Del Power Point secreto a las charlas con el presidente. Su nueva oficina y por qué no está en pareja. Su gabinete y su mirada sobre la reelección de Macri.
Sobre su flamante oficina, sobre la Avenida Libertador a dos cuadras de la estación de Retiro, se la va exhausta pero feliz. La mudanza al Museo Ferroviario fue la segunda en un año, tras dejar la Casa de la Provincia y, antes, el piso 19 del Bapro. Llevó todos los dibujos de sus hijos y hasta la pequeña Heidi con el abuelito que le regaló Julio Conte Grand, el Procurador General bonaerense, antes de dejar su cargo como secretario Legal y Técnico. A pesar del cansancio, María Eugenia Vidal conserva el humor y su sonrisa, que siempre viene acompañada de un movimiento de manos. “Fue un año muy duro”, no duda en confesar. Apenas a unos metros de ella sus dos mejores amigos, que trabajan en la secretaria privada y en el área de Internacionales, suelen custodiarla cotidianamente, una contención indispensable para su vida. Cuando habla de su futuro político, descarta, aunque en rigor siquiera lo evaluó, ser candidata a presidenta.
Esta vez, además de negarlo tajantemente, agrega un interrogante: “Los que quieren que sea candidata a presidenta no pueden responderme quién va a ser candidato en la Provincia”. Además, afirma que no hay posibilidades de que alguien, que no fuera Mauricio Macri, gane con la marca de Cambiemos. Una encuesta reservada del oficialismo, que no quiere mostrar la Casa Rosada, no dice lo mismo: la distancia entre el presidente y la gobernadora llega hasta 15 puntos en la Provincia y más de 10 a nivel nacional en todos los escenarios. Incluso en un ballottage con Cristina Kirchner. Vidal no cree en esos números y piensa que las encuestas son apenas una “foto de hoy”. “Nadie puede garantizar la reelección de Mauricio pero creo que vamos a ganar”, concluye. Su relación con el presidente sigue siendo una prioridad para ella. Lo defiende, con más fuerza aún, en privado que en público. En los últimos meses lo vio más veces en Olivos que en Los Abrojos, la quinta familiar. Más la sorprenden los llamados nocturnos de Macri, después de las 22. En esas charlas la política tiene menos espacio que la vida personal. Se contienen mutuamente ante las inclemencias del poder y la gestión diaria.
“Mauricio trabaja mucho, a veces te llama desde el sur, y le termino diciendo “¿por qué no te desenchufas?”, le cuenta a sus íntimos. Vidal: "Hoy nadie tiene el triunfo asegurado en 2019" La gestión. Metódica y autoexigente, en estos días volvió a abrir un viejo archivo Power Point que se había armado, de manera secreta, con los objetivos que se trazó en enero de este año para compararlos con los números fríos de su gestión en diciembre. “A pesar de la crisis cumplí con la mayoría de ellos”, se sonríe. “La línea dura anduvo bien”, confiesa. Y apunta a las áreas sociales: Salud, Educación, Seguridad, Justicia y Desarrollo Social están al tope de su satisfacción. Entre sus hitos, destaca la reforma judicial, el Same (que llegó a 89 municipios), la segunda etapa de la reforma de la Bonaerense, entre otros. “Además pude mantener las obras que están en ejecución, a pesar de todo”, acota, tras un gesto de satisfacción con el ministro de Infraestructura, Roberto Gigante.
El gabinete. A pesar de los rumores, Vidal no tiene intención de cambiar su staff de ministros. Se divierte con muchos de ellos, a quienes considera muy cercanos, y habla de Gabriel Sánchez Zinny (Educación), quien será, a fin de año, el único ministro que recorrió los 135 municipios. También habla de otros ministros, entre ellos Andrés Scarsi (Salud), a quien le adjudica haber ordenado un área sensible que en los primeros años, con Zulma Ortiz, se transformó en un caos para la gestión. También se tranquiliza de que Marcelo Villegas (Trabajo) no haya tenido que migrar a Nación. “Ojalá que Mauricio no me lo pida”, vociferaba la semana pasada. A Hernán Lacunza (Hacienda) siempre le dio un papel preponderante, aunque en los últimos meses consiguió enemistarse con medio gabinete por divergencias en la gestión, entre ellas el reparto de fondos frescos para los ministros. La estrategia de Vidal para contener el frente social La línea dura de los peronistas están siempre en su haber: Cristian Ritondo (Seguridad), Gustavo Ferrari (Justicia) y el omnipresente, y acaso su mesa chica real, jefe de gabinete, Federico Salvai, a quien delega todas las negociaciones políticas más sensibles. Para la gestión, Salvai sumó al “Golden boy” vidalista Emmanuel Ferrario (ausente con aviso en la fiesta íntima del vidalismo en un boliche de la Costanera), quien se ocupa de ser el “facilitador” de la gestión, una suerte de Gustavo Lopetegui con mejores formas y sensibilidad social. A pesar de su confianza en el gabinete, quiere que muchos de ellos salgan a los medios de comunicación. La obsesiona que comuniquen las obras que se están haciendo, en particular en 25 municipios que no gobierna Cambiemos. Uno de los apuntados es Fabián Perechodnik, el secretario General, quien dio su primera entrevista a un medio nacional en PERFIL hace dos semanas. Otro al que quiere en la cancha mediática es Federico Suárez, el ministro de Asuntos Públicos que se ocupa, entre otras cuestiones, del discurso y la micro comunicación. Sigue siendo una incógnita para el chat de Telegram del gabinete si Leonardo Sarquis (Agroindustria) se tiñe el pelo aunque se llenó de felicitaciones a Santiago López Medrano (Desarrollo Social) por el reciente nacimiento de su hija Catalina así como para Ritondo por un divertido video sobre el día del Policía. Cómo creció el patrimonio de María Eugenia Vidal, según su declaración jurada Vidal privada. En lo que refiere a su vida personal, sigue sola. Piensa que no tendría tiempo para dedicarle a otra persona ya que, entre sus tres hijos – su total prioridad – y las reuniones y cenas con intendentes y funcionarios le queda poco tiempo libre. En su tiempo libre sigue sin hacer deporte. Su vieja bicicleta fija, que le regaló Macri en 2011 para la campaña como vicejefa porteña, al menos se movió de su cuarto, donde se había transformado en un perchero de lujo, y fue a parar a otro lugar de su casa en la base aérea de Morón. "No voy a empezar deporte ahora con el poco tiempo libre que tengo", se ríe en su intimidad. A pesar de ello, volvió a la dieta hace dos semanas. Probó de todo tipo y color a lo largo de su vida. Ahora busca mantenerse sana. En los próximos días se irá a pasar las fiestas a Chapadmalal, en la residencia de la gobernadora, junto a su familia.
Al igual que el año pasado, pasará fin de año allí, donde también viajan sus padres – Norma y José Luis -, abuelos ultra presentes en la vida de los tres hijos de Vidal. Termina uno de sus años más duros de gestión. Se la ve exhausta, pero feliz.
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