Hace algunos años en cada fiesta infantil había un juego que era casi obligatorio: el juego de la silla, en el que se giraba alrededor de una ronda de sillas inferior al número de jugadores y cuando la música dejaba de sonar el más lento quedaba afuera.
Sin espíritu nostálgico, el presidente del Concejo Deliberante, Ernesto Mancino, ha impuesto la misma práctica entre los empleados legislativos. La planta de trabajadores ha aumentado de tal manera que el que llega último no tiene dónde sentarse.
Durante los primeros días de gestión, intentó el despido de algunos trabajadores pero tras un rápido llamado del "patroncito" Martín Domínguez Yelpo, dio inmediatamente marcha atrás con la medida y en apenas dos meses a cargo de la Presidencia del Concejo incorporó la mitad del personal que su antecesor, Pablo Aued, en todo su mandato.
Es tal la superpoblación que Mancino se vio obligado a pedir una oficina al bloque Compromiso y Trabajo por Necochea, ex Frente para la Victoria, para poder ubicar a todo el personal.
Lejos de la austeridad que requiere un municipio que todos los meses se las ve en figuritas para poder cumplir con el pago de sueldos y ha entrado en un plan de ajuste brutal a instancias de la gobernadora María Eugenia Vidal, Mancino mete la mano en el bolsillo de los necochenses para premiar a militantes del PRO con un sueldo de la administración municipal.
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