 183,6% respecto a abril, los despachos de cemento 60,2% (el dato está sin desestacionalizar pero una mirada a la serie histórica muestra que la mejora está fuera de lo ordinario para cualquier mayo del pasado), la producción de autos pasó de cero a 4.802 coches, la siderurgia mejoró 81,4% y el consumo eléctrico de la industria pasó de caer 45% interanual en abril a 28% en mayo.
Los números dan cuenta de una hipótesis que ya adelantó BAE Negocios: la oferta reacciona rápido tras el relajamiento de la cuarentena pero el consumo va lento. Si bien los productos esenciales no cayeron en la misma medida, los no esenciales sí y no reaccionan con velocidad al cambio desde aislamiento a distanciamiento. Para colmo, ese cambio de fase luce cada vez más lejos en GBA y CABA, donde se concentra el grueso de la actividad económica. Desde FGA destacaron que "el incremento de casos de Covid-19 y el potencial retorno a fase 1 de cuarentena en AMBA podría volver a golpear al consumo".
PxQ destacó: "Mientras la circulación del virus en el AMBA sigue creciendo y se debate acerca de la posibilidad de volver a Fase 1, en casi todo el país se relajan las restricciones de movilidad. Sin embargo, aunque los comercios vuelven a abrir sus puertas, los datos de movilidad muestran que la demanda se recupera muy lentamente. Este fenómeno también se registra a escala global, donde la demanda de alimentos, bebidas y productos esenciales se recupera a una velocidad superior a la demanda de no esenciales (como entretenimiento y turismo). Al 12 de junio, la circulación a lugares de trabajo (proxy de la oferta), caía 7% en el resto del país, en PBA 33% y en CABA 53%. Es claro que la oferta recupera velozmente. Sin embargo, la movilidad a negocios no esenciales recupera de forma mucho más lenta incluso en las provincias que pasaron de aislamiento a distanciamiento. Llegó a caer 90% en todo el país. Al 12 de junio se ubicaba en 72% en CABA, 65% en PBA y 50% en el resto del país".
La cuarentena tiene un impacto claro en la actividad. Aun así, por ahora las comparaciones con otros países del mundo destacan que aquellos que tomaron medidas más laxas, tuvieron más muertes y caídas de la actividad similares a la local. Eso se ve en los casos de México, Brasil y Chile.
Una investigación reciente, realizada por los economistas de la Reserva Federal, Sergio Correia; de la Reserva Federal de Nueva York, Stephan Luck; y del MIT, Emil Verner, arriesgó algunas hipótesis acerca de por qué flexibilizar no necesariamente aminora la recesión: “El efecto directo del aislamiento es contractivo, restringe la actividad económica. Pero la pandemia por sí misma puede ser más disruptiva para la economía. Muchas actividades que el aislamiento restringe de todas formas podrían no ocurrir, incluso sin aislamiento. Para evitar contagiarse, los hogares cortan el consumo y el trabajo, mientras que los empresarios reducen la inversión en respuesta a la baja de la actividad, la menor demanda y la creciente incertidumbre. Como resultado, el contrafactico sin aislamiento implica una contracción, también”. Y señalan que una cosa es un apagón productivo coordinado y otra cosa, potencialmente peor, es uno no coordinado".
Con el salario y el empleo cayendo, el gasto público intentando traccionar pero con límites impuestos por la macro y las exportaciones en picada, la clave será la capacidad del Gobierno para saltar esas restricciones e inyectar dinero en los hogares.
El ITE-FGA remarcó que las ventas minoristas cayeron 50,8%, según CAME. Que el IVA Neto bajó 21,5% anual, empeorando respecto a los meses previos. Que las importaciones habrían caído 36% anual. Y que el crédito mejoró contra los meses previos pero perdió 1,4% anual.
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