Desde que asumió la Presidencia Javier Milei, las ventas de leche al mercado interno están cayendo de manera abrupta pese a su importancia en las infancias.
Por CRISTIAN CARRILLO
La pauperización de los salarios ya comienza a afectar a lo que, en economía, se llaman bienes inelásticos. El caso más claro es la leche, que a pesar de aumentar su precio, las familias hacen un esfuerzo para que no falte en la mesa. La Argentina ahora está atravesando la puerta que nos conduce a una tragedia social: desde que asumió Javier Milei está cayendo de manera abrupta las ventas de leche al mercado interno, mientras crecen las exportaciones de leche fluida y en polvo.
Desde enero hasta noviembre de 2023 se registraron caídas de ventas al exterior respecto el mismo mes del año 2022. Las ventas internas, en cambio, crecieron todos los meses con excepción de abril, agosto (devaluación) y noviembre. A partir de entonces, desde diciembre hasta febrero cambiaron ambas tendencias: caídas de ventas de leche al mercado interno de 21,9, 19,8 y 23,1 por ciento, con incrementos de 13,6, 20,9 y 55,9 por ciento en las exportaciones de productos lácteos.
Con la eliminación de todos los controles sobre las exportaciones y el abastecimiento interno explica los abusos y la los saltos en precios. La leche que mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) pasó en marzo 1018,87 a 1210,72 pesos, con un aumento de 18,8 por ciento. La leche en polvo entera de 800 gramos paso de 6.262,71 a 7.086,87 pesos, con un aumento de 13,2 por ciento. En el trimestre acumula un alza de 74,3 por ciento.
Sin leche para argentinos
"El consumo de leche cayó un 15 por ciento en un año producto de la estampida inflacionaria. Por el aumento de precios, mucha gente debió resignar el consumo de leches pasteurizadas, según informaron y ese es un dato muy negativo para la alimentación de los argentinos, dado que es un alimento básico para el desarrollo de los niños y la incorporación de calcio en la dieta", según el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA).
"Esta situación se agrava porque el consumo de este este producto básico se encontraba en niveles históricamente bajos: entre fines de 2015 y principios de 2018, se mantuvo en los niveles más altos de la serie. Luego, registra un pronunciado descenso en paralelo a la crisis económica generada por el sobreendeudamiento macrista (con caída de salarios reales y aumento de la desocupación incluida)", detalló Esteban Ackerman, miembro de la Fundación para el Desarrollo Urbano Sustentable.
"Por su parte, durante la gestión Fernández hubo un primer período, que se solapa con la pandemia, donde creció el consumo de leche, una segunda etapa donde cae y, desde ese piso históricamente muy bajo, en el último año retoma un leve sendero creciente", agregó Ackerman. El investigador señaló que "la profundización de este modelo llevará a los consumidores argentinos a tener que pagar los bienes y servicios que tengan demanda externa al precio internacional, sin importar los bajos costos de producción local".
Una caída de alrededor del 20 por ciento en las ventas de leche es más grave aún de lo que parece. Si dijimos que este producto es relativamente inelástico es porque nadie desconoce la importancia que tiene como nutriente en las infancias. Eso hace que las familias, ante una situación de crisis económica, decidan posponer el ajuste de este consumo recortando en otros bienes o servicios. Solo los sectores sociales más pobres no tienen dónde recortar y deben estirar el litro de leche", concluyó el investigador.
Otros productos clave ausentes
Las ventas en las panaderías de todo el país cayeron un promedio de 45 por ciento, desde principios de enero último. El dato corresponde a un relevamiento hechos por distintos centros de panaderos que desde entonces piden una reunión con los responsables de la Secretaría de Comercio para ponerle un freno al derrumbe.
Si bien el reclamo data desde cuando asumió el gobierno de La Libertad Avanza (LLA), la crisis en las panaderías medianas y pequeñas se profundizó en el último mes cuando se activaron los aumentos de los servicios. “La licuadora del gobierno nos arruinó. Primero licuó a la gente y después, como la gente no tiene un mango, nos empezó a hacer pelota a nosotros”, indicó el presidente del Centro Industrial de Panaderos de Merlo, Martín Pinto.
Pero el golpe más duro que sufrió la industria fue la eliminación del Fondo Estabilizador del Trigo Argentino (FETA), uno de los fondos fiduciarios que el gobierno de Javier Milei hizo caer y que servía para amortiguar el precio local de la harina respecto del valor del dólar. Pero ahora, con la caída de ese fondo fiduciario, “nos dolarizaron los insumos” y los gastos de producción se multiplicaron, agregó. El argumento del Gobierno para dar de baja el FETA fue que “se dilapidaba” dinero del Estado.
Otro producto emblemático es la carne. El consumo aparente de carne vacuna habría totalizado 499,7 mil toneladas res con hueso en enero-marzo del corriente año y habría resultado 17,6 por ciento menor al registrado en igual trimestre del año pasado (-106,9 mil toneladas res con hueso), marcando el registro más bajo de las últimas tres décadas. Así lo consideró CICCRA (Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados) en un informe reciente.
En enero-marzo de 2024 la industria frigorífica vacuna produjo 745 mil toneladas res con hueso de carne vacuna, es decir 7,6 por ciento menos que en el primer trimestre de 2023. Puesto en términos absolutos, se produjeron 61,2 mil toneladas res con hueso menos.
Sin embargo, considerando que las exportaciones de carne vacuna se mantuvieron en torno a las 85 mil toneladas res con hueso en marzo, en los primeros tres meses del año se habrían exportado 245,2 mil toneladas res con hueso, lo que representaría un aumento de 22,9 por ciento interanual (45,7 mil toneladas res con hueso).
En esa línea, el consumo per cápita de carne vacuna habría sido equivalente a 42,6 kilos/año en marzo de 2024, ubicándose 18,5 por ciento por debajo del verificado en marzo de 2023. En tanto, el promedio móvil de los últimos doce meses del consumo aparente de carne vacuna quedó en 50 kilos/habitante/año en el tercer mes del año, es decir 4,2 por ciento por debajo del promedio de un año atrás.
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