En julio se abarataron algunos cortes y esa tendencia continuaría en agosto. Desde el sector Sin embargo, desde el sector aclaran que es un fenómeno de corto plazo, porque aumenta la oferta, pero que no será duradero.
Empezó como una medida por un mes, pero después fue mutando y alcanzará los cinco meses cuando termine esta nueva prórroga. Se trata del cepo a la exportación de carne, reconvertido después de los primeros 30 días en un “semicepo”, porque permite algunas exportaciones y otras no. Mientras tanto, los efectos en los precios se empezaron a sentir recién el mes pasado, y los carniceros estiman que este mes esa senda bajista se consolidará por la extensión de las trabas hasta el 31 de octubre. El problema, advierten, es que en el mediano plazo el efecto podría volverse en contra como un boomerang.
Según datos oficiales, en julio el valor de los distintos tipos de carne bajó hasta un 1% y, de acuerdo con carniceros consultados por TN.com.ar, en agosto no habría demasiadas variaciones sobre esos valores. Claro que, de todos modos, en los primeros siete meses del año la mayoría de los precios aumentó por arriba de la inflación acumulada, que fue del 29,1%. Excepto por el asado, que se encareció un 24%; la cuadrada subió un 38%; la falda, un 39%; la carne picada, un 34% y el vacío, un 29%.
“El cierre de las exportaciones frenó la escalada del precio de las carnes y probablemente este mes volvamos a ver esto; quizás no una caída nominal de los precios, pero sin dudas una caída real por efecto de la inflación”, explica David Miazzo, economista jefe de FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina).
“Este impacto se da por el simple hecho de que, con el cierre de exportaciones, se incrementó la oferta total en 30.000 toneladas, cerca del 15% del consumo interno, entre siete y ocho kilos por habitante al año”, añade.
Pero advierte: “Eso tiene efecto en los precios en el corto plazo, porque aumenta la oferta, pero no es duradero, porque los valores luego terminan poniéndose al día con la inflación, pero además porque hay un desincentivo a la producción, por lo que pronto podría haber menos oferta y, por ende, los precios podrían volver a subir”.
Esto no es nuevo, dice Miazzo, sino que es la misma dinámica que se vio entre 2008 y 2015, cuando se impusieron trabas sobre el comercio de las carnes. “Subió tanto que, incluso con las exportaciones cerradas, teníamos el precio más alto de todo Mercosur”, recuerda.
En ese sentido, y más allá de lo que pasa con el valor de la carne en el mostrador, importa cruzarlo con los datos de poder adquisitivo de los argentinos. Según la consultora Equilibra, el poder de compra de los salarios evidenciará una mejora de tres puntos porcentuales en el tercer trimestre, llegando a las elecciones, que se traducen en cinco kilos de asado más de los que se podían comprar con un sueldo promedio anteriormente. Pero, desde que asumió Alberto Fernández, la merma en kilos de asado que puede comprar un salario medio es de unos 55 kilos.
Por Sofía Terrile
Comentá la nota