Caso Marino: acoso, espías y Senado

Caso Marino: acoso, espías y Senado

El senador radical controla los servicios de inteligencia. Qué dijo en la tensa reunión con sus pares.

Antes de quebrarse hasta el llanto, en la reunión con sus pares de Cambiemos el senador radical Juan Carlos Marino especuló con un posible vínculo de los servicios de inteligencias en la denuncia por acoso sexual que le interpuso la empleada del Congreso Claudia Guebel, ratificada este jueves ante el fiscal Federico Delgado.

Ayudado por su abogado Claudio Calabresi anticipó el descargo que minutos después leería en la sesión y anticipó detalles de su defensa, que lejos estuvo de conformar a los senadores de su bloque, con más experiencia en Tribunales. "Está demasiado confiado en la ayuda de los medios", comentaban. 

Marino preside la bicameral de control de organismos de inteligencia desde la asunción Mauricio Macri y por gestión de Enrique "Coti" Nosiglia, su padrino de siempre. Este año iba a cederle el cargo al senador sanjuanino Roberto Basualdo, pero a último momento fue reelecto por presión de los emisarios de la ex Side y se convirtió en el legislador con mayor manejo de recursos que se recuerde. 

Es que además es vicepresidente primero del Senado y preside la bicameral que administra la biblioteca del Congreso, escrachada hace un año por Mauricio Macri por tener 1700 empleados. Y no es discreto: sus compañeros cuentan que es capaz de pedir autos oficiales para resolver temas personales en La Pampa o Córdoba, donde reside parte de su familia.

 

En Cambiemos aseguraban que el jefe de la Agencia Federal de Inteligencia, Gustavo Arribas, fue el que pidió sostenerlo en la bicameral, pero hay quienes especulaban con llamados de los agentes históricos cercanos a Nosiglia, que tiene relaciones cordiales con el amigo de Macri, pero nunca se olvida de recordar que no le dio ninguna participación en un organismo en el que el ex ministro de Alfonsín, siempre tuvo injerencia.

Marino sospecha de una operación de los servicios de inteligencia, pero sus explicaciones no convencen en el Congreso. Sus compañeros temen además que la justicia les pida habilitar la intervención de su celular o allanar su despacho. 

 

La bicameral de Inteligencia es una de las comisiones con mayor presupuesto, que nunca rinde gastos y se reúne muy cada tanto en el subsuelo del anexo del Senado, conocido como la "Ex Caja". Sus tareas son secretas por reglamento y de vez en cuando Marino lleva a los legisladores al edificio de la AFI de la calle 25 de Mayo para ver a Arribas y les pide dejar el celular en mesa de entradas. Algunos se enojan, incluso los del PRO, con quienes se cruzó en 2016 cuando quisieron involucrarse en su agenda de trabajo.  

 

Este año la comisión tuvo una tarea escasa, pero Marino aprovechó para mostrar poder: en su primera reunión, un senador justicialista le pidió duplicar los sueldos de los asesores y lo consiguió. Eran de 30 mil pesos.

 

Hubo varios partes sobre la compra de equipamiento, revisados por legisladores y asesores en la oficina roja del anexo, siempre con teléfonos celulares apagados. 

 

Pero nunca iniciaron la investigación sobre la filtración de escuchas judiciales de Cristina Kirchner u Oscar Parrilli, como le pidió la Corte Suprema cuando aún la presidía Ricardo Lorenzetti.

 

Ante sus compañeros, Marino negó haber abusado de Guebel, pero no entró en detalles sobre el encuentro en el despacho, cuando según el relato de ella esperó que se fueran los empleados y "directamente" le tocó los pechos y la invitó a tomar un café.

 

"Mi despacho siempre tiene las puertas abiertas y la gente entra y sale", se excusó ante sus colegas por ese presunto cara a cara con la denunciante, que nunca desmintió y deberá relatar con más detalles ante el fiscal Delgado.

 

Acompañado de su joven asesora, el pampeano también aludió a una supuesta "operación política" pero evitó precisiones. Minutos después y ante los medios su abogado y vocero involucró a Carlos Mac Allister, su rival en la interna de Cambiemos, en la que no competirá. Casualidad o no, lo anunció unos días antes de conocerse la denuncia. 

 

Diputados y senadores radicales consultados por LPO se mostraron más cercanos a respaldar a Marino, por el mal recuerdo que tienen del paso de Guebel en la Convención de la UCR. "Quería tener protagonismo, escribía documentos sin consultar y acumulaba mucha rabia por no haber llegado a legisladora", la recuerdan.

 

Tanto confían en él sus compañeras de bloque que el martes se demoraron en firmar el comunicado contra la violencia de género que las diputadas radicales habían difundido por correo electrónico a primera hora. Recién  al mediodía agregaron sus nombres, temerosas de un papelón público. Varias se resistían además porque el texto promueve la ley de educación sexual integral, motivo de tensión entre verdes y celestes, como se identifica a quienes estuvieron a favor y en contra del aborto. La mendocina Pamela Verasay fue la única senadora UCR a favor de la interrupción voluntaria del embarazo.

Marino negó la denuncia de abuso sexual y su abogado sugirió una operación de Mac Allister

 

Guebel figura "adscripta" en el Senado porque es empleada de planta permanente de Diputados, donde trabajó por última vez en la Comisión de Juicio Político y se fue por disputas con el entonces secretario Juan Carlos Amarilla, a quien en su denuncia a Marino acusa al pasar de haberla acosado y perseguido hasta con visitas a su domicilio.

 

Amarilla, empleado de carrera del Congreso, tuvo problemas con otras empleadas, fue sumariado y trasladado a la oficina del excéntrico salteño Alfredo Olmedo. 

Por gestión de Hipólito Solari Yrigoyen, ex presidente de la Convención radical, Guebel recaló con Marino y  el otro agente que menciona en la denuncia es el jefe de despacho, Pedro Fiorda, alias "Cachi". Le imputa haberle "introducirle la lengua" con violencia.

 

El clima entre los senadores de Cambiemos es de suma tensión e influyó en que cancelaran un brindis de fin de año posterior a la sesión. No hubo ni fotos. 

 

El temor, o la certeza, es que el año que viene deberán poner la cara varias veces más por Marino porque en los hechos nunca renunció a los fueros y sólo presentó una nota para anunciar que lo haría si la justicia lo solicita. Pero en ese caso será necesaria una sesión para abocarse a tan incómodo asunto.

 

Y el primer pedido del fiscal Delgado podría ser para revisar su celular, que según la última oración del artículo 1 de la ley de fueros, la 25320, no se puede interceptar "sin la autorización de la respectiva Cámara". Lo mismo ocurre con los allanamientos a los domicilios o a su despacho, otra medida que podría llegar tarde o temprano.  

 

Según el relato de Guebel, al mes de empezar a trabajar Marino le envió whatsapp con videos sexuales y mensajes como "¿Dónde estás?" "Donde vivís?", "Voy a estar por allá. Me doy una vuelta" "Preparate, que voy a tu casa".

 

Menciona el teléfono 1131920401, que no es el personal histórico de Marino y sus compañeros temen que lo haya usado para alguna de sus bicamerales y ya no esté en su poder. Su abogado no lo aclaró, pero anticipó que no autorizará su intervención porque "quien tiene que demostrar lo ocurrido es la persona que alega". 

No hizo más que confirmar que, tarde o temprano, el Senado deberá reunirse para debatir sobre los fueros de Marino. La causa judicial, en la que ni siquiera está notificado, recién empieza. 

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