A partir del 10 de diciembre, fecha en el que se concretará el recambio legislativo, el Concejo Deliberante mostrará un nuevo rostro: el fin de la mayoría oficialista.
Con sólo dos concejales nuevos tras poner en disputa cinco cargos, el vecinalismo deberá ejercitar al extremo la capacidad negociadora para lograr consensos que, hasta ayer, no le eran necesarios reglamentariamente.
Esta situación encuentra paralelismo con una buena cantidad de distritos bonaerenses, en donde las bancas opositoras superan a las del partido gobernante y obliga a acordar al extremo todos los proyectos en disputa. Los temas más ríspidos y que requerirán incansables deliberaciones serán, sin dudas, el del Presupuesto y la Rendición de Cuentas.
El progresivo avance de Cambiemos, que en sólo dos elecciones pasó de quedar afuera del Legislativo por unos votos a convertirse en la primera minoría con cinco concejales, representa todo una incógnita: ¿acompañará las ordenanzas propuestas por el Ejecutivo o se convertirá en un escollo difícil de evadir? ¿cuánto jugará la prosapia vecinal en la toma de decisiones y cuánto el respaldo con que contará en Provincia y Nación para llevar adelante su propia agenda?.
Del mismo modo, 1País (que retiene los dos cargos que renovaba) y Unidad Ciudadana (que suma uno más otro tras la escisión de Augusto De Benedetto) contarán con una ventaja relativa: con siete ediles, el peronismo podrían obturar cualquier intento por fuera de ambas bancadas.
Si bien ambos comparten cuna, los bloques se diferencian en los métodos: más allá de que un 90% de las ordenanzas son votadas por unanimidad, el massismo suele oponer resistencia (mediática) a los designios oficiales, en contraposición al kirchnerismo, que suele acompañar al vecinalismo sin generar rispideces.
Comentá la nota