Junto con el cambio de ministro de Seguridad, el Gobierno provincial nombró a un ex comisario como secretario del área, y tuvo que bajarlo antes de que asumiera. El blooper esconde una interna de socialistas y radicales, y cierto malestar en la Policía.
Un problema de salud del ministro de Seguridad Daniel Cuenca apuró los tiempos. Esta semana se anunció su reemplazo por el ex jefe del Registro Civil, Álvaro Gaviola. Y con Cuenca, también se fue el secretario de Seguridad, el radical Jorge Iparraguirre.
Horas antes del acto de recambio, el más cercano colaborador de Binner –el ministro de Gobierno y Reforma del Estado, Antonio Bonfatti– anunció que el nuevo secretario sería el comisario retirado y abogado José Luis Giacometti. Pero a la hora de la jura, éste no asumió. Ni lo hará.
La marcha y contramarcha de esa designación ha sido la comidilla de la semana en el parnaso político y periodístico santafesino, y pasto de las llamas justicialistas que –tanto desde el reutemismo como desde el Frente para la Victoria– aprovecharon para subrayar el mal paso y criticar lo que calificaron de "desprolijidad".
El Gobierno se llamó a un total hermetismo sobre el punto, y sólo Bonfatti salió una vez a reconocer que "hubo un apresuramiento" al designar a Giacometti y que enseguida escucharon "reparos", sin entrar en detalles ni en nombres.
Según averiguó este diario, las objeciones vinieron desde el propio Partido Socialista y desde el equipo que dejó Cuenca en el Ministerio. Rechazaron la idea de poner a un ex policía en el gobierno, cuando hasta aquí el rumbo había sido el inverso: conducir la fuerza de seguridad con civiles.
Fuentes que conocen la cocina oficialista explicaron que el "apresuramiento" fue "querer ganarle de mano a los radicales, para que no reclamen el puesto vacante con otro de sus filas", interpretaron.
FRENTE AZUL. La otra interna que se destapó fue la policial. "Con Giacometti en Seguridad, había un par de comisarios mayores que ya se ponían el traje de jefe provincial de Policía", alertó una fuente del Gobierno. Desde los uniformados, algunos blanquearon su desencanto con la gestión de Cuenca y cifraban esperanzas en el secretario que no fue. "En su primer discurso, Cuenca habló de corrupción policial, y ningún banco tiene una sola pata. Además, estos son teóricos, pero no saben lo que es entrar a una villa cuando hay que patear un rancho", desdeñó un comisario que pidió mantener su nombre en reserva.
En el Gobierno, en tanto, defienden el rumbo ratificado. "En dos años no se puede cambiar un status quo, pero Cuenca sembró un marco ideológicamente diferente. Hoy la seguridad se discute en público y no sólo por la Policía, que es una herramienta. Para sacar a un chico de la calle para que no robe o no consuma paco no hace falta la Policía, sino otras áreas del Estado. Al margen de lo anecdótico, del delito diario, esta gestión ve más allá de la realidad de la pistola o del garrote", cerró un hombre de la Casa Gris.
Esta vez, la UCR no pide calma
El enojo radical contra los socialistas viene de la pulseada que crece en la coalición gobernante, luego del triunfo electoral del intendente santafesino –el radical Mario Barletta– y a medida que se acerca la sucesión de Binner en 2011.
"Nos enteramos por la radio que sacaban a Iparraguirre. Hace dos meses que el Frente no se reúne", se quejó un radical. Carlos Torres, intendente de Firmat y miembro del Comité Nacional de la UCR, exigió "institucionalizar el Frente Progresista para democratizar decisiones y evitar situaciones inadmisibles".
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