La unidad es considerada la más segura del país. Los prófugos recapturados son controlados las 24 horas por cámaras y están a "resguardo". Por qué nadie se anima a asegurar que no se van a escapar
"De acá no deberían escaparse", dicen las autoridades de la cárcel federal de Ezeiza, considerada la de mayor seguridad del país. Los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schilacci están presos en esa unidad desde que fueron recapturados en Santa Fe y en la que son custodiados las 24 horas.
Los penitenciarios resaltan el "deberían" por dos antecedentes: los Lanatta y Schilacci se evadieron de la cárcel bonaerense de General Alvear, también de máxima seguridad, y de Ezeiza 13 presos se fugaron en agosto de 2013 por un pozo que cavaron en una de las celdas.
Pero todos coinciden en que la única posibilidad de hacerlo es con complicidad interna, como se investiga en la causa de la fuga de Alvear en la que está preso el jefe de seguridad del día de la evasión, Cesar Luis Tolosa.
La cárcel de Ezeiza está ubicada en el kilómetro 4.6 de la autopista Ezeiza-Canuelas, en las afueras de esa localidad bonaerense, y depende del Servicio Penitenciario Federal (SPF), a cargo de Emilio Blanco. Es un complejo abierto donde el sol de enero pega de lleno.
Los Lanatta y Schillaci son tres de los 2073 presos que tiene la unidad, con una capacidad para 2.193 personas. Allí también están detenidos el narcotraficante colombiano Henry López de Jesús Londoño, conocido como "Mi sangre; Mario "el rey de la efedrina" Segovia; Jorge Mangeri, condenado por el crimen de Angeles Rawson; y Leonardo Fariña, entre otros.
Infobae participó de una visita a la cárcel para medios de comunicación organizada por el Ministerio de Justicia de la Nación y el SPF para conocer el lugar donde están detenidos quienes hoy son los presos más famosos.
Para ingresar al penal se debe pasar por un control administrativo y de seguridad. Traspasado el primer muro, a la derecha se encuentra el Hospital Penitenciario Central (HPC) que tiene 120 camas –hoy todas ocupadas–, de las cuales la mitad es para pacientes psiquiátricos y la otra mitad para internación de agudos. En el sector de psiquiatría es internado Lucas Azcona, acusado de matar a estudiante chilena Nicole Sessarego Bórque. Martín Lanatta se atendió antes de ayer en ese hospital por una consulta cardiológica.
A la izquierda del complejo se encuentra el módulo de ingreso, selección y tránstio, donde se encuentra Schallici. Y sobre el frente del ingreso está el resto de la unidad.
Ezeiza tiene siete módulos de detención y cada uno está integrado por 10 pabellones. Martín Lanatta se encuentra en el módulo tres (de donde se fugaron los 13 presos en 2013) y Cristian en el cuatro. Todos los pabellones tienen celdas individuales y un sector de usos múltiples con mesas donde los internos comen y miran televisión. Cada pabellón es vigilado por penitenciarios desde una garita.
Los Lanatta y Schilacci están en "resguardo" por seguridad. Eso significa que no puede estar en contacto con ningún preso. Solo pueden tenerlo con sus visitas, sus abogados y los jueces y fiscales que los requieran. Cuando llegaron a la unidad los tres estaban solos en cada pabellón. Pero en los últimos días fueron ubicados allí otros presos con quienes no tienen contacto. "No comparten nada", dijo un agente que los vigila.
Están 23 horas en las celdas y solo tienen una de recreo en la que salen al sector común del pabellón y puede bañarse o hablar por teléfono. Progresivamente podrán ir haciendo las actividades de la unidad como trabajar en alguno de los talleres o estudiar. Los tres detenidos ya se quejaron por su situación de aislamiento. Y Martín Lanatta criticó que la comida que le dan es poca.
Martín Lanatta ya recibió la visita de su pareja, de su hijo mayor y de su madre, quien también estuvo con Cristian Lanatta pero debió verlos por separado.
Cada celda –son todas iguales en Ezeiza– es de seis metros cuadrados y tienen una cama, un pupitre con banco, un armario y un inodoro y lavadero de manos antivandálicos. Cada vez que salen o entran a las celdas son requisados por agentes penitenciarios.
Las de los Lanatta y Schillaci tienen en su interior una cámara de seguridad. Desde un centro de monitoreo son controlados las 24 horas. Allí trabajan agentes del SPF y por funcionarios del Ministerio de Justicia de la Nación que presentan un informe diario.
Las cámaras se instalaron en Ezeiza después de la fuga de 2013. Y cada módulo tiene 60 cámaras que controlan los movimientos. "No tienen posibilidad de mala conducta", señalan los penitenciarios sobre cómo es el comportamiento de los detenidos en su primer semana en Ezeiza.
Los prófugos recapturados son custodiados por un cuerpo especial. Cada agente fue elegido por Asuntos Internos del SPF: ninguno tiene antecedentes penales, ni registra denuncias por corrupción o connivencia con detenidos.
En la unidad trabajan 1.500 personas y hay más de 350 cámaras de seguridad. Cada módulo tiene un doble alambrado perimetral con sistema de alarma de escalamiento. El mismo cerco rodea todo el complejo que tiene seis garitas con hombres armados. Los penitenciarios que están en contacto con los internos no llevan armas.
Dentro de la unidad hay bases intermedias con guardias con armas no letales que solo tienen balas de goma. Además, el exterior del complejo es recorrido por agentes en patrullas y el interior por personal en cuatriciclos y con perros. De Ezeiza no deberían escaparse.
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