La estrategia de ministro de Economía y los consejos del equipo de asesores brasileños. El número mágico: captar el 30% de los votos de JxC. El polo opositor del que desconfía Macri.
Por: Federico Mayol.
“Más que por la economía, preocupate por juntar votos”, le dijo Lula da Silva a Sergio Massa en uno de los viajes ministeriales a Brasilia durante la campaña, antes de que el presidente vecino le acercara a Edinho Silva y un ejército de especialistas para que colaboraran con el candidato de Unión por la Patria, bajo el paraguas del catalán Antoni Gutiérrez-Rubí. En el 2015, durante una visita a Buenos Aires, Lula, que tres años después iría preso tras un proceso judicial sospechado de serias irregularidades, había aconsejado a Daniel Scioli, por entonces el candidato a la Presidencia del kirchnerismo que perdería al final en un balotaje muy ajustado frente a Mauricio Macri, en la habitación de un hotel situado sobre la avenida Alvear: “Daniel, si para ganar te sirve decir que soy un corrupto, hacelo”.
Cuando Lula salió de la cárcel, en noviembre del 2019, los cerebros del PT brasilero, con Edinho Silva -sociólogo y profesor licenciado en Ciencias Sociales, referente de ese partido en Araraquara, un distrito del estado de San Pablo- a la cabeza, ya habían empezado a estudiar el fenómeno en torno al ex presidente Jair Bolsonaro, un dirigente de ultraderecha que se aprovechó del proceso judicial que desarmó al Partido de los Trabajadores y llevó a su máximo líder a prisión, y capitalizó el malhumor social de una porción enorme del electorado de ese país que lo llevó a la Presidencia, uno de los tantos ejemplos que Javier Milei pretende imitar para llegar a la Casa Rosada.
“Nosotros tuvimos que estudiarlo (a Bolsonaro) cuatro años para entender el fenómeno”, se sinceraron cuando aterrizaron en Buenos Aires los consultores brasileros que trabajan bajo el mando de Silva en el búnker de campaña de UP de la calle Bartolomé Mitre, a la vuelta de la AFI, una mezcla de especialistas que incluye también a un par de colegas españoles que estudiaron la irrupción de VOX en ese país.
Los brasileros entendieron entonces que atacar a Bolsonaro provocaba el efecto de un boomerang, que significaba agredir a sus votantes, y que la mejor estrategia consistía en exponer al candidato, confrontar con sus ideas y desmenuzar frente a la sociedad algunos de los proyectos más polémicos. Lula resolvió ser, además, lo más pragmático que pudo: se alió a la derecha y amplió al máximo su frente electoral mientras se paseaba por el país con una guayabera blanca.
El ex presidente de Brasil, Jair Bolsonaro - EFE/Joédson Alves
Desde su triunfo de octubre, sin más margen -como le aconsejó Lula- de obtener réditos económicos después de consumirse, según la oposición, unos 2 puntos del PBI con la eliminación de Ganancias y la batería de medidas destinadas a suavizar el impacto de la brutal espiral inflacionaria antes de las elecciones generales, Massa también está decidido a hacer valer su pragmatismo para captar a la bola de indecisos que circulan por las encuestas, y a desnudar al candidato de La Libertad Avanza, un objetivo que, según sus asesores, tendrá su mayor puesta en escena en el debate “al estilo brasilero” -sin machetes, a pesar de la llamativa insistencia de Karina Milei en las reuniones preparatorias en la Cámara Nacional Electoral, y con la posibilidad de caminar por el escenario- del próximo fin de semana.
En el massismo están convencidos de que los votos que cosechó en las elecciones generales de octubre no fueron por él, sino que se trató de “un plebiscito contra Milei”. “No ganó Massa, fue un voto útil. Ahora hay que traer a Milei al presente y exponer sus dislates”, explicaron en el comando de campaña. Apuntan, en ese sentido, a romper lo que calificaron como el “lazo libidinal” del candidato con su electorado, lo que alguna vez Donald Trump ejemplificó en conferencia cuando se refirió a la posibilidad ficticia de disparar a mansalva en la Quinta Avenida sin que eso le restara ni un solo voto.
“Caótico y desmesurado”: así pretenden exponerlo.
Debate presidencial
En ese contexto, los asesores brasileros se mostraron en estos días sorprendidos por el acuerdo entre LLA y Mauricio Macri, una alianza sellada en la casa del ex presidente en Acassuso, un encuentro que partió en dos al PRO y fracturó al conjunto de Juntos por el Cambio. Lo que más llamó la atención de los especialistas fue la centralidad que el ex jefe de Estado tomó en la campaña libertaria, una decisión que provocó un revuelo interno en La Libertad Avanza, y que se intenta apaciguar en estas horas.
A Massa, la opción de confrontar con Macri lo sedujo rápidamente, producto de la disputa pública y privada que mantienen desde hace ya varios años. Después de algunos días de deliberaciones, volvió a su plan original. Trascendió, de hecho, que hubo emisarios que intentaron llevar tranquilidad al ex jefe de Estado, que, según circula, está muy inquieto por su futuro a partir del 10 de diciembre si el ministro de Economía se impone en el balotaje.
En el búnker massista están convencidos de que el candidato libertario se transformó de manera automática en un postulante de Juntos por el Cambio. Se volvió “casta” con la urgencia de la gobernabilidad, se refugió en Macri para tratar de darle mayor madurez a su proyecto, tal como lo había calificado el propio ex presidente cuando pidió, previo a la elección, el voto por Patricia Bullrich. Ese acuerdo sorprendió también al consultor Jaime Durán Barba, enemistado en duros términos desde hace tiempo con el ex presidente. Durante toda la campaña previa a las PASO, en el entorno de Macri se convencieron de que la mayoría de las decisiones que Horacio Rodríguez Larreta tomó en desmedro del ex mandatario tuvieron el sello del ecuatoriano.
El e xpresidente Mauricio Macri - EFE/Juan Ignacio Roncoroni
Este jueves, Macri recibió la última encuesta que sus históricos colaboradores encargaron tras el acuerdo con La Libertad Avanza. Según resaltaron fuentes cercanas, el candidato libertario lidera con una leve ventaja. Pero en el campamento macrista hay una creciente inquietud por el voto indeciso. Mora Jozami, histórica asesora del ex presidente, una lúcida analista en ese rubro, lo transmitió en sus redes. “Si mirás Twitter, el voto vergüenza de las encuestas (contenido en los altos porcentajes de Ns/Nc) esconde voto a Massa. Veo muchos haciéndose los neutrales y criticando a Milei que van a votar a Massa y aún no se animan a reconocerlo”, posteó.
En esa ciénaga de indecisos en el que las encuestas todavía no logran hacer pie -tal vez no logren hacerlo de cara al balotaje-, Massa y Milei buscan tirar una caña y pescar. ¿Cuánto del 23,81% del voto de Juntos por el Cambio que Bullrich encabezó en las elecciones generales puede atrapar el ministro y candidato de UP? ¿Existe, como planteó Jozami, un “voto vergüenza” que publicita neutralidad y que no se anime a reconocer su preferencia por Massa? El acuerdo de Milei y Macri, ¿inclina la balanza en esos votantes que en octubre optaron por JxC y que hasta horas después de la elección analizaban al libertario como una opción desmesurada y polémica?
Según los consultores de Massa, con el 30% de los votos que cosechó Bullrich en las generales, la elección se define en favor del ministro. Es el número mágico.
El politólogo Pablo Javier Salinas, que trabaja para el peronismo, comparó el balotaje del 2015 con las elecciones generales del 22 de octubre. En los seis principales distritos en términos de incidencia electoral -Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, la Ciudad, Mendoza y Tucumán-, con excepción de CABA, UP obtuvo menos votos que hace ocho años. Es decir, el oficialismo tiene posibilidades de mejora. Con una aclaración: muchos de esos votos perdidos se fugaron hacia Milei. Massa necesita trabajar y exponer al libertario para volver a pescarlos.
Sergio Massa realizó una serie de anuncios para los trabajadores de plataformas de delivery
El caso más resonante es el de Mendoza, con casi 200 mil menos adhesiones. En territorio bonaerense, Massa tuvo casi 600 mil menos votos que Scioli en la segunda vuelta del 2015. En ese distrito, el ministro-candidato tiene previsto centrar buena parte de su campaña de estos últimos quince días, con la colaboración de Axel Kicillof, el gobernador que fue reelecto con comodidad y que, según trascendió, tendrá un raid por el interior para “multiplicar” la campaña, también, en su caso, focalizada en desnudar las idas de Milei.
El libertario, por su parte, ya adelantó que su cierre, a diferencia de las PASO y las generales, será esta vez en Córdoba: es la provincia que le dio el triunfo a Macri en el 2015.
Es incierto el final de este proceso, pero hasta ahora, con una crisis económica fabulosa y una inercia inflacionaria que Massa logró surfear de manera “milagrosa” -así lo admiten en su entorno- hasta ganar en la primera vuelta, el ministro-candidato fue exitoso en los objetivos de campaña que se trazó por tramos.
Cuando asumió en el gabinete, le prometió a Cristina Kirchner que trabajaría para dividir a la oposición. Para eso, desde usinas oficiales se robusteció a Milei, hubo financiamiento externo y se engrosaron sus listas. En paralelo, se azuzó la interna del PRO y cuando Bullrich se impuso frente a Rodríguez Larreta, el ministro de Economía quedó parado como la opción de centro del electorado. Mientras, logró una asombrosa unidad partidaria, y se “deskirchnerizó”, una estrategia perfectamente diseñada en conjunto con el cristinismo a tal punto que esta semana Juliana Di Tullio, una senadora del riñón de la ex presidenta, dijo que la vicepresidenta “no va a ser parte del Gobierno” si Massa gana las elecciones.
Después del despliegue de toda esa estrategia para la que el candidato presidencial del peronismo apeló a todo tipo de artimañas, Massa llegó al balotaje mano a mano con Milei, su verdadero fin desde que desembarcó en el gabinete.
En ese final incierto se esconde, además, la reconfiguración del sistema político, un escenario que abrió heridas incurables en el seno de la oposición por el apoyo de Macri al jefe de LLA. En contraposición a ese acuerdo, dirigentes del ala moderada empezaron en las últimas semanas a construir canales subterráneos para conformar un bloque opositor a partir del 10 de diciembre, independiente del resultado del balotaje.
Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Miguel Ángel Pichetto, Elisa Carrió, Florencio Randazzo, Juan Schiaretti y Emilio Monzó son algunos de los dirigentes que conversan cada vez más seguido. Son los neutrales de los que desconfían en las oficinas del ex presidente Macri.
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