Ningún espacio político, a juzgar por las proyecciones, tendrá mayoría propia en ninguna de las dos cámaras y necesitará negociar para sacar leyes. Si Javier Milei gana las elecciones, la necesidad de acordar será mucho mayor que si les tocara gobernar a Patricia Bullrich o a Sergio Massa.
Juan José Domínguez
Patricia Bullrich, Sergio Massa y Javier Milei son los tres candidatos con más chances de alcanzar la Presidencia de la Nación. Sin perjuicio de quién de ellos vaya a gobernar el país a partir del 10 de diciembre, el Congreso al que deberán apelar para implementar su plan de gobierno se presentará dividido en dos grandes bloques, como ahora, que son Juntos por el Cambio y el Frente de Todos (Unión por la Patria) y con un crecimiento de La Libertad Avanza, de sus apenas tres diputados a una bancada con relativo poder.
Todo gobierno necesita del Congreso para funcionar, no solamente porque la República funciona así, de acuerdo con el diseño institucional de la Argentina, sino porque en los hechos muchas de las decisiones de una gestión deben ser validadas por las cámaras de Diputados y de Senadores. Por ejemplo, nombrar jueces, cambiar el sistema electoral, crear impuestos, modificar el Código Penal y muchas otras cosas.
Los presidentes pueden dictar decretos para disponer determinadas medidas, sí, pero no todas. Además, el Congreso tiene como misión analizar la legalidad de tales decretos e inclusive puede llegar a rechazarlos si junta las mayorías para hacerlo y el oficialismo no tiene la suficiente fuerza numérica. También puede echar a un presidente por mal desempeño, a través del mecanismo de juicio político que establece la Constitución.
Por eso, las elecciones generales del próximo domingo no solamente son importantes porque se elige quién será el presidente de la Nación sino también cómo se conformarán las dos cámaras del Parlamento.
¿Cuánto arriesga cada espacio político?
En la Cámara de Diputados el Frente de Todos (así se sigue llamando la bancada oficialista pese al cambio de sello para las elecciones, Unión por la Patria) tiene 118 bancas y es la primera minoría del cuerpo, a 11 de la mitad más uno, 129, que es el número necesario para iniciar una sesión (quórum).
De esos 118 diputados oficialistas se van en diciembre 68, es decir que el Frente de Todos arriesga el 58% de su fortaleza legislativa en la Cámara baja. Juntos por el Cambio, a su vez, pone en juego menos de la mitad de sus bancas, el 47% de sus 117 escaños.
En el Senado, en cambio, es el cambiemismo el que pone más bancas en juego, el 33%, contra el 29% del peronismo.
Los oficialismos, cuando no tienen mayoría propia —como en este caso y como en el caso de Cambiemos durante los cuatro años de la presidencia de Mauricio Macri—, forman mayorías atándolas con alambre. Y para ello deben negociar. Y la manera de hacerlo es apelando a la voluntad de los partidos provinciales y de otros espacios nacionales, como el peronismo no kirchnerista o el socialismo.
En Diputados, se van 3 de los 8 legisladores que representan a espacios provinciales y 3 de los 6 peronistas federales. En cambio, siguen hasta 2025 los tres diputados de La Libertad Avanza y los cuatro del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT).
En el Senado terminan su mandato dos de los tres aliados del Frente de Todos en las votaciones: la misionera Magdalena Solari Quintana y la riojana Clara Vega, que fue elegida en 2017 en la boleta de Cambiemos pero en el gobierno de Alberto Fernández abandonó la oposición para colaborar con el oficialismo en las votaciones.
También terminan su mandato dos de los cinco senadores que en febrero abandonaron el Frente de Todos, molestos por la conducción de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner: el jujeño Guillermo Snopek y la puntana María Eugenia Catalfamo.
En el transcurso de un gobierno siempre hay movimientos: opositores que dejan de serlo, como Clara Vega, y oficialistas que se pasan a la oposición, como los peronistas que abandonaron el Frente de Todos o como la quincena de diputados que en 2016, liderados por Diego Bossio, se fueron del Frente para la Victoria para formar un bloque que respondiera a los intereses de los gobernadores del PJ y ya no de Cristina Fernández de Kirchner.
Esos movimientos, con un mercado de pases siempre abierto, pueden producirse en un hipotético gobierno de Bullrich, así como en uno de Massa o de Milei.
Pero dejando de lado la futurología, lo cierto es que en ambas cámaras del Congreso, si uno proyectara el resultado de las PASO, seguirán predominando el cambiemismo y el peronismo aunque la bancada libertaria pasará a contar con una considerable cantidad de bancas.
“Con estos números estaríamos en condiciones de tener 8 bancas de senadores y más de 35 diputados”, dijo Milei el domingo 13 de agosto a la noche, tras ser el precandidato presidencial más votado de las PASO. Sin embargo, las bancadas libertarias en ambas cámaras podrían ser aún mayores.
De acuerdo con una proyección elaborada por la periodista especializada Carolina Ramos, acreditada en el Congreso para el diario La Voz del Interior, Milei podría alcanzar las 40 bancas. Juntos por el Cambio pasaría a la delantera y se convertiría en la primera minoría con 106 diputados, mientras que el actual Frente de Todos (o Unión por la Patria) quedaría con 94. El cambiemismo, así las cosas, perdería 11 bancas y el peronismo, 24.
En el Senado, La Libertad Avanza pasaría de 0 a 8 bancas (dos por Jujuy, dos por La Rioja y dos por San Luis, una por Formosa y otra por San Juan). El Frente de Todos, a diferencia de Diputados, podría mantener sus 31 senadores. En cambio, Juntos por el Cambio perdería 6 y bajaría de 33 a 27.
La conclusión es que ningún espacio político, a juzgar por las proyecciones, va a tener mayoría propia en ninguna de las dos cámaras y, por ende, tendrán que negociar para sacar leyes. Si Milei es presidente de la Nación, la necesidad de negociar es mucho mayor que si les tocara gobernar a Bullrich o a Massa.
No es lo mismo tener 106 diputados propios y estar a 23 del quórum (este sería el caso de Juntos por el Cambio) que tener 40 bancas y tener que negociar para conseguir la buena voluntad de al menos 89 diputados de la oposición (este sería el caso de La Libertad Avanza).
En el Senado, lo mismo: el Frente de Todos, si Massa llegara a la Presidencia y si se repitieran los resultados de las PASO, debería conseguir el apoyo de seis senadores (tendría 31 y el quórum se obtiene con 37 presentes en el recinto); si fuera Milei, debería apelar a la buena voluntad de 29 senadores. Difícil.
Pero, por ahora, todo esto es hilar muy fino, ya que todo está por verse. El próximo domingo, a partir de las 21, cuando empiecen a difundirse los resultados oficiales, se comenzará a saber cómo será el futuro Congreso. Lo que sí está claro es que, para que pueda funcionar, gobierne quien gobierne, las alianzas políticas no serán necesarias: serán fundamentales.
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