Claudio Belocopitt: "La buena noticia es que cada vez se va a vivir más y mejor; la mala: cada vez se necesitarán más recursos"

Claudio Belocopitt:

El presidente de Swiss Medical Group y de la Unión Argentina de Entidades de Salud considera que el Gobierno aún no muestra el rumbo hacia donde quiere orientar al sector. Afirma que Alberto Fernández le dijo que no estaba en su agenda terminar con las prestaciones privadas, pero que otras instancias del Gobierno generaron un ruido que no termina de acallarse. 

Explica cómo es la estructura económico-financiera de empresas como la suya, a la que los clientes llegan voluntariamente. Advierte que si en el esquema del Gobierno no hay lugar para empresas como la que dirige, “agarraré mi valijita y me iré. Son reglas de la democracia”. 

—¿Cómo funciona el sistema de medicina prepaga? ¿Cuánto hay de parecido a un sistema de seguros? 

—Es importante aclararlo, porque el presidente Alberto Fernández mezcló conceptos. Le escribí y le dije que lo charlaríamos. Hay temas que tienen que quedar claros, porque lo que dijo dista de la realidad. La medicina prepaga, como su nombre lo indica, hace muchísimos años que es un sistema de seguro. La gente paga sus cuotas para que en el momento que le ocurra algo y tenga un siniestro, ese siniestro esté cubierto por la compañía.

En su esencia, como concepto final, es una compañía de seguros con características muy especiales. Las prepagas agregan a eso una gran cantidad de servicios. No se limitan a la compensación económica. Arman cartillas de profesionales, generan sistemas de emergencia para que cuando uno llame por teléfono vaya una ambulancia a atenderlo. En muchísimos casos generan infraestructura propia para poder realizar prestaciones. Pero a lo que se refiere el Presidente es a una compañía de seguros, que tiene que tener el respaldo suficiente para responder en el momento que se produzca el siniestro. Cuando el Presidente fue superintendente se encargaba de esto. De controlar que las empresas estuvieran patrimonialmente sólidas para poder responder.

—¿Las de seguro y las de medicina prepaga? 

—En ese entonces, las de medicina prepaga no tenían esa regulación. Hoy tienen una regulación enorme. Coincido con el Presidente en que quizás no tienen las características de regulación que deberían. Están sobrerreguladas en algunos aspectos y quizás les faltan regulaciones en otros. Pero tienen un tremendo y férreo control. Para producir una actualización de valor tienen que presentar una estructura de costos, mostrar por qué existen esas variaciones.

—Creo haberte escuchado decir alguna vez a vos y a un competidor tuyo que en ese seguro prepago gran parte del costo de prestación se consume en el último año de vida de la persona; incluso en los últimos 15 días de la persona.

—El imaginario popular suele decir: “Estos se llenan de plata”. O “soy socio hace diez años y nunca usé el sistema”. Hay que estudiar psicológicamente si el que asegura un auto afirma: “Tengo hace diez años asegurado un auto y estoy regalando la plata de la compañía porque nunca me lo robaron”. Lo sé, porque también tengo compañía de seguros. Hay que pensar cómo los argentinos valoramos la concepción patrimonial de cuidar la salud.

Clara, matemática y actuarialmente está demostrado que la única forma de que no se le gane a todo lo ahorrado en el sistema de salud es tener una muerte súbita. Que te pise un camión y mueras inmediatamente. Si se transcurre la vida con normalidad, se gastará mucho más que lo aportado. Un cálculo actuarial, no solo en la Argentina, sino en el mundo, ofrece márgenes muy pequeños. Cualquier variación provoca una alteración en la ecuación económica muy sensible.

—Uno de los efectos obvios del avance de la tecnología y muy beneficioso es que la vida se alargó veinte años en los últimos veinte o treinta años. Para una compañía de seguros de vida, eso te mejora, porque pospone el pago. Pero aumentan los costos si tenés una empresa de medicina.

—Lógico.

—¿Fundaste tu empresa en el 91?

—En el 91, la parte prestacional; en el 94, la de medicina prepaga.

—En estos treinta años la cantidad de años de atención de vida aumentó por lo menos en una década. ¿Eso no lleva a que quiebren todas las compañías?

—Todo argentino que nos está leyendo no tiene por qué creerle a Belocopitt o a ningún otro actor porque puede suponer que tenemos intereses en juego. Entonces sugiero ver lo que pasa en el mundo. La primera preocupación que tienen todos los gobiernos es cómo van a financiar el sistema de salud. El crecimiento de la expectativa de vida, la mejora en la calidad de vida originada en la impresionante tecnología que aparece año tras año genera una buena y una mala noticia para la humanidad. La buena noticia es que cada vez se va a vivir más y mejor. La mala: que cada vez se necesitarán más recursos. No va a haber cómo pagarlo. La crisis de financiamiento es un tema extremadamente grave.

—No sos médico, tenés una formación en finanzas; finalmente, lo que tenés que hacer es administrar un stock, como un seguro. Las personas pagan como una jubilación para usar mayormente al final de su vida. Como con los seguros, se engrosa no con el aporte del asegurado sino con el uso de ese stock. Las empresas de seguros invierten ese stock para maximizar ese valor. En situación de tasas de interés negativas, ¿cambia la estructura de costos y debería poner más el usuario y menos sobrevendría de lo financiero?

—La Superintendencia lo entiende y lo tiene bien asumido en los seguros. Pero también en las compañías de salud forma parte del sistema de la estructura de costos. Cuando alguien dice: “Tienen la plata, que la pongan”, la respuesta es que si no tuviésemos la plata todos los asegurados estarían en cierto riesgo. Es una norma básica de los sistemas de control. Por eso los Estados de todo el mundo van controlando que las compañías tengan el respaldo suficiente para poder enfrentar los siniestros de salud, de vida o patrimoniales.

—La tasa de interés en el mundo bajó desde 2008 en adelante. A las compañías aseguradoras en el hemisferio norte se les debe haber alterado la tasa. Una cosa es que tengan una del 6% o 7% y otra que llegue apenas al 1%. Pero en un país como la Argentina con alta inflación, el spread, la diferencia entre la tasa y la inflación, es mayor que en la de un país estable. ¿Cómo juega la inflación? Al comienzo de la convertibilidad muchas empresas quebraron.

—La Clínica y Maternidad Suizo Argentina se inauguró en marzo del 91. Yo no estaba en el sector financiador. Pero había infinidad de empresas de medicina prepaga que se vendieron a mucha velocidad. Pasaron una crisis existencial muy importante, porque el componente financiero de la inflación era muy importante en la estructura de costos. Cuando vino la convertibilidad, la tasa desapareció.

—En un país con alta inflación, la diferencia que se puede hacer financieramente es mayor. Por eso los bancos han venido teniendo mucha rentabilidad. En la medida en que baja la inflación, ese negocio se achica porque se reduce el porcentaje. Si mañana hubiese nuevamente un Plan Austral, la medicina prepaga tendrían un problema.

—Sí, pero la medicina prepaga mucho menos. Al contrario de lo que piensa la gente y de lo que está en el imaginario popular, no aumenta los precios. Desde la sanción de la ley, la medicina prepaga va actualizando los precios. La diferencia entre actualizar y aumentar es una cosa que a los argentinos nos cuesta mucho entender. Desde que se sancionó la ley, la inflación en la Argentina fue de 1.500%. Esta ley se sancionó en 2010. Desde entonces las actualizaciones en el sistema de salud fueron del 1.000%. Se perdió 500% de diferencia entre cuota e inflación. Como funciona el sistema, a la medicina prepaga le conviene muchísimo más ir a un esquema de estabilización.

—¿Qué promedio de edad tienen hoy los afiliados de Swiss Medical?

—Depende de las carteras. Este tipo de sistemas necesitan que el promedio se mantenga en un nivel. Si no se venden nuevos usuarios y la cartera envejece, los costos se hacen infinanciables.

—Entonces, en 2010, ¿cuál era el promedio de edad de los afiliados? ¿Fue bajando con el tiempo?

—Tuvimos la capacidad de seguir vendiendo con los años, porque el producto es atractivo. Si no, sería un componente adicional explosivo.

—Pero hay un punto en el que se acaba; tu compañía logra captar market share. Crece por arriba de la tasa de natalidad, pero hay un punto en el que no se va a poder crecer más. Sería como un esquema Ponzi que se derrumbaría.

—Lo mismo sucede con la jubilación. La crisis de financiamiento hace que el costo del producto sea más caro.

—¿Es probable que los que pagan hoy corran el riesgo de tener un servicio peor cuando tengan la edad de los que hoy más se atienden?

—Si se ataca al sistema, no hay duda. El sistema de cobertura argentino de medicina prepaga y de obras sociales es el más amplio del mundo. Tenemos que mirar qué sucede en el exterior. Las empresas de medicina como Swiss Medical trabajan con muchas compañías multinacionales. Siempre comentan que cuando dejan la Argentina lo que más extrañan es el sistema de cobertura.

—¿Cuánto gasta Argentina en total sobre el producto bruto en salud y cuánto Estados Unidos?

—Argentina, el 9% y el 19% Estados Unidos.

—Y la calidad en Estados Unidos es mejor.

—Son otros números. Pero Argentina tiene un sistema muy robusto. Lo demostró en 2020. Con la pandemia se vio que el sistema estaba a la altura de las circunstancias: tanto el de las obras sociales como el de la medicina prepaga.

—Alberto Fernández dijo que estaba preocupado por el impacto en el bolsillo de la gente y por eso tomó decisión de la suspensión, no la eliminación, del aumento del 7%. ¿Cómo definirías socioeconómicamente al cliente de una prepaga?

—Quien contrata un sistema de medicina prepaga de manera directa y pagando de su bolsillo es el percentil más alto de la población.

—¿Qué porcentaje del total de la población tiene medicina prepaga?

—La medicina prepaga tiene aproximadamente unos 6 millones de usuarios.

—Un 15% de la población.

—De esos 6 millones de usuarios, aproximadamente 3 son contratados por las empresas. Deciden darles a sus empleados este servicio y lo pagan. Hay 3 millones de clientes que no pagan absolutamente nada de esta cuota. Del otro segmento de 3 millones, aproximadamente un millón y medio son los que se desregulan. Utilizan parte de su aporte como pago a cuenta de la medicina prepaga y pagan la diferencia. Trabajadores a los que su empresa no les da el sistema de medicina prepaga y asumen el diferencial. Los que pagan la totalidad de la cuota son aproximadamente un millón y medio de personas.

Es importante que todo esto quede claro, y se lo expliqué al Presidente. Tenemos que entender dónde están los segmentos, cuál es la exigencia. Hay que comprender que para los trabajadores el costo de salud aumenta cada vez que aumenta el sueldo. En los últimos años aumentó más el costo de salud de los trabajadores que el de los afiliados a la medicina prepaga.

—¿Los sueldos aumentaron más que las cuotas de la medicina prepaga?

—Absolutamente.

—¿Las obras sociales estuvieron mejor que la medicina prepaga?

—Sí, aunque tienen infinidad de problemas. También tienen muchas crisis de financiamiento. En promedio, en estos diez años desde que se sancionó la ley el aumento salarial fue del 1.300%. Al mozo del restaurante le aumentó más la cuota de salud que al dueño del restaurante.

—Por eso, parte del aporte surge de que luego ese dinero se invierte. Si no, se quebraría. De ese 15%, 5% lo paga la empresa, 5% la persona que trabaja en una empresa y paga el diferencial y 5% el que lo paga solo. En tal caso, ¿hablar de “cuidar el bolsillo de la gente” sería un error del Presidente?

—Por supuesto siempre está el que hace el esfuerzo por pagarle a la madre.

—¿Podríamos decir que sería un esfuerzo del 7,5% de la población?

—Sí.

—¿Hay una cuestión política detrás de esto?

—Hubo una ola gigante de rumores desde que se bajó el aumento. Alberto personalmente me lo desmintió categóricamente. El sistema de salud puede y debe tener reformas. Siempre se puede mejorar, pero partiendo de la base de que funciona bien. Nos hubiese gustado un reconocimiento público por lo que hizo el sistema privado durante este año. No pueden ser todas pálidas. Esperaba que me dieran una plaqueta y me dieron una patada en el culo.

—¿Desde cuándo conocés a Alberto Fernández?

—Lo conozco hace muchos años, desde cuando era jefe de Gabinete. Tengo una buena relación, tengo aprecio por Alberto. Me cuesta hasta enojarme porque lo considero buena gente, independientemente de que podamos estar de acuerdo o no. Después lo seguí viendo en distintas circunstancias cuando estuvo haciendo distintas cuestiones políticas con distintos candidatos...

—Con Sergio Massa y Florencio Randazzo.

—Tuvimos distintos encuentros; es un tipo inteligente, más allá de lo que todos nos planteamos qué es lo que pasa de un lado y otro del Gobierno. Tengo la obligación de defender al sector porque creo en él. También de defender a los usuarios que eligieron voluntariamente este sector.

—¿Se vive un riesgo de que suceda lo mismo que con las AFJP? No se puede ir de una medicina prepaga si se tiene cierta edad y una cantidad de enfermedades.

—El Presidente me dijo que de ninguna manera. Dijo que “no está en mi agenda, no está en mi esencia, no creo en eso”, en relación con un proyecto que vaya hacia una nacionalización de este tipo. Cuando terminó la entrevista me dijo: “Hay periodistas afuera y podés decirlo claramente”. Esto también generó ruido y angustia en la población en general. Repito lo que me dijo el Presidente. Y tengo que creerle. Acto seguido hay que ver cómo resolvemos el problema del financiamiento.

—¿Existe riesgo de que empresas de medicina prepaga corran con problemas financieros que las lleven a la quiebra?

—Congelamientos de tarifas o actualizaciones por abajo de las necesidades que requiere el sistema se llevan puesto el sistema. Lógicamente las empresas más chicas lo van a sufrir primero, las medianas después y las grandes terminarán siendo las últimas. No hay inventos. Los sistemas de salud son como aviones: necesitan precisión y eficiencia, muchísima técnica y combustible para volar. Ningún piloto asumiría el riesgo de decir: “Esta ruta necesita mil litros de nafta y la vamos a hacer con 500”.

—¿Qué se hace con la responsabilidad, entonces?

—Lo he dicho públicamente a este gobierno y a los anteriores. Porque de estas situaciones de discusión han existido muchas. Yo te puedo contar infinidad de historias que han existido. No vuelo un avión si no estoy en condiciones de hacerlo. Lo que pedimos es un mapa. Que me digan por dónde van. Si no, es imposible. Si me dan 500 litros en vez de mil les diré que aquí tienen la llave, que me voy. En materia de salud no se deben hacer cosas aventureras. Se deben hacer cosas profesionales.

—¿Tiene futuro la actividad? ¿A diez o veinte años no quiebran de cualquier manera las empresas de medicina prepaga?

—No, porque cambiará. El mundo ya lo hace. Argentina no lo hizo aún

—¿Hay que aumentar la cuota?

—El mundo prácticamente no tiene planes deducibles o sin copagos o sin coberturas parciales de determinadas cosas. Los planes van hacia modelos en los que el usuario coparticipe del gasto de manera que sea más cuidado y que la cuota no vaya hacia valores técnicamente imposibles. Habrá mutaciones.

—Siguiendo esta idea de que en los últimos 15 días de vida la persona consume todo lo que invirtió, la lógica es que si consume más de lo que pagó, el día que dejen de agregarse nuevos, el último no cobrará.

—No hay ninguna duda de que en los sistemas aseguradores que trabajan con el tiempo, llámese vida, llámese salud, si vos un día de repente, por arte de magia, decís que nadie se puede incorporar al sistema privado de salud, dejan de funcionar.

—En cuanto a la jubilación, todas las previsiones dicen que en 2050 la población del mundo dejará de crecer. Ya sucede en los países desarrollados. Es el punto donde no se podrá seguir creciendo.

—No podés seguir creciendo. pero podés ir renovando población a medida que la gente va falleciendo.

 

—¿Alcanza con que se renueve?

—Si la cuota es técnicamente sustentable el sistema puede seguir funcionando. Es vital, porque el acceso a la salud sin estos sistemas de cobertura no es accesible para el 90% de la población.

—Ese 15% de gente que tiene medicina prepaga no podría pagar cuando tenga una contingencia.

—Hace un año y pico salió una droga nueva que se llamaba Spinraza. Mostré el frasquito, la cajita de esa droga, en un programa de televisión. Pagábamos 750 mil dólares. Una recuperación de treinta días promedio en un accidente de tránsito vale unos 3 millones de pesos por mes.

—¿Y entonces cómo sobreviven a futuro sin comerse el capital?

—Estos sistemas funcionan con márgenes de dos puntos para un lado, un punto y medio, tres. No más que eso.

 

—Podrías no recibir nada durante cinco años y seguir manteniendo las prestaciones, pero a los cinco años quebrás.

—Es elemental.

—Pero hoy es así: las personas gastan más de lo que ponen.

—Por eso planteamos que es esencial corregir el sistema.

—Desde 2010 hasta acá, ¿se redujo el capital?

—Volvimos a suplir con las cuestiones financieras las diferencias.

—¿Pudiste mantener el capital porque ganaste financieramente?

—Hay una cosa que se llama “resultado técnico” en el sector del seguro. Cuando vos mirás el resultado técnico, es negativo. Sin embargo, cuando sumás el financiero, es parte de la estructura del costo.

—Eso en la medida de que las tasas sean positivas.

—Cuando cayeron las tasas en el mundo, subieron la prima.

—Una cosa diferente era con Mauricio Macri: las tasas eran positivas.

—Es el momento de buscar instrumentos.

—Cuando se habla de “soberanía sanitaria” desde el Instituto Patria, un concepto especialmente enunciado por el viceministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, ¿hay algo que haga sospechar que lo que dice Alberto Fernández pueda representar su propia visión, pero no la de una parte importante de la coalición gobernante?

—Es muy importante diferenciar obras sociales de medicina prepaga en este punto. Porque existe la voluntad de un socio directo o de un empresario de decidir darles un beneficio a sus trabajadores. Contratar vos un servicio directo para tu familia es tu decisión. Si alguien dice: “Vamos a hacer el plan Argentina Salud y se acabó Swiss Medical, se acabó OSDE”, uno inmediatamente se pone la mano en el bolsillo. ¿Quién te puede obligar a aportar a Argentina Salud? En la Constitución te están diciendo que el acceso a la salud es un derecho. Ahí es donde tenemos la primera confusión: son afiliados voluntarios; es una decisión personal. No es como con las AFJP, a la que se estaba obligado a hacer el aporte.

—En este caso se podría no pagar la medicina prepaga.

—Uno puede no pagar y atenderse en el hospital público. Esa es la primera cuestión. Lo que despierta este ruido es la definición sobre las obras sociales, porque el aporte a la obra social es obligatorio, pero “ahora quiero que el sistema de Argentina Salud sea manejado por el Estado y no por los gremios”. De esa manera no habrá una salud para gastronómicos, otra para empleados de comercio y otra para bancarios.

—¿En los sindicatos hay temor respecto de que lo que dice Cristina Kirchner tenga que ver con quitarles sus cajas?

—Estas cosas generan ruido. En esos primeros cuatro días no había confirmación sobre un rumbo, ni una desmentida. Después de la reunión conmigo Alberto Fernández dijo que el sentido era pensar cómo hacer más eficiente el sistema. Estamos presentando ideas en este sentido.

—¿Algunas vinculadas a las obras sociales?

—No, las obras sociales están presentando sus ideas

—¿Dónde se atienden Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Axel Kicillof, Ginés González García?

—Como todo el segmento poblacional de la clase media se atienden en el sistema privado. Es una realidad.

—¿Alguno en Swiss Medical?

—Hay cosas que son de dominio público, pero quiero dejarlo en la cuestión privada.

—¿Por quién votaste en las últimas elecciones?

—Fue una elección muy complicada. Apoyé muchísimo al gobierno de Mauricio Macri, para el cambio en 2015, con una convicción gigante, y me pegué un palo de desilusión realmente enorme. Yo creo que Argentina perdió una...

—Dijiste que “la victoria de Macri era algo impensado pero para todos los que veníamos de sufrir lo anterior, ver llegar lo que uno se imaginaba como un ideal desde el punto de vista técnico hizo que las expectativas fueran enormes y pensamos que las cosas iban a darse de una forma más rápida. Hoy se puede decir que estas expectativas estaban mal medidas y que este proceso va a ser muy lento porque la Argentina está muy lejos de lo que debe ser”. ¿Solamente un tema de expectativas?, ¿era un problema de tiempo o se equivocó de rumbo?

—Macri se equivocó lamentablemente

—¿En 2019 votaste por Macri también?

—Sí, pero de otra manera.

—¿Con resignación?

—Tenía muchas dudas. Estaba muy desilusionado, prefería que no ganara. También me generaba muchas dudas el oficialismo, aunque mi expectativa por Alberto era grande.

—¿Creías que Alberto no manejaría el gobierno?

—Había muchas cosas que había que aclarar, aún falta aclararlas.

—¿Te desilusionaste de Macri pero no todavía de Alberto Fernández?

—Todavía tengo expectativas y esperanza.

—¿Votaste alguna vez por el kirchnerismo?

—No.

—¿Y en la época de Carlos Menem votaste por el peronismo?

—Sí.

—Hecha esta antropología electoral. ¿Cuál es tu evaluación de cómo se luchó contra el covid-19 en la Argentina?

—Dije de entrada que no hagamos política en el medio de esta guerra. El Gobierno, contra todas las críticas que recibió, hizo lo que había que hacer. Hoy se está viendo lo que pasa cuando se hace otra cosa.

—¿La cuarentena fue demasiado extensa?

—No, porque la cuarentena era extensa y los casos seguían subiendo mucho. Los límites de saturación en el sistema estaban muy cerca.

—¿Hoy se está volviendo a esa situación?

—No, pero la curva pegó una acelerada muy violenta.

—¿La situación actual es como la del mes de mayo, mientras que el pico fue en julio?

—Sí, pero, para que se entienda, en una guerra las consecuencias son un espanto. Desde el punto de vista económico y social, la cuarentena es un espanto. Si no, parece que uno está de acuerdo con algo espantoso. Simplemente, lo que se observan son los instrumentos y las armas con las que se cuenta. El Gobierno vio que los elementos que teníamos eran limitados. Veía a los periodistas comparando con Estados Unidos, con Alemania o con Francia. Nosotros no tenemos ni de dónde empezar desde el punto de vista económico o estructural...

—¿Cuánto invierte Alemania de su producto bruto en salud?

—Cerca de un 12%. Es el promedio europeo.

—¿Te darías la vacuna rusa?

—La vacuna rusa va a ser buena, no tengo dudas. En Argentina, acostumbrados a seguir la normativa de los países del anexo uno, genera ruido que Rusia no presente la papelería. Pero no es que no lo hace en este caso, no lo hace habitualmente. Al término del camino, todas las vacunas funcionarán bien. Hay una expectativa correcta sobre esto. La vacuna rusa tiene que terminar de completar algunos papeles para terminar de dar tranquilidad, como las otras. Si fuera población de riesgo, no tengo dudas de que me la daría.

—Tenés 59 años sin comorbilidades, ¿te la darías?

—En mi caso particular esperaría a que aclare el panorama con todo esto. Ahora, cuando esté disponible se la doy a mi mamá.

—Cuando te conocí me contaste que tu mamá era actriz y que eso siempre te llevó al tema del espectáculo. Fuiste productor de Antonio Gasalla, de cine, de programas de televisión. Ahora sos dueño por partes iguales con Daniel Vila de América TV. ¿Cómo surge tu interés por los medios?

—Mi viejo falleció cuando yo tenía 12 años. De él heredé la vocación por las organizaciones de salud. Cuando mi padre falleció, vivíamos a la vuelta de una clínica. El balcón daba al garaje de la clínica y yo miraba cómo entraban y salían las ambulancias.

—¿Cuál era la relación de tu viejo con la medicina?

—Era uno de los gerentes accionistas del Sanatorio Metropolitano, una de las instituciones más importantes por aquel entonces. Falleció repentinamente a los 43 años y todo eso quedó en la nada. Es algo que me marcó mucho. Sabía que en algún momento retomaría eso. Mi vieja había sido actriz de joven. Trabajó con Sergio Renán, con Rodolfo Bebán, con David Stivel. Cuando mi viejo falleció, se dedicó a dar clases de teatro. Integré grupos de teatro en distintos colegios hasta los 22 años. Conocí a Antonio por intermedio de mi hermana, que estaba haciendo una obra con él. Yo trabajaba en la bolsa. Él quería volver a hacer una temporada en el Maipo. Hicimos Gasalla en el Maipo en el 85.

—Seis años antes de tu primera empresa médica.

—Pero en 1988 empecé a desarrollar el proyecto de la Suizo. Compré el terreno y me dedicaba ya a eso. Con los años, hice incursiones en medios de entrada y salida, fui socio de Marcelo Tinelli en Radio del Plata, compré con Daniel Hadad parte de Canal 9 en 2002. Después creé una productora de televisión junto a Gerardo Rozín. Hace unos cuatro años le compré a Francisco de Narváez su parte de América.

—¿Cómo es tu participación en América?

—Mi participación es activa en el directorio. No en el día a día, pero sí un seguimiento permanente y compartiendo lo que pasa, cómo nos va, cómo andamos, escuchando en el directorio lo que se plantea sobre cambios de programación.

—Tenés una empresa cuya tarifa la regula el Estado. ¿No se puede generar un conflicto sobre la línea editorial?

—Yo trato de hacer esto de una manera recontra independiente.

—A24 fue muy crítico del Gobierno y paralelamente dependías de que la actualización viniera de allí.

—No solamente en ese aspecto. Tuvimos una gran relación en materia del manejo de la pandemia y cómo manejamos la ayuda del Gobierno al sector en 2020 hasta diciembre, cuando se generó este tema.

—No te dieron aumento, pero sí ATPs, que compensaba. Hasta diciembre estabas satisfecho con la relación.

—Sí. Estábamos llevando el esquema.

—A24 era muy crítico del Gobierno.

—Sí, pero también fue crítico del gobierno de Macri. También fue crítico de la cuarentena. Yo iba a mi propio canal a defender la cuarentena. Un medio es eso, comunicación, y vos sos el maestro de los maestros, sabés que su credibilidad está dada por la independencia.

—Ahora que Daniel Vila y José Luis Manzano compran Edenor, que es socio el Estado, ¿puede generarse alguna tensión entre vos y tu socio respecto de la línea editorial?

—Creo que no. Daniel lleva veinte años manejándolo. Demostró un rol de periodismo independiente. Incluso tuvo periodistas con distintas opiniones. Supo manejar de manera excepcional cuestiones diferentes.

—¿Daniel Vila te ofreció participar en Edenor para alinear intereses?

—Sí. No fui dejado de lado. Pero mi situación de alta exposición respecto de los temas de salud atravesando una pandemia me lo hacía imposible. Es una actividad que también requiere gran exposición y concentración.

—Para Vila, Edenor sería lo que para vos Swiss Medical. Los dos tienen América, pero cada uno ya tiene una empresa regulada por el Estado.

—Sí.

—Eso, consciente o inconscientemente, ¿no puede orientarlos hacia una línea más cercana a cada uno de los gobiernos por el poder de control que tiene sobre Edenor?

—Si fuera así, le diría a mi amigo Daniel que no le conviene porque es de patas cortas.

—Al ser la medicina un fondo en el que hay un stock, tenés un margen de libertad.

—Sí, pero no podés confundir una heladera con un freezer. Son cuestiones diferentes.

—¿Qué sería la heladera y que el freezer en este caso?

—El flujo y el stock. Si alguien quiere difamarnos, puede decir que tenemos plata y debemos ponerla.

—¿La plata no es tuya, sino de los afiliados que pagan?

—La plata es de un sistema que tiene que responder. Encima en un año en el que la pandemia generó una fuerte crisis en el sector prestador. Tengo muchas clínicas, hospitales, soy un gran prestador. Se generará una enorme crisis en el sector financiador. Porque desde el punto de vista financiero, no desde el económico, generó un alivio ya que se produjeron menores gastos por la baja del consumo de cirugías que se pospusieron. Por eso los resultados financieros fueron mejores. Pero cuando se levante la pandemia todo ese dinero se gastará.

—Pero reconoceme que no es lo mismo el freezer que la heladera, el stock que el flujo. Si tenés stock, podés sobrevivir un tiempo más. Pero quien es solo flujo, como el caso de una compañía como Edenor, tiene que pagarle a Cammesa y cobrarles a los individuos. Si no se actualiza la tarifa pueden aparecer problemas antes.

—Es lo que les pasó en el último tiempo a las compañías eléctricas que se financiaron con Cammesa.

—Podrían quebrar si Cammesa lo exigiera.

—Pero también tenés el derecho de las compañías eléctricas a pedir tarifas.

—¿Por qué vendió Marcelo Mindlin?

—Estos temas con el tiempo generan un gigantesco desgaste. Especialmente que un funcionario de turno marque la política de cómo tienen que funcionar organizaciones hipercomplejas. Llega un punto en que se hace muy difícil. Esto es permanente. Tuve problemas de actualización durante el gobierno de Macri, discusiones, lo mismo en el gobierno de Cristina. Con el propio Guillermo Moreno fue muy difícil discutir. Pero ante el borde del precipicio, el tipo reconocía que algo había que dar.

—Se precisa confiar en que el regulador va a apretar, pero no ahorcar.

—Hay que confiar. Es muy importante que el regulador conozca mucho del tema.

—Teniendo esa posibilidad, y al mismo tiempo contando con un medio de comunicación, la tentación del regulador de pedir para dar y no ahorcar en el momento justo es mayor que si hay un stock.

—Es mayor, pero también hay elementos que te pueden proteger. Para un medio, resignar independencia es perder un activo.

—¿Qué pensaste cuando Cristina Kirchner dijo que los medios debían ser parte de una mesa de consensos?

—Depende de qué signifique una mesa de consensos.

—Un gran acuerdo nacional.

—Los medios podrían colaborar si vamos seriamente a una situación de consenso nacional. No me parecería mal. Los medios son muy importantes, precisamente porque comunican. Argentina necesita un gran acuerdo nacional.

—En octubre de 2021, ¿votarás al Frente de Todos o a Juntos por el Cambio?

—De acá a octubre...

—¿Si fuera hoy?

—Hoy estoy preocupado. Seguramente votaría a Juntos por el Cambio porque considero vital el equilibrio.

—¿Votarías por Juntos por el Cambio, pero deseás que le vaya bien al Frente de Todos?

—Se lo dije a Alberto y se lo diría a Cristina: haría todo lo que esté a mi alcance para que a Argentina le vaya bien. Yo estoy todavía en la Argentina, que no es poco. Vos estás todavía en la Argentina, que no es poco. Los empresarios tenemos que surfear estas olas. Sigo apostando a estar aquí.

—¿Comprendés a los que no están?

—Los comprendo. Hay momentos en que la gente no da más. Se cansa.

—¿Argentina se encamina hacia enderezar el barco?

—Dependerá de lo que el Gobierno decida en los próximos 90 o 120 días. Se verá lo que pretende, porque se viene la elección. Acepto las reglas de juego. Se lo dije Alberto, se lo dije a Santiago Cafiero, es la ley de la democracia. Si ellos son correcta y legítimamente votados, elegidos por la mayoría, deben definir. Si deciden que el sistema de salud tiene que cambiar y compañías como Swiss Medical o empresarios como Belocopitt no tienen lugar, voy a ser el primero en aceptarlo. Agarraré mi valijita, entregaré la llave y me iré, porque es la regla de la democracia: aceptar lo que la mayoría define. Pero no hay que hacer cosas intermedias que generen confusiones.

 

Producción: Pablo Helman, Débora Waizbrot y Adriana Lobalzo.

 

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