Pasaron 365 días desde la eliminación de las restricciones cambiarias y los economistas destacan que se evitó una gran crisis. Sin embargo, la devaluación no alcanzó a cubrir el atraso cambiario y generó un impacto inflacionario que impidió cumplir con la meta del 25% que había fijado Hacienda para este año. Las inversiones, en tanto, continúan demoradas a la espera de nuevas señales del gobierno
El sábado pasado se cumplió un año desde el levantamiento del cepo cambiario. Desde ese momento, el tipo de cambio pasó de $ 9,80 a los más de $ 16 actuales (una devaluación mayor al 60%), la inflación acumulada está en torno al 40% y las reservas crecieron de u$s 24.000 millones a u$s 37.000 millones. Teniendo estos datos en mente, el balance de este primer año sin restricciones cambiarias tiene tres temas centrales: mercado cambiario, impacto de la devaluación en los precios e inversiones.
Los economistas coinciden en que la salida del cepo era absolutamente necesaria en un marco de estancamiento que llevaba varios años. Según Martín Polo, de Analytica, el balance cambiario de este año es favorable: "Hubo un ingreso muy fuerte de divisas por colocación de deuda; se tomaron préstamos con bancos por u$s 15.000 millones que ya se devolvieron pero a los que se podría volver a recurrir si fuera necesario; y la cuenta de préstamos del balance cambiario, que era deficitaria, ahora es superavitaria".
Hay consenso entre los analistas acerca de que la salida del cepo "no fue traumática". En parte, el "trauma" se evitó por medio de la fuerte devaluación del tipo de cambio, que el Banco Central (BCRA) trató de contener con altas tasas en pesos. Así lo explicó Martín Vauthier, de Estudio Bein: "La devaluación fue muy acotada en las primeras semanas, cuando las tasas de interés de Lebac se encontraban en la zona de 38% y había un acuerdo vigente con las cerealeras para liquidar divisas. Cuando el acuerdo expiró y el BCRA inició un ciclo acelerado de baja de tasas, la demanda de dólares reapareció. Se generó una suba en el precio del dólar que se reflejó en la dinámica del tipo de cambio entre mediados de enero y principios de marzo, cuando el dólar llegó a tocar $16, sin intervención de la autoridad monetaria".
El efecto más conocido de una devaluación es lo que se conoce como pass through o traslado a precios. Allí, el impacto fue importante, en una economía ya muy castigada por un proceso inflacionario: "El Gobierno aprendió que los precios a diciembre del año pasado no estaban valuados al tipo de cambio paralelo sino al oficial. Hubo una aceleración de la inflación en el primer semestre. El pass through si bien fue más bajo que en 2014, no fue bajo ni mucho menos nulo: fue, como mínimo, del 40%", estimó Martín Polo.
Ricardo De Lellis, Director Ejecutivo de KPMG, coincidió en "el traspaso estuvo por debajo del 60% que se depreció el tipo de cambio, teniendo en cuenta que la inflación estuvo en el orden del 40%". Sin embargo, advirtió que persiste el problema de la competitividad: "El peso sigue apreciado y eso se puede ver en la balanza comercial de Argentina".
Martín Vauthier llamó la atención sobre el traslado de la devaluación a los precios de las tarifas: "En muchos casos, los subsidios están vinculados al dólar y los efectos ‘positivos’ de la devaluación sobre la recaudación quedaron mitigados por los cambios en los derechos de exportación. Por este motivo, un mayor tipo de cambio implica que se necesitan más pesos para financiar un determinado nivel de tarifas".
Otro mecanismo que se utilizó para evitar un "trauma" a la salida del cepo fue el endeudamiento externo "Hasta junio, Argentina había sido el país que había hecho la emisión de deuda más importante entre los emergentes", señaló De Lellis. Estas colocaciones permitieron financiar la política gradualista del gobierno: "Se pudo hacer una devaluación menos intensa (con el aporte adicional del agro) y fue la llave para que aumente la oferta de dólares, que el cepo reprimía", opinó Polo.
Al mismo tiempo, el financiamiento externo permitió una recuperación de las reservas internacionales: "La buena señal es que todos dejamos de prestarle atención al nivel de reservas", sintetizó De Lellis.
Aunque las restricciones cambiarias ya no son un obstáculo, las tan esperadas inversiones tardan en llegar: "Si bien Argentina es atractiva, tiene problemas como la falta de competitividad y de confianza. Muchos inversores están dispuestos a invertir pero por ahora prefieren esperar", explicó Ricardo De Lellis. Martín Polo, sin embargo, aclaró que "también hay que considerar como inversión a las empresas que están emitiendo deuda".
El repunte se aplazó para 2017: "Proyectamos una fuerte suba en la inversión el próximo año, traccionada por la obra pública y los sectores que recibieron señales de precios, como el agro, la energía y la minería", apuntó Martín Vauthier.
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