Con sus rémoras, Cristina retoma la palabra y tematiza la agenda política. El armado del gobernador para eludir escenas que lastraron al gobierno de Alberto Fernández. La reconfiguración del campo opositor.
Por: Sebastián Lacunza.
Un activo crucial de Javier Milei es el desconcierto que provoca en la escena política, tanto entre aliados como entre neutros y rivales. Los primeros no terminan de saber cabalmente hasta qué punto pueden incidir y cuánto los necesita la reducida mesa chica presidencial; los adversarios y enemigos lidian con un personaje que por momentos luce vulnerable por su incapacidad política e intelectual y, en otros, se muestra audaz para doblar la apuesta y avivar el vínculo con su base electoral.
Desde los estudios de TV, el panelista anarcocapitalista le puso el cuerpo a una era de derribo de tótems, exacerbación individualista, pandemia y furia contra blancos fácilmente estigmatizables. Su violencia y su crueldad con el débil fueron una fiesta para los principales grupos mediáticos. Entre insultos y extravagancias, Milei tuvo la habilidad de bautizar a un rival y cancelarlo en el mismo acto: la casta.
El pseudo rebelde de la tele se convirtió en Presidente y conserva el don del desconcierto, que antes descolocaba a sus colegas de “Intratables” y hoy —cada vez menos— lo hace con sus opositores políticos y sindicales.
Formas de abordar a Milei
A seis meses de iniciado el Gobierno, son claramente identificables quienes se volcaron a los brazos del ultra para transformarse en sus divulgadores, despojados de veleidades del pasado: el PRO, la derecha de la UCR, los socios en Papel Prensa, Daniel Scioli, Osvaldo Jaldo y el irascible Tronquito de Neura.
Los del medio, agrupados en los bloques “Déjese ayudar, Presidente”, expresan el afán correctivo de salvar a Milei de Milei, con la abnegación patriótica de dejarse llamar “ratas”. Creen que una “mafia” rodea al mandatario, que es “autocrático” e “insensible”, destruye al empleo y a la industria, incurre en “permanente mala praxis” y a sus proyectos se los redactan estudios privados. Todos ellos defectos que suenan inhabilitantes, pero le quieren “dar las herramientas”. Conmovedor.
En el campo verdaderamente opositor, es tiempo de transiciones. Hay coordinaciones de estrategia por ahora indecibles por cuestiones de conveniencia. Subsisten cuentas no saldadas, liderazgos vacantes e intereses de propios y extraños que buscan obturar el perfil que ponga un freno a la peligrosa aventura libertaria.
Martín Lousteau navega contra la corriente de la gran mayoría de los diputados, senadores y gobernadores del partido que preside, la Unión Cívica Radical (UCR). A la hora de puntear intendencias y dirigencias partidarias de las provincias, el senador por la Capital Federal ya deja de estar tan sólo. Su currículum detalla vaivenes que conspiran contra la previsión de sus pasos, pero puesto a argumentar, sostiene postulados coherentes con los principios de Raúl Alfonsín para rechazar el destino de “sociedad espantosa” —como suele decir entre los suyos— al que conduce Milei.
Hay una cuenta atendible en la mirada del presidente de la UCR. El mercado de la derecha está superpoblado. La votación en el Senado sobre la ley Bases brindará una oportunidad de saber hasta dónde está dispuesto a emprender un rumbo distinto del que llevó a su partido a ser un socio menor de Macri y, ahora, un ornamento despreciado por Milei.
Varios líderes de la Confederación General del Trabajo (CGT) califican para lo que el Presidente y sus votantes definen como “casta”. Otros, en absoluto, pero todos, buenos o malos, padecen a una gran prensa que se vuelve inquisidora en el instante en que le toca entrevistarlos, en contraste avieso con el tratamiento sumiso a empresarios y políticos conservadores.
Estación Constitución durante el segundo paro contra el Gobierno de Javier Milei, el 9 de mayo de 2024 Juan Ignacio Roncoroni/EFE
Las valoraciones sobre los sindicalistas son libres, pero el dato incontrastable es que las centrales de trabajadores argentinas llevan en su haber de 2024 dos huelgas generales de alta significación, una de ellas, con acto multitudinario, amén de una presencia sensible en protestas de otra índole (24 de marzo, marcha universitaria). En una era capitalista de relaciones laborales flexibilizadas, cuentapropismo y home office, ¿cuántos movimientos sindicales de América tienen la capacidad de llamar a un paro y mostrar postales de ciudades desiertas?
Los dirigentes sindicales, buenos o malos, padecen a una gran prensa que se vuelve inquisidora en el instante en que le toca entrevistarlos, en contraste avieso con el tratamiento sumiso a empresarios y políticos conservadores
Habla Cristina
Si se alude a la oposición, hay que hablar de Cristina. Guste o no, tiene ascendencia sobre una porción minoritaria pero atendible del electorado, y conserva el puntero que fulmina desmarques dentro del campo “nacional y popular”.
La expresidenta abandonó el ostracismo con tres apariciones recientes. Primero, en un acto en Quilmes organizado por la intendenta Mayra Mendoza, para dejar claro que en la disputa entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof, se queda con su hijo. El martes, en un encuentro en el Instituto Patria, para reafirmar su territorio y reparar los desmanes de los hermanos Milei cuando desmontaron el Salón de las Mujeres en Casa Rosada. Ayer, en el mismo sitio, encabezó una reunión con curas, religiosos y cristianos en opción por los pobres, en memoria del padre Carlos Mugica.
Axel Kicillof, su familia y Cristina Fernández de Kirchner, en el acto de reasunción del gobernador bonaerense, en diciembre de 2023 X
Con más agudeza en su presentación en sus oficinas del barrio de Congreso que en Quilmes, Cristina volvió a mostrar sus artes como oradora. No se desprendió del todo de las precarias ideas económicas que acompañaron sus últimos años, ni de sus obsesiones por la interna, ni su revisionismo de corto alcance, pero utilizó el cincel para perfilar al Presidente y sus verdaderas intenciones. “Nosotros vamos a hablar de Milei”, repiten quienes están a su lado. Y la expresidenta mostró cómo.
No en vano, Cristina ha sido una de las líderes más importantes y populares de la democracia, con una capacidad excepcional para delimitar el terreno y dividir aguas.
En El Arte de la Guerra, el Maestro Sun explica que no vale la pena ni intentar dar la batalla si no se conoce al enemigo.
Analizá al adversario para conocer el alcance de sus planes; provocalo para comprender el principio que rige sus movimientos; hacé que muestre sus disposiciones para averiguar la viabilidad del terreno de combate; ponelo a prueba con el fin de advertir la fortaleza o debilidad de su asentamiento.
Cristina separa la hojarasca que ofrece el repertorio de Milei y lo ubica en una dimensión política: un personero de “un modelo neocolonial del sigo XXI”. Cuando nombra y describe escenarios, la expresidenta, incluso en sus horas bajas, recentra la política.
En sus tres intervenciones, la exmandataria puso el foco en el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) y lo llamó “nuevo estatuto legal del coloniaje”. Repasó sus términos y los contrastó con medidas de incentivo al gran capital que su propio Gobierno había barajado. Aclara siempre: ella, de comunista, nada.
Cristina separa la hojarasca que ofrece el repertorio de Milei y lo ubica en una dimensión política: un personero de ´un modelo neocolonial del sigo XXI´ Cuando nombra y describe escenarios, la expresidenta, incluso en sus horas bajas, recentra la política
Las críticas circulaban entre diputados y senadores opositores, pero el RIGI ya había avanzado en la Cámara Baja con el auspicio de gobernadores patagónicos y legisladores amigables que parecen no tener idea de lo que negocian. El articulado de la ley Bases resulta escandaloso incluso para los términos de un país dispuesto a abrir sus recursos naturales al capitalismo global. Hay elementos para argumentar que el articulado del RIGI que ideó Federico Sturzenegger y redactaron los estudios jurídicos corporativos concede prerrogativas que ni siquiera habían sido solicitadas como condición de inversión por grandes conglomerados internacionales interesados en Vaca Muerta. La voracidad pudo haber jugado una mala pasada. Habló Cristina y el RIGI, tal como está redactado, está en veremos.
La expresidenta no se detiene demasiado en las aristas estrambóticas y violentas del ultraderechista. Expone con sorna las extemporáneas obsesiones presidenciales contra el comunismo y el tuit de madrugada. La jefa del peronismo acierta el tono cuando dibuja a Milei como un dogmático trasnochado antes que como un fascista, lo que parece molestarle más al inquilino de la Casa Rosada. O, en palabras de Myriam Bregman, “un gatito mimoso del poder económico” antes que león del anarcocapitalismo.
Cristina reapareció para corroborar su poder tematizador de la política y su capacidad de convocatoria, pero también sentó posición sobre la interna bonaerense.
Cuentas pendientes aceleran el choque
Dejó heridas la escena de Quilmes, dos sábados atrás, con el escenario monopolizado por la expresidenta y Mayra Mendoza, un backstage al que se sumaron Wado de Pedro y Máximo Kirchner, con Kicillof y buena parte de su gabinete sentados en el llano, ni siquiera mencionados.
Quienes la quieren y quienes la padecen miden cada señal. Le cuentan uno a uno a quién nombró al pasar, a quién saludó con calidez o frialdad, a quién ninguneó, a quién regaló una selfie y sus maldades. La exmandataria mencionó de entrada al intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, el antimaximista más enjundioso que impulsa a Kicillof a jugar la propia. Le envió su agradecimiento por el recuerdo de la victoria de Néstor Kirchner en su nombre y en el de sus hijos, sutileza de “la jefa” celebrada en el entorno de Máximo.
Axel Kicillof y el intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi, durante una entrega de viviendas, el 6 de mayo de 2024 Gobernación de la Provincia de Buenos Aires
Hasta hace poco, primaba la idea de que una disputa abierta entre Kicillof y Cristina estaba fuera del margen de lo posible. El gobernador bonaerense acaso sea el único dirigente al que la expresidenta promovió para que adquiriera vuelo propio, al punto de que fue autorizado y premiado tras enfrentarse a intocables del mundo Kirchner, como Julio de Vido y Guillermo Moreno. De su lado, Kicillof fue durante mucho tiempo el inspirador económico de los argumentos de Cristina. Levantó la bandera de causas difíciles como la estatización de YPF y los holdouts de Paul Singer, y valió como una carta inexpugnable ante acusaciones de corrupción, algo que mal no le venía a la exmandataria.
Cristina era relatada como “enojada” con la pelea entre su hijo y el gobernador, más propensa a acordar con los argumentos y las prácticas del segundo que con la alianza entre el primero y Martín Insaurralde, pero a la vez, imposibilitada de romper lazos familiares. Los tiempos parecen haber aclarado la percepción.
Heridas de Quilmes
El inequívoco significado de la presencia de Cristina en Quilmes en un encuentro destinado a ningunear a Kicillof es leído por uno de los principales allegados al gobernador como “un crimen político que no puede quedar impune”. “Cinco meses callada ante las atrocidades de Milei y reaparece en modo ‘rock star’, en clave conspirativa, sin darse cuenta de que hay una situación de hartazgo”, agrega.
Hay integrantes del gabinete provincial que hablan de La Cámpora como “un ente residual” y no están dispuestos a frenar ante la predilección de la expresidenta.
El inequívoco significado de la presencia de Cristina en Quilmes es leído por uno de los principales allegados a Kicillof como 'un crimen político que no puede quedar impune'
Fuentes de diversa procedencia que hoy abrevan en el kicillofismo explican los movimientos de La Cámpora como meras búsquedas de cargos y presupuestos, sin intenciones ideológicas. Señalan que el dominio de Máximo de la jefatura de la Cámara de Diputados Bonaerense está asociado a asegurarse un presupuesto abultado y exento de los controles que tiene un ministerio. Tan apetecible, que el hijo de la expresidenta rompió un pacto con Sergio Massa para que un hombre del Frente Renovador compartiera la conducción del cuerpo.
En Quilmes “quisieron mostrar una camporización de Cristina y un apriete a Axel para subordinarlo vía destrato”, evalúa la fuente próxima al gobernador. En el otro campo, una voz con terminal en el Instituto Patria coincide a su modo. “Fue feo, pero quedó claro que pelear contra Máximo y contra La Cámpora es pelear contra Cristina. Se acabó esa boludez que decían que era neutral”.
Andrés “el Cuervo” Larroque, ministro de Desarrollo de la Comunidad, y Carlos “Carli” Bianco, ministro de Gobierno, son señalados por el sector maximista como los responsables de una estrategia que va a llevar al gobernador bonaerense a “quedarse sin nada”. También entre quienes orbitan en el Instituto Patria decían hasta pocas semanas atrás que un choque entre Kicillof y Cristina era algo que no correspondía a la naturaleza de ambos. Ya no.
El armado kicillofista
Bianco acaba de lanzar el Frente Popular Patria y Futuro que agrupa a algunos intendentes y el grupo con el que creció Kicillof en política, con mayor raíz en la izquierda que en el peronismo. Ese sello convive en buenos términos con La Patria es el Otro, creado por Larroque cuando dejó La Cámpora.
Ambos están organizando el “Plenario Abierto La Patria no se Vende” en la Universidad Arturo Jauretche, de Florencio Varela, el próximo sábado. Se espera la presencia de intendentes, dirigentes territoriales y buena parte del gabinete provincial.
“No nos invitaron, nos enteramos por redes sociales”, indica el dirigente maximista. La Cámpora y el Instituto Patria no decidieron su participación, siquiera como testimonial, que será dilucidada en conjunto para todo el espacio. Si conceden, Kicillof cerrará la jornada con un discurso, y los discípulos que siguen a Máximo Kirchner tendrán que aplaudir.
Axel Kicillof, en la inauguración del Museo Casa Evita, el 7 de mayo de 2024 Gobierno de la Provincia de Buenos Aires
La postura que bajó Máximo en La Cámpora de no referirse en público a la pelea con Kicillof es relatada en términos muy distintos por encumbrados miembros del gabinete provincial. Hay altos funcionarios que responden al hijo de la expresidenta que no obedecen a los mandos naturales de un Ejecutivo, con los que hasta resulta difícil comunicarse. Sería la repetición del desquicio que lastró al Gobierno de Alberto Fernández. La estrategia tuvo a Larroque como punta de lanza, al menos hasta 2022. El ministro bonaerense hizo pública su mirada crítica sobre lo actuado.
En un aguerrido discurso en la Quinta de San Vicente, Larroque aludió a “tres ñatos que mandan whatsapp” con la supuesta estrategia demarcada por Cristina. Esos whatsapps coordinan acciones, presencias y desplantes. Los “ñatos” apuntados son el diputado provincial Facundo Tignanelli, el senador Emmanuel González Santalla y el referente de Hurlingham y diputado bonaerense Martín Rodríguez.
La fuente cristinita descarta cualquier animadversión contra Kicillof. “Nosotros queremos que él sea candidato a presidente, pero que esté dispuesto a abrazar a todo el mundo y que acepte los condicionamientos de formar parte de un espacio. Se está encerrando cada vez más, ya casi no tiene a ningún intendente”, describe. “La venganza de Carli le va a hacer perder la Presidencia a Axel”, sentencia la voz, en alusión a aquella exigencia de Cristina tras la derrota electoral de 2021, que forzó al gobernador a desprenderse de Bianco, su alter ego, para colocar en la jefatura de Gabinete a Insaurralde, un operador turbio antes de que se dejara fotografiar en Marbella.
La jugada maestra pergeñada por Máximo y Cristina “para darle volumen político al gabinete” casi termina en catástrofe, cuando la doble vida millonaria del exintendente de Lomas de Zamora quedó al descubierto, en 2023. Ese escándalo obsceno, que no motivó hasta ahora mención alguna ni de la madre y ni del hijo —entre otras cuestiones, porque La Cámpora sigue articulando con Insaurralde—, llevó a Kicillof a convencerse de que debía independizar su destino del del hijo de la expresidenta, como instinto de supervivencia.
Kicillof no aludirá a la interna ni abjurará en nada de la valoración de Cristina. Su eje es la resistencia al Gobierno de Milei. Al frente de la provincia que habita más de un tercio de los argentinos, el gobernador teje vínculos con sus pares y un amplio arco de dirigentes, incluso algunos ubicados en la vereda de enfrente del kirchnerismo.
El obsceno escándalo de Insaurralde, que no motivó mención alguna ni de la madre y ni del hijo —entre otras cuestiones, porque La Cámpora sigue articulando con Insaurralde—, marcó un hito que llevó a Kicillof a pensar que debía separar su destino
La necesaria transversalidad del posmileísmo no llevará a Kicillof a abandonar su identidad personal, aclara otra voz que conoce el pensamiento del gobernador.
En su entorno anotan otro mensaje cifrado de Cristina durante el acto en Quilmes. La expresidenta repitió con énfasis que ella no acepta las identidades “izquierda” y “derecha”, a las que catalogó como categorías de los “colonizadores” (?). Uno de los desencuentros ya saldados con Máximo y La Cámpora fue la elección del lema de campaña “derecha versus derechos”, que Kicillof enarboló en su exitosa campaña electoral de 2023 y sigue utilizando.
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