Cuál es la estrategia del jefe de Gobierno para ganar la Presidencia dentro de dos años con una nueva mayoría. Sumar a otros sectores del electorado, abrir las puertas a dirigentes de distintos espacios y repartir el poder, tres de los ejes del esquema larretista. María Eugenia Vidal se prepara para cogestionar la Ciudad.
¿Horacio Rodríguez Larreta es moderado o se hace? Parece una pregunta fuera de registro en un momento en el que el jefe de Gobierno ya estrenó su liderazgo político en Juntos por el Cambio con la imposición de las candidaturas de María Eugenia Vidal y Diego Santilli en los dos principales distritos electorales. Pero la moderación no es sólo un componente predominante de su personalidad: también está vinculada con una estrategia vinculada con el objetivo de ganar las elecciones presidenciales de 2023 por un amplio margen. O por mucho más que un amplio margen.
Quienes lo escucharon al alcalde porteño hablan del “Plan 60″ para referirse justamente a la meta trazada para dentro de dos años: sin un triunfo por más del 60% de los votos en los comicios presidenciales, será imposible tener el suficiente consenso para avanzar con las reformas estructurales que hacen falta en esta Argentina que desde hace décadas hace crecer la cantidad de pobres más que los puestos de trabajo.
Por eso la apelación a superar la grieta surge del convencimiento de Rodríguez Larreta de que Juntos por el Cambio necesita incorporar muchos más sectores a su dirigencia y a su electorado. Superar apenas el 50% de los votos no alcanza. Se requiere más apoyo popular todavía para que la sociedad apuntale los cambios que hay que hacer y lograr las mayorías en el Congreso para llevarlas adelante, según cree el jefe de Gobierno.
Para el larretismo, la acumulación de adhesiones políticas se logra abriendo las puertas de JxC y repartiendo el poder. Es lo que se hizo en la Ciudad de Buenos Aires, el modelo que se quiere replicar a nivel nacional. Hay espacios en la administración de la Ciudad cedidos a la UCR porteña, donde pesa Martín Lousteau, aunque también existen acuerdos con sectores del peronismo, el socialismo y Confianza Pública, el partido de Graciela Ocaña. La lista de candidatos de Juntos Podemos Más es un mosaico representativo de esas alianzas, a la que ahora se incorporó Sergio Abrevaya como décimo postulante a diputado nacional por el GEN de Margarita Stolbizer, quien, curiosamente, acompaña al radical Facundo Manes en su nómina bonaerense.
Los sectores más duros de Juntos por el Cambio, que encabezan Mauricio Macri y Patricia Bullrich, miran de reojo una estrategia de captación de aliados tan amplia. Son más proclives a cerrar acuerdos con los libertarios o peronistas disidentes de centroderecha como Miguel Angel Pichetto que con otras expresiones políticas. Para Rodríguez Larreta, la consigna es sumar, sumar y sumar. Sin prejuicios. “La variedad nos fortalece”, afirman cerca del jefe de Gobierno. Para los allegados al ex presidente, en cambio, esa búsqueda tan variada de respaldos le quita identidad a la propuesta.
El alcalde porteño anticipó la pelea del 2023, que era precisamente lo que no quería Macri, partidario de postergar la disputa que habrá dentro de dos años para definir el candidato presidencial de Juntos por el Cambio y priorizar, en cambio, el triunfo en las próximas elecciones legislativas mediante acuerdos electorales y postulantes consensuados. Según los larretistas, su jefe sintió que tenía que jugar sus fichas ahora para mostrar autoridad y el surgimiento de un nuevo liderazgo. Esa era la mejor señal, advertían, para comenzar a construir una opción opositora más fuerte y multicolor.
Rodríguez Larreta convenció a Macri, con una batería de encuestas, de que sus candidatos Vidal y Santilli eran mejores para garantizar una victoria electoral. En ambos casos, son dirigentes que en los sondeos no tienen un techo tan marcado de votos como Patricia Bullrich y Jorge Macri. Aun así, en el gobierno porteño saben que es un error descuidar al electorado duro antikirchnerista: por eso, más allá de que lo pidió el ex presidente, no podía faltar un candidato del perfil intransigente de Fernando Iglesias, aunque ahora Vidal está lamentando la incontinencia tuitera de su compañero de lista.
En ese armado político donde hay casi un postulante para cada segmento del electorado, será un aporte clave el que brindará Ricardo López Murphy al espacio luego de las PASO, cuando se sume a la lista de JxC que competirá en las elecciones del 14 de noviembre. Los estrategas del jefe de Gobierno esperan que el ex ministro de Economía obtenga una cantidad importante de votos porque recibirá no sólo las adhesiones de centroderecha y liberales, sino también las de quienes se sienten identificados con la línea dura del PRO y preferían una nómina liderada por Bullrich.
Con su audaz movimiento en Capital y Provincia, Rodríguez Larreta necesitaba reforzar políticamente el distrito que administra ante la ausencia de Santilli como vicejefe de gobierno y el avance de su propio proyecto presidencial. Por eso la decisión de Vidal de no competir en el territorio bonaerense le permitió un rediseño del esquema de poder vigente y le posibilitará a la ex gobernadora ser una figura de peso en la gestión de la Ciudad. No estrictamente por la banca de diputada nacional que ocupará desde el 10 de diciembre: será, en la práctica, quien compartirá el mando con Larreta a través de Emmanuel Ferrario, un joven dirigente de su extrema confianza que es el primer candidato a legislador porteño y que será el vicepresidente primero de la Legislatura, es decir, el número dos de Rodríguez Larreta en el esquema de sucesión de la Capital.
Vidal también tendrá sus propios representantes en el gabinete porteño: estiman que en diciembre los legisladores de la Ciudad votarán el desdoblamiento del Ministerio de Justicia y Seguridad, en el que acaba de asumir Marcelo D’Alessandro ante la renuncia de Santilli, para permitir que en la cartera de Justicia desembarque Gustavo Ferrari, quien ya ocupó ese cargo en la gestión de la ex mandataria bonaerense.
En el tablero que desplegó Rodríguez Larreta, y con el poder que le está cediendo, Vidal puede ser una candidata natural a jefa de Gobierno de Juntos por el Cambio en 2023. Algunos insisten en que había un acuerdo político para que ese lugar lo ocupara Lousteau, aunque en el larretismo lo relativizan: “Esa postulación será para el que mejor mida en las encuestas en ese momento o para quien se la gane en las PASO”.
Elisa Carrió sostiene que una de las características de Rodríguez Larreta es su generosidad política e incluso cree que “un líder, si no es generoso, no es líder, aunque lo traicionen después”. Tanto en la confección de las listas como en el andamiaje de poder porteño hubo concesiones por parte del jefe de Gobierno que pueden dejarlo políticamente desguarnecido en la Ciudad si perdiera las próximas elecciones presidenciales.
Sin embargo, en la administración capitalina no hay lugar para los pesimistas. La primera jugada del alcalde de la Ciudad resultó exitosa al lograr imponer sus candidatos porteños y bonaerenses. Ahora falta que la apuesta salga airosa del desafío de las urnas tanto en las PASO como en las elecciones generales. Y recién allí comenzará a rodar el “Plan 60″ para construir una nueva mayoría en 2023. Falta muchísimo, y en dos años puede pasar de todo, pero en las usinas larretistas creen que esa será la última oportunidad para que la Argentina deje de parecer un país inviable.
Por Ricardo Carpena
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