El biogás se postula como una alternativa para alcanzar los objetivos de descarbonización a la vez que permite eliminar residuos orgánicos que de otra forma terminarían en los vertederos de nuestras ciudades.
El Pacto Verde de la Unión Europea supuso un antes y un después en el proceso de transformación energético de Europa. El hecho de que se fijase 2050 como fecha para la neutralidad energética ha impulsado que las naciones, entre ellas España, se pongan manos a la obra para cumplir con los objetivos que marca Europa. Las metas fundamentales para unos años antes, 2030, se resumen en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 23% respecto a 1990 e incrementar la penetración de los recursos renovables de un 20 a un 42%.
Una de las vías para alcanzar estos objetivos es la apuesta por los ecocombustibles, entre ellos se postula el biogás, un gas de origen renovable que se obtiene a partir de residuos, generalmente de materia orgánica biodegradable. “Este gas tiene una huella de carbono inferior a la de los de origen fósil”, explica Vicente Bernal, senior scientist del centro de investigación Repsol Technology Lab. Además, “la transformación de residuos en gases combustibles de baja huella de carbono permite reducir el volumen de basura que se deposita en los vertederos y que supone un problema por las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas” afirma el científico.
El origen del biogás
Este gas renovable tiene la ventaja de que se puede obtener a partir de diversas materias primas. En España actualmente predomina la utilización de lodos de depuradoras y la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos, es decir, la basura orgánica que depositamos en los contenedores, pero existen muchos otros residuos potencialmente utilizables. El puerto de Bilbao acogerá una planta de generación de gas a partir de residuos urbanos, “se va a obtener un gas de baja huella de carbono que se utilizará como combustible en la refinería de Petronor, lo que va a permitir evitar emisiones de gases de efecto invernadero y reducir la huella de carbono de los procesos”, confirma Bernal. Con una capacidad inicial para procesar 10.000 toneladas de residuos al año podría alcanzar las 100.000 toneladas, el equivalente a todos los desechos de este tipo generados en su entorno. “Este es un proyecto pionero, con una tecnología novedosa. Repsol va a impulsarla con su demostración a escala industrial, lo que puede abrir puertas para que se aplique en otros ámbitos”, explica el experto.
Para producir biogás también se pueden utilizar residuos de industrias alimentarias, agrícolas o ganaderas. “Últimamente se está hablando mucho de la utilización de purines (las deyecciones de los animales de las granjas: cerdos, vacas, aves), porque también supone un importante problema medioambiental y una de las vías para solucionarlo es transformarlo en biogás. Pero existe mucho potencial en la valorización de otras materias primas”, afirma Bernal.
Oportunidades para el desarrollo
El hecho de que España sea una potencia a nivel europeo en los ámbitos de producción agrícola y ganadera implica que existe una gran disponibilidad de residuos que se pueden convertir en biogás. Hay estudios que establecen que el potencial de producción de energía en forma de biogás a partir de los residuos disponibles en nuestro país estaría en torno a los 20.000-34.000 gigavatios-hora anuales (GWh/año) de energía mientras que en 2017 se estaban produciendo tan solo 225 GWh/año.
El biogás en un producto muy versátil que puede utilizarse en diferentes ámbitos, por ejemplo, en aplicaciones industriales para producir electricidad o como combustible, como en el caso de la planta ya mencionada en la refinería de Petronor, y también para usos domésticos o de movilidad. Se puede inyectar en la red de gas natural, mezclándolo con el gas natural y utilizarlo en calefacciones, cocinas, etc., o se puede comprimir o licuar y utilizarlo para transporte en carretera o marítimo.
Un camino por recorrer
A pesar de los avances que se están produciendo, existe un amplio margen de desarrollo. «Estamos a años luz de aprovechar todo el potencial energético que tiene nuestro país», opina Bernal. Si nos comparamos con los países que lideran en Europa la producción de biogás, el líder sería Alemania que tiene más de 10.000 plantas de producción de biogás. En España hay algo más de 200. La razón es que la producción de gases renovables en España no cuenta con las mismas ayudas que tiene en otros países. En estos, hay mecanismos que permiten hacer que las inversiones para producir gases renovables a partir de residuos sean más atractivas para las empresas. En España contamos con tecnologías maduras pero que generan gases que no son todavía económicamente competitivos respecto a los gases de origen fósil y que requieren de mecanismos adicionales de regulación, ayudas, etc., que favorezcan que las tecnologías continúen desarrollándose.
Otro de los motivos de este déficit es la falta de un sistema de garantías de origen que certifique a los productores y consumidores que esos gases son realmente de origen renovable de modo que se pueda establecer un comercio seguro y reglado. En España este mecanismo está actualmente en construcción.
Pero los objetivos de descarbonización empujan al desarrollo del biogás. Tanto la directiva de energías renovables, que propugna que aumente la cantidad de combustibles de origen renovable que se incorporan al mix energético, como las directivas de gestión de residuos, que promueven que haya menos residuos que vayan a vertedero, impulsarán su desarrollo. Por lo tanto, el biogás en España tiene un futuro prometedor.
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