La guerra entre los Milei y los Macri puede tener coletazos a partir del 18 de mayo. Los riesgos de un PRO que nunca perdió una elección en la capital. Dispersión de candidatos: a qué juega cada uno. El proyecto peronista en cabeza de Leandro Santoro. La revancha de Horacio Rodríguez Larreta.
Por: Federico Mayol.
Cualquiera sea el resultado, ya no habrá marcha atrás. El cierre de listas de la ciudad de Buenos Aires, que venció oficialmente a la medianoche, no hubiera tenido mayor relevancia que la de un calendario distrital si no fuera porque estas elecciones porteñas se convirtieron en un campo de batalla salvaje –por ahora, el primero- entre el PRO y La Libertad Avanza, nada menos que en la casa matriz del macrismo y en un escenario muy fragmentado que puede disparar para cualquier lado.
La presentación de los candidatos a legisladores porteños dejó mucha tela para cortar, y la situación es inédita: es la primera vez en la última década y media que el PRO corre serios riesgos de perder su hegemonía. Por la atomización de la oferta de la centroderecha, también es la primera vez que al peronismo, representado por Leandro Santoro al frente de la lista “Es ahora Buenos Aires”-premeditadamente deskirchnerizada-, en rigor la figura más taquillera de ese sector, se le presenta la oportunidad de construir un proyecto de poder real de cara al 2027. Una chance de oro, imposible de imaginar hace apenas algunos años atrás.
Pero hay más. Es que el cierre de listas de anoche arrojó otra novedad: la decisión, confirmada ahora de manera oficial por parte de los hermanos Javier y Karina Milei, de enfrentarse en el bastión principal del PRO en una guerra deliberada contra los Macri, Mauricio y Jorge.
Cuando el ex presidente aceptó apoyar al economista libertario en la segunda vuelta electoral del 2023, en su casa de Acassuso, lo hizo, según resaltaron entonces en su entorno, sin ningún tipo de condicionamiento, pero convencido de que, si Milei llegaba a la Presidencia, podría ejercer una mayor influencia en las decisiones de gobierno. Nunca pasó, a pesar de los reiterados intentos por parte de Macri que cayó en la trampa del triángulo de hierro. Sin embargo, lo que nunca imaginó el jefe del PRO es que Milei, a instancias de su hermana Karina, avanzaría sobre la capital, el corazón del proyecto macrista, una fuente inagotable de recursos políticos y financieros que, para peor, empezó a mostrar hace algún tiempo evidentes señales de agotamiento.
Leandro Santoro
El Gobierno tomó nota de esas señales. También el PJ. El PRO, que en el 2027 cumplirá 20 años como administrador supremo de la capital, se sumergió en una crisis. Lo que parecía infalible, dejó de serlo. Los Milei vieron entonces la oportunidad: después de algunos globos de ensayo y pruebas de laboratorio, y una serie de provocaciones como la recorrida del jueves de Patricia Bullrich por Recoleta, con el único propósito, según ellos, de “poner nerviosos a los primitos”, la hermana presidencial aceptó postular como primer candidato a legislador de LLA al vocero Manuel Adorni, un candidato lo suficientemente popular y eficiente para el objetivo trazado por la cúpula libertaria: apropiarse lo más posible de un electorado, como la centroderecha porteña, que hasta acá no fue lo suficientemente receptivo al proyecto libertario. Karina Milei terminó por aceptar la candidatura de uno de sus colaboradores más leales hace una semana. Entendió, en ese sentido, que la seriedad de la elección ameritaba a un Adorni. Para achicar el margen del error y, llegado el caso, pagar el menor costo posible ante una eventual mala performance.
La elección porteña se convirtió en la nueva madre de todas las batallas desde que el jefe de Gobierno decidió desdoblar el calendario y nacionalizar la elección, a pesar de que buscó con esa maniobra el efecto contrario: municipalizar los comicios para intentar resguardar su capital en medio de una migración de electores del PRO hacia La Libertad Avanza. Esa será, según confiaron, la estrategia amarilla. Una campaña bien local. Si se nacionaliza, el PRO ya tiene su hoja de ruta: “Somos los que, a pesar de los embates, le dimos gobernabilidad al Gobierno”. Ese será el mensaje.
Es de tal magnitud la crisis identitaria del PRO que, una vez tomada la decisión de adelantar el calendario, se convocó a un casting de candidatos tan diverso como excepcional: ninguno de los dos principales dirigentes postulados por los Macri aceptó el desafío. Ni María Eugenia Vidal, la jefa de campaña, ni Fernán Quirós, promocionados por el ex presidente y el jefe de Gobierno, respectivamente. La diputada y el jefe del PRO tuvieron una última charla a solas en la tarde del lunes 24, durante el feriado. Vidal volvió a rechazar la propuesta, aunque en el entorno de Macri aseguraron que tampoco él estaba del todo convencido, tal vez porque la ex gobernadora bonaerense prevé reservarse para encabezar la lista de senadores nacionales, en octubre.
Con Vidal y Quirós resueltos a rechazar las propuestas, los Macri terminaron por inclinarse por Silvia Lospennato -estará secundada por Hernán Lombardi y una lista bien identificada con el partido amarillo-, una dirigente que en el 2023 apoyó a Horacio Rodríguez Larreta y que prefería renovar su banca en el Congreso, pero que sucumbió frente a la presión de los primos. De vínculo fluido con el Presidente, hace tiempo que Lospennato renovó su carnet de socia del PRO. Acumula una amplia y sobria trayectoria legislativa.
Horacio Rodríguez Larreta junto a Emmanuel Ferrario y Guadalupe Tagliaferri
En la sede de la calle Balcarce reconocieron a este medio en las últimas horas que el escenario que se abrió de cara al 18 de mayo es ciertamente riesgoso. No solo por la posibilidad cierta de que el peronismo vuelva a imponerse en ese distrito después de décadas de resultados adversos -así lo marcan la mayoría de las encuestas preliminares-, si no por la guerra fría que se desató con La Libertad Avanza. En el plan de los Macri, perder contra el PJ es mucho menos grave que caer derrotados en manos de la familia Milei.
Por eso, en el búnker macrista, a metros de Casa Rosada, se festejó en las últimas horas la decisión de Ramiro Marra de presentarse como candidato por la UCeDé. También que el radicalismo haya candidateado a Lucille Levy, ex titular de la FUBA, una valiosa dirigente universitaria pero públicamente desconocida. Jorge Macri trabajó incansablemente. En Marra, eyectado del oficialismo por la secretaria General de la Presidencia, para tratar de restarle la mayor cantidad de votos posibles a La Libertad Avanza. En el caso de la UCR, para afectar lo menos posible la oferta electoral del PRO. Con Martín Lousteau de candidato el riesgo era aún mayor. Un aporte invaluable, según trascendió en estas horas, del gestor Daniel Angelici. Por el lado de la Coalición Cívica, la candidata será Paula Oliveto, del riñón de Elisa Carrió. Una dispersión que le pone el sello, de la manera más explícita, al certificado de defunción de Juntos por el Cambio.
Ni Jorge ni Mauricio Macri pudieron sin embargo convencer a Rodríguez Larreta de que desista de presentarse en esta elección. Derrotado de manera sonora en el 2023 en las primarias partidarias, el ex jefe de Gobierno esperó dos años para su revancha personal después de que el ex presidente ejecutara todo lo que estuvo a su alcance para que pierda la interna con Bullrich, más allá de los propios méritos del ex jefe de gobierno porteño. Hasta hace varias semanas existieron algunas gestiones, encargadas a emisarios que, al final, terminaron por entender que el fallido precandidato presidencial ya tenía la decisión tomada de encabezar la lista de “Volvamos Buenos Aires” junto a Guadalupe Tagliaferri y Emmanuel Ferrario. Es un desafío extra para el PRO porque, a pesar de su muy magra elección del 2023, Rodríguez Larreta dejó, en el imaginario porteño, un recuerdo positivo en torno a la gestión. Ironías del destino: cofundador a principios de siglo, puede ser la llave para la derrota más dolorosa de ese espacio.
En el terreno de las hipótesis, aún sobrevuelan en territorio porteño una serie de conjeturas en torno a las razones del distanciamiento definitivo entre el PRO y LLA en ese distrito. Una bola de nieve lo suficientemente grande como para provocar una avalancha que podría impactar de manera directa en otros distritos, en especial en la provincia de Buenos Aires, la verdadera madre de todas las batallas.
Y dejar secuelas irreparables. Por ejemplo, la diferencia entre sellar, después del 18 de mayo, un acuerdo de cúpulas o una alianza entre dirigentes. No es lo mismo, porque en un caso sería con Macri, y en el otro sin él.
En el gobierno porteño sostienen que fueron los Milei, en especial la hermana del Presidente, los que iniciaron el conflicto, y evitaron entablar un acuerdo en la capital. En parte, lo explicó este viernes el ex presidente, en su presentación en la Bolsa de Comercio de Córdoba: “(Milei) Me habló de un proyecto de país que a mí me entusiasma y eso lamentablemente cuando él después lo bajó al triángulo de hierro que lo rodea se transformó en un proyecto de poder”. Macri entendió rápidamente que ese proyecto de poder al que aludió en Córdoba incluía, por parte de los Milei, la ciudad de Buenos Aires.
“Esto no es el PRO, nosotros somos otra cosa”, le dijo Santiago Caputo a Bullrich antes de que Milei asumiera la presidencia, en las reuniones previas en el edificio de la avenida Libertador, antes de diciembre del 2023.
En el Gobierno dicen que ellos no fueron. Que, por el contrario, fueron los Macri, en particular el jefe de Gobierno, los que promovieron la disputa cuando el ex intendente de Vicente López decidió sellar un acuerdo político con Marra y su socio Eugenio Casielles que, según el Ejecutivo, quedó expuesto con la aprobación del Presupuesto a fines del año pasado. Karina Milei se aferró a esa excusa para ejecutar la salida de Marra, a pesar de que hacía tiempo que planeaba avanzar en ese plan.
Karina Milei, Manuel Adorni y Pilar Ramírez
Tal como está planteada, la guerra entre el gobierno y el PRO amenaza con dejar un tendal de heridos. ¿Es posible un acuerdo posterior en territorio bonaerense? ¿Qué pasa si La Libertad Avanza tiene una performance mucho peor a la proyectada por las encuestas? ¿Es posible una alianza electoral en la ciudad en octubre? Son preguntas incómodas. Lo cierto es que, más allá del impacto en el resto de los distritos, la disputa le abre al jefe de Gobierno un interrogante aún más acuciante para su administración: la chance real de gobernar desde diciembre próximo con una Legislatura adversa que corroa la institucionalidad de su gestión.
En el PJ, la batalla entre el PRO y La Libertad Avanza genera un creciente entusiasmo. Hasta último momento los promotores de la postulación de Santoro intentaron que Juan Manuel Abal Medina -hasta bien entrada la noche se habían caído las conversaciones- y Guillermo Moreno deserten de sus proyectos, para aglutinar a todas las variantes del peronismo detrás del diputado que pretende consolidarse como una opción de poder para el 2027.
Es el proyecto que tiene en mente Juan Manuel Olmos, el principal armador del PJ porteño, uno de los dueños de la lapicera. Olmos, histórico dirigente de la ciudad, acumuló protagonismo en la última década y tejió múltiples acuerdos. “Es el tiempo de una alternativa amplia y ganadora”, posteó anoche el ex jefe de Asesores. Será candidato 11 en la lista peronista. ¿Con qué objetivo? El sistema político porteño está plagado de suspicacias. Su paso por el gobierno del Frente de Todos, a partir del 2019, lo convirtió en una figura que traspasó los límites de la capital. Tanto que forjó con Cristina Kirchner un vínculo muy estrecho, alimentado desde la crisis de gobierno por el caso Vicentin. El auditor abonó en simultáneo el proyecto porteño, negoció con La Cámpora, con Víctor Santa María y con el resto de los sectores, y consensuó una lista de unidad para las categorías municipales detrás de Santoro a cambio de liberar las listas nacionales de octubre, en las que la ex presidenta tendrá buena parte de la injerencia.
Nunca el peronismo, al menos en este siglo, estuvo en la capital frente a una oportunidad tan ventajosa como la del próximo 18 de mayo. Es una de las consecuencias, solo una, de la crisis del PRO y de la disputa cada vez más tensa entre los Macri y los Milei. Una disputa porteña, azuzada por un escenario fragmentado, que puede diseminarse por el resto del país.
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