El intendente y un sector del oficialismo transmiten que la elección está abierta. Otros, en cambio, sostienen que es muy difícil que se modifique el resultado. La gran esperanza de la titular de Anses radica en el arrastre.
Por Ramiro Melucci
El jueves a la mañana, antes de subirse a su auto para visitar un barrio, uno de los hombres más activos en la campaña local de Juntos por el Cambio resumió en dos palabras una sensación que se extiende en parte de las filas oficialistas: “Estoy preocupado”. Lo dijo con tono sincero. Y no sólo refería a las dificultades que podría representar la elección de octubre para retener el municipio, sino también al desbarajuste interno que ocasionaría que Patricia Bullrich quede afuera del balotaje.
La incertidumbre respecto de las posibilidades electorales de Guillermo Montenegro también la transmiten los principales integrantes de la mesa chica del intendente. Es la misma percepción que dejaron trascender inmediatamente después del 13 de agosto, cuando las noticias decían que Montenegro se encaminaba a la reelección porque se había impuesto por casi 9 puntos a Fernanda Raverta. Idéntica a la que sostuvieron hace un par de semanas, cuando el escrutinio definitivo especificó que la diferencia entre ambos fue de 30 mil votos.
“El triunfo no está asegurado, ni mucho menos”, repiten cerca del jefe comunal. Y despliegan una serie de argumentos que comienza con las dificultades para dimensionar el fenómeno Milei, pasan por las incógnitas que nunca desaparecen del todo sobre la decisión que adoptarán los 50 mil marplatenses que votaron a Horacio Rodríguez Larreta, sobrevuelan los 15 mil sufragios que recibieron las fuerzas políticas que no estarán en las generales, se detienen en los 40 mil votos en blanco (el 10%) y derivan en los 195 mil electores que el domingo de las PASO se quedaron en su casa.
La incertidumbre respecto de las posibilidades electorales de Guillermo Montenegro también la transmiten los principales integrantes de la mesa chica del intendente.
Pero no todos en Juntos por el Cambio comparten esa vacilación. Hay quienes sospechan que los temores son parte del mensaje oficial para que nadie se relaje. Para que los funcionarios funcionen, para que los militantes militen, para que no vuelvan a repetirse situaciones como la de Cultura y para que no quede nada librado al azar.
Esa dirigencia más optimista está convencida de que 30 mil votos no son fáciles de descontar y que, si no sucede nada extraordinario, deberían darse al menos tres condiciones al mismo tiempo para que Raverta dé vuelta la elección. Que Montenegro tenga enfrente una maquinaria electoral aceitada e imparable. Que Raverta penetre en los sectores medios y medios altos. Que se produzca una ola nacional y provincial de Unión por la Patria. “¿Si todo eso no se produce, por qué iría a modificarse el resultado? ¿Por qué los que no fueron a votar y ahora deciden hacerlo se inclinarían mucho más por Raverta que por Montenegro? ¿Por qué los que votaron en blanco cambiarían para elegirla a ella y no al intendente?”, se preguntan.
Parten de la hipótesis de que Bullrich conservará casi la totalidad de los votos de Larreta y no se derrumbará, de que el voto útil para destronar al kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires será el de Juntos por el Cambio y de las perspectivas que tales circunstancias abren en la quinta sección y sobre todo Mar del Plata.
En Encuentro Marplatense, el ánimo mejora a medida que crece el convencimiento de que a Sergio Massa le irá mejor que a Bullrich y de que Axel Kicillof superará a Néstor Grindetti. Auscultan las encuestas nacionales para calcular qué porcentaje podría obtener la candidata presidencial de JxC en Mar del Plata y esperan que, como sucedió en las PASO, el que logre Montenegro no se distancie demasiado. El antecedente de agosto señala que 7.381 marplatenses que votaron al intendente no lo hicieron por Bullrich ni por Larreta (sin contar los extranjeros, que por ley no pueden votar en las categorías nacionales). “Es el voto a una marca, no un respaldo a la gestión local”, repiten en el entorno de Raverta. Exactamente lo contrario a lo que planteó el intendente el mismo día de las PASO: que se estaba decidiendo si el intendente hizo las cosas bien o mal.
Una de las grandes incógnitas de la elección es cuál será el número diferenciador que logre Montenegro respecto de la lista nacional de JxC. Podría tener relación directa con los votantes de Milei que descarten la boleta local de Rolando Demaio.
La campaña va sugiriendo sutilmente esa puja. El libertario propone reducir el gasto, machaca por la cantidad de funcionarios que tiene Montenegro y hasta dice (como alguna vez prometió Arroyo) que podrían bajarse las tasas. Impulsa además la eliminación de entes y secretarías. Las funciones del Emtur se trasladarían a una Secretaría de Producción, Infraestructura y Desarrollo Económico. La actividad del Emsur y el Emvial sería ejecutada por empresas y cooperativas bajo el control de la Secretaría de Producción, que a su vez englobaría a Obras. Tampoco existirían Desarrollo Social, Salud, Educación, Cultura y el Emder: estarían bajo la órbita de una Secretaría de Capital Humano.
Montenegro, que viene de avanzar con la fusión de Turismo y Cultura, levanta la mano para decir que para austero en Mar del Plata ya está él. Recuerda que se bajó un 30% el sueldo y que al de sus funcionarios políticos los redujo un 20%. Insiste en que no usa chofer, enfatiza que su gestión no compró autos (salvo patrulleros, utilitarios y ambulancias), puntualiza que aumentó la Tasa de Servicios Urbanos menos de la mitad de la inflación y recuerda que eliminó diversos tributos.
Una de las grandes incógnitas de la elección es cuál será el número diferenciador que logre Montenegro respecto de la lista nacional de JxC. Podría tener relación directa con los votantes de Milei que descarten a Demaio.
El rival elegido en la contienda, sin embargo, sigue siendo el kirchnerismo. Es lo que representa el lema de “la ciudad del sí” contra la del no. Al punto de que, para graficarlo en toda su dimensión, Montenegro no sólo apela a elementos de la actualidad (las habilitaciones comerciales, la radicación de empresas, las competencias de motos en la playa), sino que también utiliza insumos de la campaña de 2021: la “cuarentena eterna”, los protocolos que se elaboraron para el regreso de actividades, la discriminación que, a su entender, sufrió la ciudad cuando se implementó el sistema de fases.
Del otro lado, Raverta es en Mar del Plata la cara de las buenas noticias con las que el oficialismo nacional y provincial busca compensar las angustias de la vida cotidiana. Detalló que 68 mil marplatenses podrán acceder a los créditos Anses y que 18 mil trabajadores dejarán de pagar el Impuesto a las Ganancias. Anunció el vuelo de Aerolíneas Argentinas que en verano unirá la ciudad y Montevideo. Pudo mostrarse como la impulsora del nuevo hospital de alta complejidad que anunció el gobernador.
El massismo también gana protagonismo en la campaña. Ariel Ciano, director de Desarrollo Turístico de Aerolíneas, formó parte del elenco que anticipó el regreso de los vuelos internacionales después de casi tres décadas y posó al lado del gobernador en la foto política que compuso Kicillof a su paso por la ciudad, con Raverta y Gustavo Pulti. Era simbólicamente la boleta completa de Unión por la Patria. La que promete intentar, aun sin indicios de nada parecido a la ola celeste de 2019, un inédito cambio de signo político en Mar del Plata.
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