El thriller Tesis de un homicidio de Hernán Golfrid abrió el festival que se extenderá hasta el próximo viernes y al que concurrió una nutrida delegación de cineastas de nuestro país, que en esta edición 2013 es invitado de honor.
Otros de los directores argentinos invitados por el festival son el gran Carlos Sorín y Ana Piterbarg, presentando sus películas El perro y Todos tenemos un plan. La primera de ellas forma parte de la retrospectiva que el festival le dedica al cine argentino; y la segunda, de la Competencia Internacional de ficción.
Otra importante personalidad del cine nacional que participa del Festival es Luis Puenzo, quien desempeña su doble papel de director y productor, ya que su película La historia oficial, ganadora del primer Oscar que la Academia del Cine de Hollywood otorgó a un film argentino, también forma parte de la retrospectiva, igual que Wakolda, tercera película de su hija Lucía Puenzo, producida por él y que este año ha sido elegida como precandidata a los prestigiosos premios del cine estadounidense. Otra película que participa de la competencia es Infancia clandestina, de Benjamín Ávila, también producida por la compañía de Puenzo.
En el panorama internacional, en Costa Rica también se proyectarán películas como Blancanieves, del español Pablo Berger, última ganadora de los premios Goya del cine español; La parte de los Ángeles, del británico Ken Loach, parte de la competencia de Cannes 2013; y la cálida comedia uruguaya Tanta agua, de Ana Guevara, que pasó por los festivales de Berlín, Punta del Este, BAFICI y Unasur y que ahora recala aquí en Centroamérica.
Dentro de las actividades extra cinematográficas, al cierre de esta edición el músico argentino José Luis Castiñeira de Dios ofrecía un espectáculo con una selección de composiciones clásicas de nuestro país. Para la ocasión, Castiñeira de Dios, que además participa del festival en su carácter de director nacional de Artes, dirigió la Orquesta Sinfónica Juvenil de Costa Rica que interpretó un repertorio basado en obras identificadas con algunas películas emblemáticas como La noche de los lápices, de Héctor Olivera, o El rigor del destino del cineasta tucumano Gerardo Vallejo. También se incluyeron a modo de homenaje algunas obras de Astor Piazzolla, como Oblivion o Dansée, con el bandoneonista Horacio Diomi como solista.
No puede dejar de mencionarse la particularidad del lema que el festival incluye dentro de su nombre, Paz con la tierra, porque tiene una justa razón de ser. Esta consigna se encuentra vinculada con la idiosincrasia costarricense, una de las pocas naciones del mundo que decidió, luego de una breve pero significativa guerra civil, en la década de 1940, prescindir del uso de fuerzas armadas o ejército nacional. Una decisión que habla de la voluntad de encontrar una forma distinta de vincularse con el mundo, y que este cálido festival también busca hacer suya a la hora de encontrar un camino cinematográfico para expresarla cabalmente. «
la retrospectiva
El perro, de Carlos Sorín.
Kamchatka, de Marcelo Piñeyro.
La Historia oficial, de Luis Puenzo.
Nueve reinas, de Fabián Bielinsky.
Paisajes devorados, de Eliseo Subiela.
Tesis sobre un homicidio, de Hernán Golfrid.
Wakolda, de Lucía Puenzo.
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