El actual gobernador llegó al poder ganando una elección que despertó sospechas y originó denuncias de fraude de su contrincante. Allí, surgieron los cambios del régimen electoral y el nacimiento de la boleta única de sufragio. Luego, las dos elecciones posteriores no dejarían dudas del apoyo al cordobesismo.
Por: Diego Caniglia.
El próximo domingo, Juan Schiaretti le entregará el mando a Martín Llaryora. Así, se pondrá en marcha una nueva fase del cordobesismo que impulsó el propio Schiaretti con su socio político, José Manuel de la Sota, aunque ahora esa expresión para definir la expresión peronista de Córdoba se denomine “partido cordobés”, es decir el peronismo integrado con otros espacios políticos, como el radicalismo, entre otros.
La nueva era que se pondrá en marcha el 10 de diciembre tuvo sus inicios en 1999, con el triunfo de José Manuel de la Sota, después de tres intentos y con la continuidad que logró Schiaretti, después de dos mandatos del fallecido exgobernador.
Sin embargo, los comienzos para Schiaretti en su “fase gobernador” no fueron fáciles. El 2 de septiembre de 2007 derrotó por escaso margen al opositor Luis Juez, en un escrutinio cargado de incertidumbre y polémicas. Hubo denuncias de fraude y masivas movilizaciones en los días posteriores que generaron una profunda crisis política en la Provincia, a tal punto que durante un mes y medio se produjeron protestas en las calles de Córdoba y obligaron al flamante gobernador a impulsar una reforma del antiguo sistema electoral cordobés.
El escrutinio provisorio estableció una diferencia de 1,17% a favor de Schiaretti (Unión por Córdoba) sobre Juez (Frente Cívico y Social), aunque éste último rechazó el escrutinio provisorio al considerarlo fraudulento (hizo hincapié en el corte de luz que se produjo en la sede del Correo, donde se contaban los votos) y recurrió a la justicia, exigiendo la apertura de todas las urnas y el recuento de voto por voto.
En el escrutinio definitivo, la justicia electoral decidió la apertura de 711 urnas cuestionadas (sobre un total de 6.152 mesas), pero no de aquellas sobre las que no se habían realizado impugnaciones. La jueza electoral Marta Vidal fue la encargada de supervisar ese escrutinio, de la misma manera que lo hizo este año, cuando Martín Llaryora derrotó por 3,3 puntos a Juez.
Aunque el líder del Frente Cívico habló de irregularidades en los comicios de este año, no llegó a realizar ningún planteo en la justicia, como en aquella oportunidad, donde llegó a presentar un recurso extraordinario en la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Finalmente, el 4 de octubre terminó el escrutinio definitivo estableciendo la victoria de Schiaretti sobre Juez por un escaso 1,13% (37,17 contra 36,04). ¿La diferencia a favor de Schiaretti? Apenas 17.734 sufragios.
Primer período de transición
Tal vez por ese escaso margen de votos que lo llevó a la gobernación y porque De la Sota era la figura más reconocida del peronismo cordobés, el primer período de Schiaretti se recuerda casi como una transición entre las gestiones de De la Sota. Repasando los diarios de esa época, Schiaretti definía a su gobierno como “progresista” y se encargaba de remarcar que bajo su administración “se llevó agua a todos los rincones de la Provincia”.
Distinto sería el panorama en el 2015, cuando se presentó a las elecciones acompañado por Martín Llaryora como vicegobernador. Esta vez, el triunfo sobre la fórmula Aguad-Baldassi fue por seis puntos y Schiaretti pudo poner en marcha un ambicioso plan de obras públicas que lo mantendría hasta el último día de su mandato y que le serviría para remarcar las diferencias históricas que mantuvo con el kirchnerismo.
Sin embargo, su trayectoria política se coronaría en 2019, tras las elecciones en las que superó a Ramón Mestre y Mario Negri, quienes se presentaron por separado. La diferencia que logró Schiaretti fue la más amplia que alcanzó un mandatario en Córdoba, logrando el 54% de los votos.
Mientras la mayoría del peronismo creía ver en Schiaretti un candidato para las presidenciales, a través de Alternativa Federal, de la cual también formaban parte Sergio Massa, Miguel Ángel Pichetto y Juan Manuel Urtubey, el cordobés dijo que “no podía traicionar a los cordobeses que lo habían votado para ser gobernador”. El “pase” de Massa al kirchnerismo terminó por desarmar la alianza y el encono con el tigrense se mantiene hasta hoy, incluidas feroces críticas durante la campaña electoral.
Sin la posibilidad de ir por otro mandato, Schiaretti se concentró en la última parte de su gobierno en el escenario nacional y dio pelea por la presidencia, aunque quienes lo conocen asegura que su objetivo real se cumplió con creces, luego de obtener el 7% de los votos en la elección general: ser árbitro en la disputa entre Sergio Massa y Javier Milei y convertirse en un actor destacado en la gobernabilidad que necesitará, desde el próximo 10 de diciembre, el líder de La Libertad Avanza.
Comentá la nota