Científicos en alerta tras el recorte anunciado por el Gobierno

Científicos en alerta tras el recorte anunciado por el Gobierno

Evalúan que el ajuste "no tiene comparación con gestiones previas". Califican la medida de "ataque" y advierten que se busca "desfinanciar todo el sistema de ciencia y tecnología". Los números rojos del área ya anticipan un 2025 aún peor.

 

Por Pablo Esteban

 

Luego de la decisión del Gobierno de dar de baja el financiamiento de programas en áreas como las ciencias sociales, ambientales y la divulgación, los científicos consultados por este diario alertan que el recorte "no tiene comparación con gestiones previas". De hecho, los números corroboran esta situación: en 2024, la inversión del Estado en ciencia y tecnología disminuyó un 32,9 por ciento, en lo que configura la máxima caída histórica. A partir de ahora, solo se promoverán las actividades que se encuadren en campos como agroindustria, energía, minería, economía del conocimiento, innovación y salud. Aunque aún no queda claro cómo se implementará la medida que llevará adelante la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación, algo queda claro: los investigadores que se dediquen al resto de las disciplinas, sin fondos, deberán arreglárselas como puedan. Los científicos advierten que los recortes representan "un ataque" que busca "desfinanciar a todo el sistema de ciencia y tecnología".

Rodrigo Quiroga, doctor en Ciencias Químicas y bioinformático del Conicet, señala a Página 12: “Hay un ataque claro al sistema científico argentino. No solo consideran que constituimos un gasto inútil, sino que nos tratan de delincuentes. Esto va a afectar a los investigadores, a otros organismos estatales y a las propias universidades. Paralizan todo, a través de medidas que no se entienden muy bien”. Y remeta: “Es muy loco: pagan salarios y el funcionamiento de los institutos, pero no habrá plata para trabajar. Te empujan a conseguir financiamiento externo, cuando no es nada fácil”.

Según la resolución del gobierno, que halla un pretexto en “la crisis financiera y económica inédita”, Darío Genua, titular de la Secretaría de Ciencia y Tecnología, será el responsable de llevar adelante la poda. En concreto, prevén la baja, la devolución de los fondos otorgados, o bien, la renegociación de todos los programas que no se encuadren dentro de las áreas consideradas estratégicas.

Guillermo Durán, decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, apunta: “La resolución de la jefatura de Gabinete es un horror, pero al mismo tiempo, también es blanquear lo que hicieron durante todo el 2024. Eliminar programas fundamentales, como Equipar Ciencia (financiamiento para equipos), Construir Ciencia (para infraestructura) y todo lo que había. Hablan de suspensión, pero en la práctica clausuraron todo. Tienen la decisión clara de desfinanciar todo el sistema de ciencia y tecnología”.

Ante esta situación que detallan Quiroga y Durán, la Federación de Docentes Universitarios (Fadun) repudió la medida e hizo un llamado urgente a la sociedad a “mantenerse en alerta y movilizados en defensa de la educación pública, la ciencia y la tecnología”.

Al esquema de auditorías aplicado en todos los órdenes de la administración estatal, ahora se suma esta nueva evaluación y rendición de cuentas que el gobierno impulsa en los organismos encargados de la producción de conocimiento. Y lo hace con un tono de persecución policial y acento de venganza. En el fondo, las acciones son consecuentes con el modelo de país que tienen en mente: como adelantaban en campaña, un esquema que prescinde de la ciencia y la tecnología, y que quiere al Conicet ¡Afuera! (así lo refería el propio Milei en un programa de televisión).

Las más castigadas

La discusión entre ciencias básicas y aplicadas tiene varios capítulos en la historia argentina. De hecho, cada vez que desembarca un gobierno neoliberal, se da el mismo debate, el discurso oficial desempolva la vieja dicotomía y disciplinas de las ciencias sociales comienzan a ser atacadas nuevamente. Durante el macrismo, un intercambio similar se produjo al interior del directorio del Conicet, cuando la intención era agrupar por un lado a las “ciencias estratégicas” y por otro lado a las “ciencias libres”. En esta ocasión, el gobierno de Milei, que no entiende de grises ni pierde tiempo, pasa el filo de la motosierra y barre con todo.

Mario Pecheny, miembro del directorio por el área de Ciencias Sociales y Humanidades del Conicet sostiene que “el decreto refiere a un plan 2024-2025, que deberían hacer público, que elige cuatro o cinco líneas de trabajo; lo cual está bien justamente para priorizar, pero no para dejar sin nada a todo el resto. Aquí se observa por un lado la voluntad de justificar que han desfinanciado totalmente al sistema y la continuidad de ese desfinanciamiento, y por otro lado el intento de legitimar un ataque a la pluralidad de las ciencias”. Y resume: “Los recortes y las expresiones persecutorias y denigrantes son dos caras de la misma moneda”.

La voz de Pecheny es sugestiva --y valiente-- porque critica desde adentro, al ocupar un lugar de relevancia en Conicet. Un rol similar al que durante el gobierno de Macri despeñó Dora Barrancos, que denunciaba que el blanco principal de la gestión apuntaba a quienes se desempeñaban en el área de las ciencias sociales. Eran estos investigadores los más criticados en medios y redes sociales.

“Quieren instalar que la única ciencia válida es la que tendrá un impacto económico en el corto plazo. Esto es falso: es imposible predecir lo que tendrá alguna aplicación económica. Por eso es que siempre son los Estados los que realizan una inversión de alto riesgo para desarrollar ciencia básica, que después termina siendo aplicada. Ignoran cómo funciona la ciencia, no les interesa”.

Amparados en la política de déficit fiscal, pasan la motosierra por aquellas actividades que, desde su perspectiva, no se encuadran en la lógica de mercado. Sin embargo, más allá de ponderar unos y desfinanciar otros campos, el recorte es duro y parejo para todos.

Números rojos

Desde que asumió el elenco libertario, el sector de la ciencia y la tecnología no tuvo ni una sola buena noticia para festejar. De hecho, las pocas investigaciones científicas que dieron sus frutos ya venían apalancadas de años anteriores. El presidente del Conicet, el clonador Daniel Salamone, se marcha abucheado en cada intervención pública que le toca compartir con científicos y científicas del organismo que preside.

De acuerdo al último informe del Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación (Ciicti), la inversión del Estado en CyT cayó un 32,9 por ciento en 2024 y configura la máxima caída histórica.

Además, la función CyT bajó al 0,208 por ciento del PBI. Este punto es sensible, si se tiene en cuenta que el gobierno está incumpliendo la Ley de Financiamiento que preveía incrementos plurianaules para el sector hasta conquistar el 1 por ciento del PBI en 2032. En 2024 debería haber sido de 0,39 por ciento, ya que en 2023 fue de 0.30. No solo se pierde el envión, sino que se profundiza rápidamente la caída.

 

Por otra parte, el presupuesto destinado al Conicet, el principal organismo de ciencia y tecnología del país, descendió un 20 por ciento. Un camino de ajuste similar al que transitan la Comisión Nacional de Energía Atómica (29 por ciento) y el INTA (23.6 por ciento). Asimismo, la inversión del Estado en Educación cayó un 43.8 por ciento en 2024, tanto que las Universidades Nacionales perdieron un 25 por ciento de su presupuesto en términos reales.

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