El 15 de julio de 2009, Estudiantes derrotó 2-1 a Cruzeiro en Belo Horizonte y se quedó con el trofeo continental por cuarta vez en su historia. La Gata y Boselli, los goleadores en el Mineirao. Así lo revive el Colo Ré.
Con la copa tambaleante entre sus manos, Juan Sebastián Verón sintió tocar el cielo con las manos. De ese instante, se cumplen hoy cinco años. Un 15 de julio de 2009, Estudiantes vencía 2-1 a Cruzeiro en el Mineirao y se alzaba con su cuarta Copa Libertadores en su historia. El partido de ida había resultado 0-0 y en la vuelta, el Pincha se impuso gracias a los goles de Gastón Fernández y Mauro Boselli. Henrique había puesto en ventaja a los locales de manera parcial.
Aquella noche, el equipo dirigido por Alejandro Sabella formó con Mariano Andújar; Christian Cellay, Rolando Schiavi, Leandro Desábato, Germán Ré; Enzo Pérez, Rodrigo Braña, Juan Sebastián Verón, Leandro Benítez; Gastón Fernández y Mauro Boselli.
El partido se jugó ante un estadio repleto y rebosante de confianza por parte de los locales. Mucho más cuando a los 6 minutos del segundo tiempo, Henrique puso el 1-0 después de un remate que se desvió en el Chavo Desábato y descolocó a Andújar.
Estudiantes no se salió del plan y con paciencia, encontró el camino del empate. A los 11, Verón se reposó por la izquierda, apiló un par de jugadores y sacó un pase magistral para el ingreso de Cellay por la derecha. El ex Huracán dominó y mandó un centro que encontró a la Gata en soledad para poner el 1-1.
Agrandado por la gesta, el Pincha fue por la victoria. Y la consiguió. A los 27 minutos, Verón ejecutó con maestría un córner desde la derecha que encontró la nuca de Boselli para vencer a Fabio.
Ni un tiro en el travesaño pudo empañar la confianza que derivó en la alegría de la consagración. El chileno Chandía señaló el medio y desató el llanto de Verón, arrodillado en la mitad de la cancha. Fue el punto cumbre de un ciclo que comenzó en 2006 y se extendió hasta 2010, pasando por un subcampeonato en el Mundial de clubes de ese 2009.
En La Plata, el delirio se extendió por horas y kilómetros. Los jugadores fueron recibidos en Ezeiza y desde ahí comenzó una caravana que se extendió por horas. Plaza Moreno y el palacio municipal albergaron a los campeones entrada ya la noche.
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