Por: Nelson Castro. El Gobierno deja atrás una semana intensa de disputas que demuestra la necesidad de que le dé aire a su ala política.
Fue una semana turbulenta. Otra más. Y lo fue tanto dentro como fuera del Gobierno. El enfrentamiento del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, con Santiago Caputo, el asesor estrella del Presidente, no fue un rumor sino una realidad. “Tanta tensión hizo que Francos terminara en el hospital”, se escuchó decir en tono de chicana por los pasillos del poder a los que no lo quieren mucho a Caputo sobre quien, dicho sea de paso, son cada vez más los que echan pestes dentro del ámbito del Poder Ejecutivo.
Hay una realidad indiscutible: Francos encarna el diálogo y la búsqueda de acuerdos con los sectores de la oposición que le son afines al oficialismo. Caputo, en cambio, no. La búsqueda de acuerdos es la esencia de la política. El joven maravilla no sabe nada de eso. A ella debió recurrir en definitiva el Presidente en un intento de último momento para convencer a cinco diputados de la Unión Cívica Radical de cambiar su voto y evitar que el frente opositor lograra revertir el veto presidencial a la nueva fórmula de cálculo de haberes para jubilados y pensionados.
Ese manotazo de ahogado de Milei dio resultado. El que intentó con algunos dirigentes opositores del mismo partido para evitar el rechazo del DNU por el que se asignaban 100 mil millones de pesos en gastos reservados para los servicios de inteligencia, no. Es increíble que el Presidente no haya advertido que, a la vista de los nefastos antecedentes del mal uso de los gastos reservados destinados a los servicios de inteligencia, ese proyecto era absolutamente contradictorio con los postulados de transparencia que pregona La Libertad Avanza, y que, el intento de imponer semejante decisión a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia era de imposible concreción. Logró así un récord: fue la primera vez desde la creación de los DNU –hecho que estableció la Reforma Constitucional de 1994– que se lo rechaza.
Milei ha perdido el foco respecto de lo que representa el veto a la reforma de la fórmula de cálculo de los haberes de los jubilados como así también el atinente a la Ley de Financiamiento Universitario, medidas que perjudican claramente a la población, dentro de la cual hay muchos que lo votaron. Ellos creyeron y apoyaron la idea de terminar con la casta. Pero ni los jubilados ni los estudiantes, docentes y trabajadores de las universidades son la casta. Una cosa es combatir la corrupción que existe en muchos negociados oscuros de las universidades, pero eso hay que hacerlo con las casas de estudio funcionando a pleno y resguardando la calidad que, a pesar del sin fin de dificultades que enfrentan, mantienen muchas de ellas. La educación es esencial.
El Gobierno esperaba un índice de inflación correspondiente al mes de agosto bastante menor. El 4,2% que reflejó el Indec, dejó un sabor amargo en el equipo económico y en el Gobierno en general. Se dio algo que había anticipado Domingo Cavallo: bajar la inflación debajo del 4% va a ser una tarea difícil y larga.
Veremos qué anuncia el Presidente en la presentación de la Ley de Presupuesto 2025, una presentación que tendrá mucho de show, algo que a él le encanta. Milei busca ser el centro de todo. Eso sirve por un tiempo que se acorta si las medidas económicas no logran generar bienestar general, algo que está ausente de este duro presente. Habrá muchas bancas vacías. Un empresario lo definió con tono de suspenso: “Podés ordenar la macro, bajar el déficit fiscal y la inflación, pero si no hay reactivación, la plata en la calle no aparece. Para muchos argentinos ha comenzado la cuenta regresiva”.
En este ámbito de pelea constante, en la Casa Rosada y el Ministerio de Economía se celebró la decisión del directorio del Fondo Monetario Internacional de desplazar de sus funciones como encargado de las negociaciones con el gobierno argentino al Director del Hemisferio Occidental, el chileno Rodrigo Valdés, quien fue ministro de Hacienda de Michelle Bachelet. En el Gobierno entienden que de esta manera queda allanado el camino para cerrar un nuevo acuerdo con el organismo que le permita a la Argentina acceder a nuevos fondos sin los cuales levantar el cepo se hace imposible. La persistencia del cepo es un obstáculo para los proyectos de inversiones extranjeras de los cuales tanta dependencia tiene nuestro país.
Una vez más, el principal activo del Gobierno es la ausencia de una oposición real y organizada. No hay nadie enfrente y, según parece, no lo habrá por un buen tiempo. En La Rosada respiran aliviados, pero empiezan a aparecer los primeros sincericidios. “Está bien correr con ventaja, pero algunos lo viven con un dejo de pedantería y hasta soberbia que ni les permite ver que este panorama despejado de nubarrones no durará para siempre” –reconoció una voz que frecuenta los pasillos del poder. No es para menos, el kirchnerismo residual y el rancio por igual, le recuerdan a la gente lo inviable de aquel pasado tortuoso. El paro aeronáutico generó una bronca incontenible entre miles de argentinos que no pudieron llegar a sus destinos. Entre ellos, pacientes que debían ser operados y que tuvieron que reprogramar cualquier intervención. Aerolíneas Argentinas sigue siendo refugio de gremialistas sin escrúpulos –como Pablo Biró– que ganan millones y no resignan poder. La extorsión es su bandera. La empresa convocó a una asamblea accionaria para mediados de la semana próxima para exigir la expulsión de Biró del directorio. A Javier Milei, este tipo de conflictos le vienen como anillo al dedo. La poca inteligencia de Biró no le permite ver ese lado de la película. Kirchnerismo en estado puro.
El Gobierno iniciará una nueva semana luego de fuertes turbulencias. Debería detenerse a pensar en darle más pista al ala política representada por Guillermo Francos y levantar el pie del acelerador con el látigo y el banquito. La realidad demanda acuerdos urgentes y el oficialismo ya no puede perder más tiempo en chicanas y malos tratos.
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