Por Omar Bravo
Por momentos, magistral, pero también con toques plebeyos y emotivos que identifican al peronismo desde su nacimiento, Cristina Fernández de Kirchner, dictó anoche una clase de conducción política en los patios de la Casa Rosada, exhibiendo en todo su esplendor a un líder que arenga y anima a los suyos en momentos de desorientación e incertidumbre, pero marca el camino y se pone al frente de ellos.
Una clínica de autoridad, comunicación, directivas claras y fundadas críticas a propios y extraños. Gran oradora, la presidente combinó un tremendo palo a la dirigencia del PJ bonaerense que no estuvo a la altura en la lucha por la gobernación, con un reconocimiento a la ganadora María Eugenia Vidal, halagándola con el tanguero mote de “piba”.
Después de defender la obra de gobierno de doce años en el poder, si se suma el mandato de Néstor Kirchner, presente anoche en cánticos y referencias variadas, Cristina dejó claro que apoya a sus candidatos, que quiere verlos victoriosos el 22 de noviembre y que después del 10 de diciembre seguirá siendo la que es hoy, la jefa de su espacio político.
A los críticos de su versión del peronismo, anoche les entregó dos homenajes. Para ella no existe ‘justicialismo’ sino el liso y llano ‘peronismo’. Y que el balcón de la Casa Rosada que da a la calle Balcarce, pertenece a Perón y Evita “para la eternidad”, según dijo. “No me da el cuero” expresó respetuosa, convirtiendo en positiva aquella penosa frase del general Alejandro Lanusse.
Pero no eligió el bronce: reconoció la pérdida de votos del FPV, admitió rasgos de su personalidad que causan irritación en las clases altas y medias, pero pidió no confundir las formas con el fondo, y en todo caso, debatir. Y reivindicó un rasgo central de su gestión: todas sus leyes promovieron derechos a amplios sectores de compatriotas y por el contrario, no le quitaron ninguno a nadie.
La falta de mención a Daniel Scioli, e incluso, a Mauricio Macri, en todos sus dichos, dejará un amplio campo propicio a la prensa que se autodesigna independiente, pero que no obstante interpreta sistemática y negativamente sus dichos desde hace ocho años. Ninguna prensa independiente lo haría si tuviera la calidad de tal. Históricamente, el periodismo crítico, siempre mantuvo siquiera una mínima empatía hacia el criticado.
Scioli, su equipo de campaña y asesores, debería tomar nota de cada palabra pronunciada anoche por la presidenta. Está a tiempo y debe trabajar sobre el electorado pero principalmente, sobre la política, nacida con los griegos y cuna de la civilización occidental. Por algo ellos la colocaron en la cima de la pirámide de las ciencias, porque según explicaron en sus textos fundacionales, apuntaba al bien común. O sea, al hombre, ni más ni menos.
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