Por: Jorge Fontevecchia. Cinco días hábiles es lo que resta para que los mercados y la economía del país comiencen a transitar 2024. Las PASO, al ser simultáneas y obligatorias, tienen un efecto predictor sobre parte del menú, descartando alternativas y haciendo más posibles otras.
Si el domingo 13 Sergio Massa resultara el candidato individualmente más votado y al mismo tiempo Horacio Rodríguez Larreta el ganador de la interna de Juntos por el Cambio, sería probable que el lunes 14 se produjera en los mercados un salto favorable de los activos argentinos anticipando que, cualquiera fuera el resultado de las elecciones en octubre y eventualmente noviembre, el próximo presidente no solo sería promercado sino alguien previsible y moderado. Pero si el domingo 13 Javier Milei fuera el candidato más votado, la incertidumbre que generaría un eventual gobierno suyo podría trasladarse negativamente a los mercados.
Milei es la gran incógnita a develar en las PASO y sería una sorpresa tanto si obtuviera menos del 15% como más del 25%, ya que se espera que alcance entre 15% y 20% de los votos. Pero como tantas encuestas vienen errando desde antes de la pandemia en todo el mundo, las sorpresas se han convertido en la norma.
Relacionado con Milei, como si entre ellos se tratara de un “negocio de suma cero” donde lo que gana uno es porque lo pierde el otro, otra sorpresa aunque en menor medida sería la derrota de Patricia Bullrich en la interna de Juntos por el Cambio, cuando hay varios pronósticos que la proyectan muy por arriba de Rodríguez Larreta, si bien es cierto que siempre hubo encuestas que daban empate entre ambos y varios analistas de opinión pública vienen reflejando una mejora de Larreta en las últimas semanas.
La asignación de superposición de votantes entre Patricia Bullrich y Javier Milei no tiene en cuenta que los votantes libertarios en su mayoría son hombres jóvenes y los de la halcona del PRO, en su mayoría mujeres de mediana edad hacia arriba. Termina de complicar el traslado de los pronósticos de las encuestas al cuarto oscuro el hecho de que un tercio de los argentinos no va a votar pero sí se expresa en las encuestas haciendo presumir que parte de quienes al momento de opinar libremente se autoperciben votantes libertarios luego engrosarán en mayor proporción el porcentaje de ausentismo.
Un debate gira en torno a si esta será una elección similar a la de 2019, a la de 2015 o distinta de todas. Si fuera como la de 2019, se repetiría una polarización entre Unión por la Patria y Juntos por el Cambio, dos coaliciones que concentraron el 88% del total de los votos. Si fuera como en 2015 habría un tercer jugador que obtiene alrededor del 20% de los votos, en 2015 fue el Frente Renovador de Sergio Massa y en 2023 la Libertad Avanza de Javier Milei. Y si fuera diferente de todas habría realmente el escenario de tres tercios, una paridad entre peronistas, antiperonistas y libertarios.
La última elección, la legislativa de 2021, permite proyectar desde un punto más cercano: Juntos por el Cambio obtuvo el 43% y el Frente para Victoria el 35%. Muy parecido a las elecciones legislativas anteriores en 2017, donde Cambiemos obtuvo el 42% y la suma de los mismos integrantes del Frente para la Victoria, que esa vez fueron divididos, el 38%.
El Gobierno llega más débil este año a las elecciones que en 2021, por lo que ese 35% de hace dos años podría reducirse, pero lo más probable sería que la suma de votos de Sergio Massa más Juan Grabois (incorporarlo en las PASO fue otra táctica acertada del oficialismo) no bajase del 30%. También podría haber una pérdida de votos de Juntos por el Cambio en 2023 sobre 2021 porque hace dos años La Libertad Avanza obtuvo solo el 5% del total y una parte no menor de lo que haya crecido Milei desde entonces se la canibalizó a Juntos por el Cambio.
La suma de Juntos por el Cambio y Unión por la Patria no debería superar por mucho el 70% para que los libertarios rondaran el 20%, habiendo mínimamente otro 10% entre la suma de los candidatos de izquierda y el peronismo no incluido en Unión por la Patria, con Schiaretti/Randazzo y Guillermo Moreno, entre otros.
Los resultados del domingo 13 se combinan con los ya producidos en las elecciones provinciales, lo que permite imaginar un país futuro: a quien le toque presidir Argentina en diciembre próximo precisará de la oposición para conducir el país, porque la mitad de las provincias estarán gobernadas por políticos de la coalición opositora.
El Senado es un correlato de esa división territorial entre oficialismo y oposición, por lo que, más allá de mayorías circunstanciales, quien presida el país también precisará del apoyo de opositores para aprobar leyes importantes, y ni que hablar para mínimamente poder nombrar el quinto miembro de la Corte Suprema y el procurador.
No habría que descartar que un eventual gobierno de Juntos por el Cambio sumara su aprobación al pliego propuesto por el peronismo hace años, de Daniel Rafecas, y al mismo tiempo surja una jueza de la Corte Suprema propuesta por el oficialismo y aprobada por unanimidad.
Faltan cinco día hábiles para que la Argentina no solo comience a transitar el período 2024-2029 sino quizás a dejar atrás el ciclo iniciado en 2001 tras la mayor crisis económica de nuestra historia.
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