El colegio Normal 1 cumple 125 años: Su historia y Mary O. Graham

El colegio Normal 1 cumple 125 años: Su historia y Mary O. Graham
Hacia 1888, los efectos de la crisis económico-financiera golpeaban las puertas de la realidad nacional.

Bajo la presidencia de Juárez Celman, un reducido círculo se beneficiaba con la cercanía al poder. Convencido el presidente de que el país se hallaba en el momento más brillante de la historia argentina, disponía privatizaciones, otorgaba concesiones para construir ferrocarriles con garantía estatal, con ganancias aseguradas, liberación de impuestos y cesión de tierras fiscales.

La especulación crecía y los empréstitos aumentaban. La constante emisión de billetes producía una inflación notable contra la que no se tomaban medidas. El monto de la deuda interna y externa ensombrecía el futuro. Al tiempo que aumentaba el precio del oro, comenzaban a quebrar empresas y crecía el desempleo. Los vientos de la Revolución del Noventa anunciaban tiempos de conflicto y violencia.

Seis años atrás, en 1882, había surgido en las Lomas de la Ensenada la ciudad de La Plata. Ciudad que no conoció infancia, nació mayor de edad, delineada, formada y edificada con todos los atributos de una urbe moderna.

Su escuela Normal, instalada en un edificio provincial, abrió las puertas el 13 de agosto de 1888.

No es difícil imaginar un enjambre de niñas y niños buscando en sus aulas aquello que sus familias deseaban: una educación de excelencia.

Volvamos al pasado por un instante y recorramos aquella escuela de los tiempos fundacionales.

En los primeros años, la institución fue mixta. Funcionaba con turno discontinuo. Por la mañana, de 8 a 11, durante el verano y de 8,30 a 11,30, en invierno, se dictaban las clases denominadas activas, siendo prioritarias la aritmética y la lectura. Por la tarde, de 14 a 16 o de 14,30 a 16,30 se impartían las clases consideradas pasivas: labores, dibujo, caligrafía y música.

En los primeros grados, la tarea diaria se iniciaba con cantos breves y significativos que predispusieran el ánimo de los niños a trabajar con alegría.

Las clases constituían verdadero trabajo de taller. El hacer y la acción superaban a la exposición verbal.

La escuela contó desde sus inicios, con un jardín de infantes de neto corte froebeliano, caracterizado por un ambiente confortable pleno de espacio y de luz. Una directora y tres maestras especializadas constituían su personal.

Hablar de los tiempos fundacionales es hablar de quien organizó la escuela y le imprimió su sello particular. Miss Mary Olstine Graham fue nombrada directora en 1888 y asumió el cargo acompañada por una vicedirectora y regente, un secretario contador y diez profesores.

Detengámonos un momento en la microhistoria de vida de esta notable mujer, cuya síntesis más lograda se encierra en la frase ¨vivió educando”.

Miss Mary nació el 13 de agosto de 1842 en Saint Louis, Missouri. Arribó a nuestro país en 1879 con otras maestras norteamericanas, en el contexto del pensamiento y el accionar sarmientino que consideraba a la educación como el factor prioritario en el proceso de cambio y modernización.

Fue nombrada profesora para la escuela Normal de Paraná y, en 1883, ocupó el cargo de vicedirectora de la escuela Normal de San Juan. No es difícil imaginar el ingente esfuerzo que debió realizar para afianzar su dominio del idioma castellano.

Fue muy meritoria su labor y en reconocimiento a su desempeño, fue trasladada a nuestra ciudad para organizar la naciente escuela Normal, con amplias atribuciones.

Mencionamos que la frase “vivió educando” es la síntesis magnifica de su vida. El testimonio de quienes la conocieron afirma que vivió educando con su presencia, con sus modos, sus miradas, el ejemplo de su austera vida privada, sus frases justas, su propia disciplina y su equilibrio.

Hacía del deber el eje de su hacer y sentía un profundo rechazo por lo malsano y censurable. Deploraba la mentira, la trampa, la simulación, el aprovechamiento del trabajo ajeno y la injusticia. Jamás calló cuando debía hablar, y ante superiores y subalternos mantuvo siempre la misma actitud: defender la verdad costase lo que costase.

Un principio básico imperaba en la escuela: “El tiempo es oro”, y junto con el orden y el silencio de acción generaban un ambiente de natural y sencilla disciplina, que era impuesta sin violencia alguna. Era fundamental para miss Mary que nadie fuese humillado por cometer un error. Aquella escuela era una escuela activa, de trabajo, donde la dirección constituía el callado motor que impulsaba a todos por igual hacia el ineludible cumplimiento del deber.

En aquella escuela nada había quedado librado al azar, todo había sido objeto de previsión y estudio, eslabonando experimentadamente lo interesante, lo ilustrativo, lo útil y lo ameno. Ejemplo de esto es el ¨cuaderno de métodos”, elaborado por miss Mary, que constituía un verdadero vademécum de la enseñanza.

En el año 1902 fallecía la ilustre maestra. Moría miss Mary mientras un nuevo siglo nacía. Se estrenaba el siglo XX cargado de promesas e incertidumbres. Los cambios vertiginosos ponían al hombre en actitud de asombro expectante.

Al dolor de las guerras le seguía la búsqueda de nuevos horizontes de la mano de la ciencia y de la técnica.

Los paradigmas interpretativos de la realidad volvían a cero, algunos caían, renacían otros y cuando el mundo parecía obtener definitivas respuestas, surgían las preguntas nuevas que obligaban a buscar otros caminos.

La escuela Normal fue también caja de resonancia del devenir de la historia y de los cambios que experimentaba la educación. Desde 1891 en que se graduaron las primeras ocho maestras, su condición de institución formadora la distinguiría siempre como el manantial inagotable de maestros y profesores que perdura hasta hoy.

Hoy tenemos un compromiso de honor con esta querida escuela de mantener viva la memoria de lo que fue y de aquello para lo que fue creada, pero actualizando permanentemente nuestro hacer a la luz de los tiempos que corren

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