Es una tarde calurosa de verano, de las últimas antes de regresar a la rutina. Para disfrutar el día, caminas al supermercado más cercano con intenciones de comprar una refrescante Coca-Cola.
Al llegar, encuentras un escaparate refrigerado con una gran variedad de la misma gaseosa. Desde la Coca-Cola tradicional, a las opciones dietéticas y todos los sabores de por medio. Entre latas y plásticos que has conocido tu vida entera, observas una anomalía: una botella de vidrio con el rojo brillante y las famosas letras cursivas del logotipo. Agarrando el cristal helado, notas un letrero en español: Hecho en México.
Sin percatarte, tu búsqueda veraniega te ha hecho parte de un debate contemporáneo en el mundo de las gaseosas. El refresco que durante décadas ha sido el ícono internacional del modelo de vida estadounidense encontró a su rival en el mercado doméstico. Pero en lugar de ser una marca distinta o un sabor novedoso, su mayor oponente es la misma Coca-Cola con nacionalidad mexicana.
Por una variedad de razones, el mercado estadounidense se ha vuelto fanático de la Coca-Cola hecha en México, guiando a que tu proveedor más cercano distribuya la famosa botella de vidrio junto con las alternativas nacionales. Además de las aguas efervescentes con el famoso olor a azúcar, el envase entre tus manos contiene una gran tensión económica y una historia de gustos que quizá sean poco probados.
EL ARGUMENTO DEL SABOR
Aunque es difícil generalizar el atractivo de la Coca-Cola mexicana en el mercado estadounidense, sus fanáticos tienden a favorecer su sabor. La botella de vidrio, tan tradicional en los anuncios del siglo pasado, tiene también su encanto, pero lo que atrae parece ser el líquido y no el contenedor.
Los amantes de la Coca-Cola mexicana argumentan que su sabor proviene del endulzante que usa. Mientras que en los Estados Unidos se utiliza jarabe de maíz con alta fructuosa, la Coca-Cola mexicana sigue utilizando azúcar de caña. Por ello, el sabor al sur de la frontera se aproxima más a la receta original del producto.
El supuesto cambio en los materiales se debe a las diferencias en los sectores agrónomos al norte y sur del Río Bravo. Por un lado, se encuentran los EEUU, donde la producción de maíz alcanza proporciones exorbitantes. Solamente en el 2020, el Departamento de Agricultura reportó que el país produjo cerca de 3.76 mil millones de toneladas de maíz. Como resultado de la enorme oferta, el precio del maíz es relativamente bajo.
“EEUU es un gran consumidor de maíz de forma muy eficiente, así que siempre busca mercados para el maíz que produce” comentó Peter Liebhold, curador emérito en el Museo Nacional de historia estadounidense, quien cuenta con amplia experiencia sobre el tema. “Y una de las técnicas es convertir el maíz en jarabe de maíz con alta fructosa y vendérsela a quienquiera que esté interesado”.
Al mismo tiempo, la producción de azúcar estadounidense es relativamente escasa. El mismo Departamento de Agricultura en un reporte publicado este año, declaró que durante el 2020 solamente se produjeron 8.4 millones de toneladas de azúcar sin refinar.
Del otro lado se encuentra México, donde el gobierno federal estima haber producido 5.2 millones de toneladas de azúcar en 2020. Si bien este numero es menor a la cifra estadounidense por 3.2 millones de toneladas, cabe mencionar que México cuenta solamente con una tercera parte de la población de Estados Unidos.
Por estas diferencias, suele considerarse que la Coca-Cola usa el endulzante más eficiente en cada país: para México la azúcar y para Estados Unidos el jarabe de maíz.
Pero esta historia tiene un gran problema.
¿EL MITO DE LA COCA COLA MEXICANA?
En 2010, médicos de la Universidad del Sur de California (USC) realizaron una investigación para determinar la composición química de varias gaseosas populares del país. Entre ellas, la Coca-Cola mexicana.
Sus resultados desafiaron en su momento a la mayor diferencia que los fanáticos notaron en las bebidas separadas por la frontera. A través de sus pruebas, no pudieron identificar sacarosa en la Coca-Cola mexicana, compuesto químico del cual está hecha el azúcar de caña.
Los descubrimientos del estudio cuentan con cierto respaldo histórico. En 2005 FEMSA, una de las mayores embotelladoras de Coca-Cola en México, anunció que usaría jarabe de maíz como endulzante en parte de su producción nacional, como reportó El Siglo de Torreón.
Además, existe un motivo económico que podría empujar a los productores locales a hacer el cambio de azúcar de caña a jarabe de maíz. Desde hace varios años, el gobierno mexicano ha batallado con un serio problema de obesidad. Solamente en 2012, el Banco Mundial reportó que un 26.8% de los hombres en el país padecían de obesidad junto con 37.5% de las mujeres. Para responder a la crisis, autoridades federales colocaron un impuesto sobre refrescos como Coca-Cola en 2014, buscando aumentar precios y desincentivar su consumo.
Teniendo acceso a las enormes cantidades de jarabe de maíz producidas en los Estados Unidos, es tentador hacer el cambio de endulzante.
Pero estos supuestos cuentan con varios problemas.
En primer lugar, es importante destacar que existen ocho embotelladoras autorizadas por la Coca-Cola a través del país. Por ello, las declaraciones de FEMSA no pueden generalizarse a todo México y el estudio de USC podría obtener resultados distintos dependiendo de la Coca-Cola utilizada.
También debe considerarse que el estudio fue publicado hace más de 10 años, por lo cual pudieron ocurrir grandes cambios dentro de las políticas internas de Coca-Cola.
Para este artículo, el Nuevo Herald contactó directamente a Coca-Cola Company, la cual aseguró que la diferencia entre productos es real.
“La Coca-Cola producida y vendida en México utiliza azúcar de caña como edulcorante, mientras que la Coca-Cola fabricada para los EEUU utiliza jarabe de maíz con alto contenido de fructosa como edulcorante (desde 1980)”, lee el comunicado de Coca-Cola Company, agregando que “parte del atractivo de la Coca-Cola de México para los consumidores es que está empaquetada en una botella icónica de Coca-Cola de vidrio para 12 onzas, que ofrece una refrescante experiencia de beber”.
Por ello, la gran guerra de sabor cuenta con un respaldo directo y reciente de la empresa.
Lo que sí es digno de destacar es la internacionalización de un fenómeno nacional. Si bien es cierto que la Coca-Cola es la representación más común de Estados Unidos y sus principios sociales, esto no ha detenido para que otros países hagan suya una bebida tan famosa.
En lugar del famoso comercial “Quisiera comprarle una Coca-Cola al mundo” de 1971, valdría la pena preguntarse cómo esa Coca-Cola se adapta el mundo que lo compra.
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