Con un gol de Nery Domínguez, el "Canalla" se impuso por la mínima diferencia en Rosario. Santiago Tréllez se fue expulsado en el elenco de Sarandí
Con el objetivo de seguir en el lote de los animadores del torneo, Rosario Central recibió a Arsenal en el estadioDr. Lisandro de la Torre en el encuentro válido por la fecha 23 del campeonato doméstico. El emotivo recibimiento de los hinchas del Canalla fue parte del pasado cuando los de Eduardo Coudet intentaron imponer un dominio territorial a base del juego colectivo amparado en los pies de Nery Domínguez, Franco Niell y Marco Ruben.
A pesar de los deseos locales, el que tuvo las ocasiones más claras para ponerse en ventaja fue el combinado deRicardo Caruso Lombardi. A través de las asistencias de Federico Lértora y la potencia de Santiago Silva,los de Sarandí amenazaron a un desesperado Mauricio Caranta. Al arquero no le quedaban insultos para acomodar a su defensa.
Sobre el primer cuarto de hora los dueños de casa generaron la primera emoción. Un centro de José Luis Fernández, que se desvió en un rival, descolocó a Esteban Andrada y el travesaño devolvió la pelota, para el lamento del público presente. A partir de ese momento, el Gigante de Arroyito se convirtió en un hervidero y los protagonistas se contagiaron a partir del aliento de sus seguidores.
En el complemento los del "Chacho" apostaron por la vía aérea. Las intervenciones del goleador del certamen y la de Alejandro Donatti hicieron lucir al ex arquero de Lanús. Además, la movilidad del volante con pasado enGodoy Cruz y Racing volvió a reventar el caño, esta vez con una definición cruzada. El gol de Rosario Centralera cuestión de tiempo.
La decisión de Germán Delfino de expulsar a Santiago Tréllez le abrió la puerta a Central para que se quede con la victoria. La superioridad numérica fue fundamental para que Nery Domínguez establezca el 1 a 0 y le permita a la mitad de Rosario soñar con la posibilidad de dar pelea por el título. La gestión Coudet sigue creciendo y su próximo desafío será volver a vencer al rival de toda la vida. La idolatría hacia el entrenador no tiene techo.
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