Las lecturas políticas después del sostenimiento del veto presidencial, la frustración radical y los números ante la amenaza de Milei a las universidades.
Por
CARLA PELLIZA
Con victorias o sin ellas, la oposición buscó –y consiguió– llevarle un claro mensaje al Gobierno: es débil numéricamente y, por lo tanto, debería empezar a cambiar la actitud. En el Senado, esa posición de inferioridad quedó clara desde los inicios, pero se reforzó con el debate de este jueves que, incluso, se dio el lujo de mostrar un acuerdo entre Unión por la Patria y la UCR para no eludir el rechazo de los fondos reservados de la SIDE. En Diputados, tal vez el lugar más complejo por estos tiempos, se pudo consolidar una mayoría interesante para instalar agenda pero, sobre todo, dejó en evidencia la flaqueza de La Libertad Avanza.
Después del temblor, con un poco más de calma, se coincidió en un análisis: el Gobierno tiene que entender que no posee el número para imponer, en votaciones por mayoría simple, su voluntad. Sí tiene la chance de evitar un juicio político o, como sucedió esta semana, sostener un veto, pero no podría frenar rechazos o nulidades a decretos y el avance de proyectos de ley que vayan en dirección opuesta a la deseada por los libertarios.
La Libertad Avanza quemó todas las cartas y tuvo que jugar, a menos de un año de gestión, su ancho de espada y de basto. Negociaron Javier y Karina Milei, después de ellos no queda más. Y lo hicieron no para llegar a los dos tercios de los votos, sino apenas un tercio. Apostaron a adquirir algunas voluntades mano a mano, toda la carne al asador. ¿Qué se puede ofrecer luego?
Desde la oposición dialoguista se advirtió que el gobierno, ante esa debilidad, va a seguir con malas noticias. “No descarto que vengan rechazos de decretitos”, se lanzó desde una banca. Entre ellos está el que limitó el acceso a la información pública, para lo que pareciera haber cierta voluntad para declararlo nulo.
Más allá de eso, se advirtió una pérdida de paciencia cada vez más grande en la sociedad y en el Congreso, con mucho camino por recorrer hasta las elecciones. Esto generó cada vez más malestar que, seguramente, se va a hacer sentir. En uno de los bloques dialoguistas generó mucho enojo la división radical, pero sobre todo los discursos de odio de Cristian Ritondo y José Luis Espert, innecesarios ante un escenario de triunfo. “Patético”, se describió.
El PRO (pese a haber tenido tres ausencias y un voto a favor de la ley) y Unión por la Patria cumplieron con lo que debían cumplir. Pero la UCR salió derrotada hacia adentro y de cara a la sociedad. “Un grupo de diputados nuestros jodió nuestra propia ley”, se dijo en filas centenarias con más frustración que enojo.
La división radical derivó en pedidos de expulsión del partido y del bloque. Puntualmente de los cinco que votaron con el gobierno, aunque alguna solicitud ante la Convención apunta también a ausentes y el propio jefe de espacio, Rodrigo de Loredo. El cordobés quedó en una posición muy difícil y probablemente sea el próximo objetivo dentro del armado en Diputados. Se dijo que De Loredo sabía lo que estaba pasando y no hizo nada para evitarlo. Luis Picat, cordobés que votó con el gobierno, responde al cordobés y eso hizo estallar algunos ánimos. Se intentó justificar que el ex presidente de ARSAT en la gestión de Mauricio Macri no podía hacer nada porque los cinco que se dieron vuelta estaban muy embalados con la idea de sacarse una foto con el presidente y su hermana.
Ahora, ante la amenaza de un nuevo veto, esta vez al presupuesto universitario, el espacio tendrá un nuevo desafío. Cuando se votó el proyecto, en agosto, salió aprobado por 142 votos positivos, 73 negativos, 5 abstenciones y 36 ausencias. La UCR se dividió entre las distintas opciones.
Francisco Monti decidió abstenerse, mientras que Martín Arjol, Mariano Campero y Luis Picat optaron por ausentarse. Los tres estuvieron en la foto con los Milei en la Casa Rosada esta semana. También eligieron esta opción Juan Carlos Polini y Gerardo Cipolini, que no votó cuando se intentó rechazar el veto a los jubilados.
Los otros bloques también tendrán una parada interesante. La Coalición Cívica sólo había dado un voto positivo de los seis que posee. Los otros cinco se dividieron en tres ausencias y dos abstenciones. Encuentro Federal, de Miguel Ángel Pichetto, otorgó 10 afirmativos y los otros seis estuvieron ausentes. Innovación Federal brindó ocho acompañamiento sobre ocho miembros. El miércoles, decidieron abstenerse cuando se sostuvo el veto de Milei.
Dentro de los acompañamientos, también se sumó un voto del Movimiento Popular Neuquino y dos del bloque Independencia, que también tuvo una ausencia. La Libertad Avanza contabilizó dos faltazos y una abstención, la de Lourdes Arrieta que ya no forma parte del espacio. Al PRO también le faltaron cuatro, al igual que a Producción y Trabajo.
Unión por la Patria tuvo 13 ausencias, mientras que los dos santacruceños se dividieron entre un voto afirmativo y una abstención. Los que fueron en línea con el gobierno fueron los bloques Buenos Aires Libre, Creo y el MID. De avanzar con el veto a las universidades, la oposición tendrá que sumar 30 votos a los 142 conseguidos en agosto. El oficialismo, 14 a los 73 alcanzados hace un mes. El universo para buscarlos es el de 41 voluntades que se abstuvieron o ausentaron en su momento.
Los gobernadores son clave en cualquier negociación. Cuando se trató el veto a los jubilados, los distritos gobernados por mandatarios de Juntos por el Cambio mostraron algunas curiosidades. En Santa Fe hubo seis votos del PRO en favor de Milei pero los dos de la UCR fueron contra el presidente.
En Entre Ríos, hubo un voto amarillo en línea con el gobierno, pero también una abstención (el diputado que lo hizo está en Encuentro Federal). Los dos radicales fueron contra el veto. En Chaco, un centenario se ausentó y el otro insistió con la ley de movilidad, mientras que el macrista avaló la medida de la Rosada. Mendoza cosechó tres rechazos radicales al veto, y otros dos en Jujuy. Chubut, en tanto, proveyó dos ausencias.
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