Dólar, cepo, pobreza, reservas cero, inflación del 100% y atrasos en tarifas y tipo de cambio; las bombas de la deuda a desactivar y las razones por las que es imprescindible hacerlo; las internas entre candidatos y su capítulo entre los economistas; ya hay varios planes en gestación con recetas muy disímiles
José Del Rio
“Al mago se le terminaron los trucos”. La frase corresponde a un exministro de Economía de la Argentina y su diagnóstico es lapidario: “El tiempo terminó. Ahora nos come la realidad”. Se habla mucho de precandidatos e internas pero muy poco de qué es lo que va a recibir el futuro presidente y mucho menos de cuáles son las soluciones posibles. Sin embargo, ya hay varios equipos trabajando en ello.
La herencia 2023 es claramente peor que la de 2015 y la de 2019. Aunque ya no es vía Indec como lo fue en las presidencias de Néstor y Cristina, ahora la economía ficción aparece en modo de relato. Relato paradójicamente refutable con los propios datos oficiales.
Mientras el presidente Alberto Fernández sostiene que sólo China nos supera en crecimiento, la economía está en recesión tras dos trimestres consecutivos de caída en la actividad. Cuando el líder del Poder Ejecutivo asegura que gran parte de la suba de precios en la Argentina se debe a una cuestión “autoconstruida” la inflación rozará el 100% anual y lleva tres meses consecutivos de tendencia en alza.
En la medida que la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti atribuye a los “medios y al dólar blue generar la sensación de que va a haber más inflación”, los salarios y jubilaciones se licúan a los niveles de crisis económicas. Mientras desde Economía se pone el foco en que el Gobierno y el Fondo Monetario flexibilizarán las metas de reservas, el Banco Central va camino a tener reservas cero, según datos de economistas del oficialismo y de la oposición. Lo importante en este caso no es la meta sino la realidad.
La herencia 2023 tiene factores más complejos. El umbral de tolerancia de la sociedad será menor con un país que tiene al 40% de sus ciudadanos dentro de la pobreza y con un fuerte sentimiento anti política. Además, la brecha cambiaria tocará el 90% y el atraso de la relación peso dólar ya está en torno al 30% lo que supone una devaluación en el frente de tormenta.
De cada 100 pesos de depósitos privados, unos 70 van a títulos públicos, Leliqs y bonos del tesoro, con lo cual la exposición del sector financiero es cada vez mayor. La deuda en tanto no para de crecer y representará el 90% del Producto Bruto Interno. Es decir, del conjunto de bienes y servicios que genera el país en un período de un año.
Los números de las “bombas” a desactivar son elocuentes. Las Leliqs obligan cada seis meses a emitir una base monetaria (es decir, el equivalente al dinero circulante más el respaldo que tienen los bancos en los depósitos). Esto sólo para pagar intereses. La deuda en pesos que vence cada tres meses está atada con alambre al cepo para contener en moneda local lo que volaría hacia el verde dólar. Las tarifas volvieron a atrasarse y hoy cubren en promedio un 40% de los costos. La situación es realmente crítica y el diagnóstico que se guarda bajo siete llaves en todos los potenciales equipos de gobierno parte de la necesidad de triplicar o cuadruplicar las tarifas.
“Nadie quiere ser Erman González, con lo cual habrá que esperar una depuración no solo de candidatos sino de referentes económicos postPASO. De esta tremenda crisis no se sale ni con shock ni con gradualismo. Solo se sale con pragmatismo de hacer rápido lo que hay que hacer”, anticipa un referente económico muy importante de la oposición. El paralelo con González es que para llegar a 1991, Carlos Menem había pasado por 1989 y 1990. Tuvo que salir de la híper, llevó adelante el plan Bonex y se reformó el Estado para abrir camino a las privatizaciones.
Hoy desde la oposición de Juntos existen diez grupos de trabajo de las cuatro fundaciones que representan a sus principales accionistas (PRO, Unión Cívica Radical, Coalición Cívica y Encuentro Republicano). Están ya en la etapa final del trabajo que presentarán en diez días a Patricia Bullrich, Gerardo Morales, Maximiliano Ferraro y Miguel Angel Pichetto presidentes de los cuatro partidos, pero también a los otros precandidatos en gateras. El objetivo es tener un documento común de plataforma de gobierno antes de la definición de los nombres.
La reunión de la mesa nacional de Juntos por el Cambio
“De esto se sale con un programa de equilibrio fiscal rápido como ancla para bajar la inflación. Un régimen monetario asociado y un programa de crecimiento en energía, minería, construcción, economía del conocimiento y turismo, entre otros sectores”, graficó Hernán Lacunza, principal referente económico de Horacio Rodríguez Larreta.
Sin embargo, se excusó de dar detalles del programa: “La mejor manera de desarticular un plan económico es tirar de hilos parciales. La clave es tener en cuenta el todo”, afirmó. La conclusión a la que llegaron los técnicos de Juntos es que si no se ordena la macro será imposible potenciar la micro. La inexistencia del crédito local o internacional vuelve irrelevante el debate de shock o gradualismo al tiempo que la poca paciencia de la sociedad obligará a hacer las reformas rápido. La duda en este caso es el cómo.
Para el larretismo resultará clave en términos de gobernabilidad conseguir los apoyos necesarios para hacerlo y sopesar los recortes de fondo con paliativos constantes.
“La macro manda. Podés hacer todo bien en las reformas micro pero si el dólar es un barrilete, te lleva puesto. Nunca más hay que subestimar la herencia. Pensar que haciendo algo cosmético el país saldrá adelante tampoco es real y mucho menos sobreestimar las capacidades propias. El cambio de aire no estimulará la inversión pero sí lo hará ser consistentes por primera vez”, sostuvo Lacunza en una reunión a puertas cerradas. Otro punto al que aspiran es a una mejor conformación del Congreso que les permita hacer reformas más rápido.
La interna política de Juntos tiene también su capítulo económico. Si bien el trabajo de las cuatro fundaciones está pensado para un presidente de cualquiera de los partidos que la conforman, en privado cada uno tiene en paralelo su propio equipo.
El caso más emblemático es el de Patricia Bullrich que mira de reojo el trabajo de Franco Moccia al frente de la Fundación Pensar y lo siente demasiado cerca del larretismo. Su equipo paralelo depende de un board que integran Federico Pinedo, Eduardo Amadeo, Alberto Fohrig (exsecretario de Coordinación, Planeamiento y Formación en el Ministerio de Seguridad de la Nación), Dante Sica (exministro de Macri), Enrique Cristofani (banquero de carrera y llave estratégica para el mundo de las empresas), Luciano Laspina (principal espada económica de Bullrich), César Litvin (estrategia tributaria), entre otros más de 60 referentes.
El plan de gobierno lo tienen organizado en tres etapas. Una primera con lineamientos generales que presentaron hace seis meses; una segunda que darán a conocer en los próximos días, y la tercera y última que estará lista para abril. “Hoy estamos separados pero es muy factible que después de las PASO haya confluencia también desde los equipos técnicos para el candidato ganador”, admitieron por lo bajo desde ambos espacios tapados por la bruma de la interna política.
Desde el Gobierno, en tanto, aseguran que la realidad económica es producto de la pandemia y de la guerra en Ucrania y que es “mucho mejor de la que los medios se empeñan en mostrar”. Se escudan en lo que denominan dos cisnes negros irrefutables y en que el lunes el Fondo Monetario Internacional emitirá un comunicado en el que dará por cumplidas las metas del cuarto trimestre de 2022 del acuerdo de facilidades extendidas con la Argentina (significará un desembolso de US$5400 millones de inmediato) y el análisis sobre el primer trimestre del año. Desde la oposición dicen que el Fondo ya dio la vuelta la página y que no va a romper porque espera al futuro gobierno.
“Si no solucionan la cuestión de fondo esto será un paliativo, pero los problemas persistirán. Lamentablemente de acá a octubre lo mejor que puede pasar es seguir con más de lo mismo con dos complejidades mayores. La cosecha restará dólares a la economía y es muy factible que la inflación se acelere por el peso de su propia inercia”, destacó por lo bajo otro referente de la oposición. Y agregó: “La dinámica de estos procesos es muy difícil de prever. Duran más de lo esperado y de pronto algo se rompe y se aceleran. La única que le queda a Sergio Massa hoy es apretar importaciones aunque afectará mucho la variable precios y acentuará la recesión”.
Para el futuro varias son las preguntas que se hacen en los equipos de trabajo de Juntos que se reúnen en privado semanalmente. Algunos de los debates más encendidos giran en torno a estas.
¿Será posible salir del cepo? El plan de Patricia Bullrich lo pone en el cortísimo plazo. Aseguran que habrá que seguir los tiempos de la inversión y que hay que terminar con los cerrojos para volver a ordenar las finanzas. “No va a entrar un dólar si no lo dejás salir”, afirmaron cerca de la presidenta del PRO. En el equipo de Larreta coinciden en el diagnóstico pero no en los tiempos. Lo ven poco realista.
¿Habrá un nuevo blanqueo? La propuesta de Bullrich tiene algo novedoso entre manos. Una idea de “blanqueo popular” del que participen los que tienen US$ 20.000, 30.000 o 50.000 en el colchón y no solo los grandes empresarios. También prometerán una transición impositiva para aquellos tributos que buscarán eliminar. La palabra ajuste se referirá al ajuste de la burocracia para el crecimiento del empleo privado.
¿Es imprescindible devaluar? Todos coinciden en el atraso cambiario del 30% pero nadie se anima a utilizar esa palabra. Creen que no quedará otra, pero que el ministro de Economía actual se verá obligado a hacerlo antes del traspaso de mando. Fuentes cercanas a Massa desmienten que vaya a tomar medidas en este sentido.
¿Está previsto implementar un plan desagio como el Austral? Eso se discutió en varios equipos pero por el momento parece inviable. Donde hay consenso es en que será imprescindible desindexar el gasto público pero no en cómo hacerlo.
¿Qué debería ocurrir con las tarifas? Todos coinciden en que los costos tienen que estar cubiertos por los ingresos. Eso implica aumentarlas. Pero ningún equipo lo dirá públicamente en esta instancia.
¿Qué pasará con el déficit fiscal? Es fundamental volver a un esquema de superávits gemelos en el que el Estado gaste menos de lo que recaude y exporte más de lo que importa. Esa es la tarea más compleja y fundamental para el corto plazo.
¿Cómo están hoy las expectativas? Desde la oposición no creen que cambie el humor social con un nuevo gobierno de manera tan fuerte como lo hizo en 2015. “Ahora nos van a evaluar pero sin el crédito ni la campaña de globos de colores. Nos sacudió la realidad”, resumió otro de los referentes de Juntos que supo festejar en los búnkers y hoy se encuentra desvelado por lo que puede implicar una vuelta al poder en un escenario argentino cada vez más complejo.
De la pesada herencia a la complejidad de la gestión hay un solo paso. Tanto desde el oficialismo como desde la oposición lo saben y por ello se preparan para uno de los debates más calientes desde la vuelta de la democracia. Internas, peleas y egos están a la orden del día. Sin embargo, el botín por el que pelean necesita todo lo contrario. Hacen falta soluciones urgentes.
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