Apenas dos días después de las PASO, las estrategias de los partidos mayoritarios quedaron clarificadas. El lunghismo se pegará todo lo que pueda al macrismo para incorporar hasta el último voto de Claudio Ersinger, mientras que el peronismo intentará concentrar todo lo que pueda del electorado que no votó al pediatra y que llega al 50 por ciento del padrón.
Si bien la diferencia de fuerzas es importante, la polarización es contundente. Dentro del espectro peronista de la ciudad, la lista del PJ-Frente para la Victoria acapara la mayoría de los votos. Raúl Escudero obtuvo menos votos que los votos en blanco y menos de la cuarta parte de los votos de Bossio. El mutualista no consiguió meterse en la pelea principal como sí lo hizo su referente provincial, Felipe Solá.
Por su parte, Lunghi dejará de lado sus diferencias con Mauricio Macri y con Eugenia Vidal para que no se le escapen votantes de las zonas más pudientes de la ciudad. Durante la campaña, el radicalismo repartió más boletas de Macri (PRO) que de Sanz (UCR) y se preparó para lo que vendrá ahora: un armado de corte vecinalista que tratará de retener los votos del macrismo más allá de las supuestas diferencias ideológicas y arraigos partidarios. Por primera vez en más de un siglo, la UCR no tendrá candidato a presidente. Tampoco tendrá candidato a Gobernador. La UCR local ya está acostumbrada a esta orfandad institucional.
Si bien muchos hablan ya de un clásico “radicalismo vs. peronismo”, lo que se viene se parece más a una puja entre sectores conservadores y populares, al estilo de los enfrentamientos más viejos de la república, esos que a principios de siglo 20 dieron lugar al radicalismo yrigoyenista y vivieron una corta primavera con la socialdemocracia de Ricardo Alfonsín.
Lunghi no conserva del radicalismo popular más que una boina y un par de frases. Por el contrario, ha asumido en forma anticipada (12 años de mandato) eso que ahora parece haber descubierto el asesor Durán Barba para su pupilo porteño. El pediatra leyó rápidamente la ciudad y la enseñanza de mandatos ininterrumpidos de zanatellismo y construyó el vecinalismo “a la carta”, politizando al extremo el ejercicio del poder y despolitizando al extremo el discurso.
Bossio, encabeza una lista donde abrevan peronistas tradicionales pero también las nuevas generaciones y agrupaciones que se identifican más con el modelo kirchnerista que con el justicialismo histórico. Y desde este lugar, se identifica claramente con las demandas populares, con la creación de empleo y con las políticas de suelo y vivienda.
Uno ofrecerá las obras “de detalles” para quienes tienen gran parte de su vida privada resuelta y que en Tandil son mayoría y el otro ofrecerá políticas de fondo para quienes no llegan aun al piso de bienestar y buscan trabajo, tierra y techo. Uno apuesta al radio más densificado y solvente de la sociedad; el otro apuesta más a las zonas en desarrollo que requieren más de las políticas de Estado.
En este sentido, el lunghismo reforzará las propuestas de sofisticación de la ciudad mientras que Bossio y su equipo intentarán poner la agenda en las necesidades primarias. Los nuevos eslogans y estéticas de campaña no cambiarán esta diferencia de fondo que se hará evidente a cada paso y con cada prioridad asumida.
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