Un informe del Centro de Economía Política Argentina (Cepa) muestra que en algunas categorías de alimentos, bebidas y limpieza, una única empresa se queda con hasta el 90 por ciento de la facturación. Los impactos económicos, políticos y sociales de esta realidad.
"Con nuestros equipos técnicos identificamos alrededor de 65 empresas y seis cadenas de supermercados que tenían a su cargo una proporción muy relevante de la producción y la comercialización de los bienes de consumo masivo en el país".
La cita es del libro Todo precio es político. Su autor, Augusto Costa, fue secretario de Comercio Interior entre 2013 y el final del segundo mandato de Cristina Fernández. La información refiere a las investigaciones que llevó adelante esa secretaría después de su asunción en el cargo, a fines de noviembre de 2013, a fin de obtener la mejor radiografía posible del universo de la fabricación y comercialización de los productos de consumo masivo. El objetivo fue tener en la mano datos con los cuales negociar con los fabricantes y los supermercados la implementación del programa Precios Cuidados. "Se trataba de los principales formadores de precios de la economía argentina", asegura Costa.
Siete años después, el panorama que pusieron al descubierto las pesquisas de los colaboradores de Costa sigue totalmente vigente. Según un trabajo del Centro de Economía Política Argentina (Cepa) exclusivo para Tiempo, en la actualidad, en unas 30 categorías de productos de consumo masivo la facturación corresponde en un 40% o más a una única empresa. Para que sea gráfico: el 91% de la facturación por la venta de caldos saborizantes en el territorio del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) ingresa a las arcas de Unilever. Del mismo modo, el 89% de la facturación por la venta de repelentes en el AMBA es de SC Johnson & Son, que lo consigue a través de sus diversas marcas.
PUBLICIDAD
Se trata de un listado exclusivo del que participan pocas empresas, grandes, con peso económico. La persistencia de esta realidad muestra las dificultades políticas que enfrenta cualquier gobierno que pretenda regularlas. De allí que sin una clara voluntad estatal de intervenir y generar un contrapeso, las empresas se sienten en libertad de imponer sus condiciones, con las consecuencias en el bolsillo de la población, especialmente la más vulnerable, que es la que más gasta de sus ingresos en estos productos.
Según Cepa, cuando se analiza al grupo de empresas que dominan totalmente sus categorías de productos de consumo masivo, salta a la vista que los nombres se repiten. "Se observa una recurrencia de las mismas empresas en varias categorías", observa el informe. "Unilever tiene posición dominante en 6 rubros, algunos de ellos con concentración muy alta, como caldos, desodorantes, jabones; otros con concentración alta, como lavavajillas, shampoo y crema de enjuague". En el caso de Molinos Río de la Plata, "domina los rubros fideos, de concentración muy alta, y arroz y aceites, de concentración alta".
Pero las grandes empresas no sólo participan en las categorías que dominan. Según el informe de Cepa, participan "en otros rubros en los que no tienen una posición dominante pero sí importante". Unilever, por caso, tiene presencia en 12 categorías y, como se vio, domina en seis. Arcor tiene presencia en nueve, Molinos Río de la Plata, en ocho, y Procter & Gamble en seis.
Una radiografía amenazadora
"El mercado de consumo masivo está particularmente concentrado respecto de otros mercados", observa el economista Juan Pablo Costa, del Cepa. Según este especialista, se trata de un mercado en el que los consumidores tienen las manos atadas. "Uno no puede dejar de comprar alimentos y productos de limpieza; puede sí cambiar de marca o de fabricante por cuestiones de precios o de gustos, o eventualmente, dejar de consumir algún producto. Pero más allá de esas 'estrategias' de consumo, hay inelasticidad", observa. Los economistas le llaman 'inelasticidad' a esa realidad. Si de un lado, los consumidores no pueden escapar al gran corral del consumo masivo, del otro "los empresarios saben que tienen un enorme mercado a su disposición", completa Costa.
No obstante el debate entre las distintas escuelas económicas que teorizan sobre la economía moderna, todas ellas coinciden con que la concentración de la producción, es decir, los monopolios u oligopolios, son perniciosos para la marcha de la economía. "La concentración implica una mayor discrecionalidad en la fijación de los precios por parte de esas empresas. En los mercados concentrados los precios no se fijan de manera competitiva sino que son discrecionales. Las empresas ponen el precio que quieren; no hay competencia", observa Costa.
El consumidor, con una experiencia completa en la escuela de la góndola, sabe que algo de esto hay. Un caso registrado en Todo precio es político lo muestra con claridad: cuando se negociaban las últimas líneas de Precios Cuidados, en los primeros días de enero de 2014, las empresas que producían los alimentos, las bebidas, los de tocador y de limpieza -el consumo masivo-, provocaron una estampida. "La especulación de muchas empresas durante las semanas previas (...) había impactado de lleno el poder adquisitivo de las familias". A pesar de ello, se seguían sentando en la mesa de negociaciones con Augusto Costa para definir los últimos detalles del programa.
El control sobre los precios impacta también en la inflación. "La concentración no es su causa unívoca", dice. Y agrega: "Pero sí puede ser un factor adicional muy determinante". Los caminos para ello son variados. De un lado, el impacto directo en los precios que eleva, del otro, influye en los márgenes de rentabilidad de los distintos eslabones de las cadenas productivas. La consecuencia es que "la alta concentración posibilita la consolidación de grandes grupos económicos con fuerza de mercado y capacidad de presión sobre condiciones de mercado y las políticas económicas", indica Cepa.
Claramente, las grandes empresas no están acostumbradas a que les revisen su posición dominante. Los datos sobre esa realidad suelen estar guardados, lejos d ela mirada de los consumidores y el conjunto de la población.
Los grandes fabricantes tienen una pelea propia con las grandes cadenas de supermercados. Hay una pelea permanente por la renta. El viernes pasado, cadenas del interior del país y establecimientos mayoristas sacaron una declaracfión en la que acusaron a los fabricantes de entegarles productos con precios por encima de lo que permiten los programas oficiales Precios Máximos y Precios Cuidados. Por ello, solicitaron al gobierno que se establezca "una mesa de diálogo" junto a proveedores, mayoristas, supermercados, autoservicios y almacenes "para analizar la política de precios".
En el comercio, también
El informe de concentración de Cepa apunta a conocer la situación en las empresas fabricantes de productos de consumo masivo. Pero la situación se xtiende claramente a la comercialización. Como señaló el ex secretario Costa en su libro, seis cadenas de supermercados concentraban buena parte de la venta de estos bienes. De acuerdo con los últimos datos del Indec, la concentración pega de lleno en la comercialización: el 84,3% de la facturación por compras en supermercados la realizan ocho empresas cuyas bocas de expendio suman más de 100 mil metros cuadrados por 68.504 millones de pesos en julio pasado. En contrapartida, el 15,7% restante tiene lugar en 93 empresas que cuentan con una superficie menor y cuya facturación es de 12.232 millones de pesos.
La diferencia entre uno y otro segmento se traduce en una fuerte distancia a la hora de facturar. Mientras que las grandes empresas de comercialización vendieron 25 mil pesos por metro cuadrado abierto, las pequeñas cadenas alcanzaron 19.500 pesos.
Sigue la tendencia
La concentración en la producción de bienes de consumo masivo se acentúa. " La tendencia es a una mayor concentración", advierte Costa, de Cepa. El experto asegura que existen "algunos elementos que son contratendencia. En los años 90 se acentuó la concentración con la venta al extranjero de grandes empresas nacionales, como Bagley y Terrabusi y otras similares, en un proceso más amplio de transnacionalización de la economía. Tras la crisis de 2001-2002 surgen las marcas blancas, las marcas de los supermercados donde, en muchos casos, los productores son pymes. En ese momento se produjo un crecimiento en la cantidad de oferentes del mercado y eso genera una contratendencia. Pero a pesar de ello, hay un aumento de la concentración", concluyó.
El gasto de los hogares se va en alimentos
El informa de Cepa recuerda que el Indec estableció en la Encuesta de Gasto de Hogares (ENGHo), los hogares de muy bajo clima educativo destinan el 36% de su gasto a alimentos, mientras que los hogares con clima educativo medio destinan 22,7%. En cambio, los hogares de clima educativo alto solo gastan en alimentos el 14,8% del total de sus erogaciones.
"La amplia diferencia entre lo que destinan al gasto alimenticio los hogares de diverso clima educativo explica el impacto diferencial que tiene la concentración de productos de consumo masivo, especialmente los alimentos", inidca Cepa.
El estudio agrega que "la elevada concentración conduce a mecanismos no competitivos de fijación de precios y captación de rentas extraordinarias, lo cual impacta de manera notablemente mayor en los hogares de menores ingresos". Es decir, la concentración acentúa la pobreza en los más pobres.
PRECIOS MÁXIMOS
La nueva edición de Precios Máximos tendrá vigencia hasta el 31 de octubre. Hubo aumentos de entre el tres y el cinco por ciento.
Comentá la nota