El caso Karagozian, un quiebre en el relato de Milei

El caso Karagozian, un quiebre en el relato de Milei

El mayor hilandero del país negó que exista recuperación y lo corrieron como al economista Spotorno. Su peso específico rompe definitivamente el silencio del Círculo Rojo sobre una crisis récord y expone la intolerancia presidencial a las críticas a él y a Caputo. 

 

Por Leandro Renou

Con un mensaje en su cuenta de X, el vocero presidencial, Manuel Adorni, confirmó que el presidente Javier Milei decidió echar al empresario Teddy Karagozian del equipo de asesores económicos del Gobierno. Fue por haber criticado el modelo y contado que no hay tal recuperación económica, como vocean los libertarios. "No vislumbro la recuperación y no va a suceder", expresó, sin eufemismos. El despido del mayor hilandero del país se inscribe en la lógica oficial de jibarización de los cuadros críticos, y se da luego de la salida -por las mismas razones-, de Fausto Spotorno, economista de Orlando Ferreres que cuestionó medidas del ministro Luis Caputo y también era integrante del grupo asesor. Una postal de un Gobierno que, en un tiempo demasiado corto, se encierra en los fanáticos para no ver la realidad de la crisis. 

Más allá de las declaraciones textuales que dio en un medio televisivo a cuyos periodistas Milei suele describir como "los míos", Karagozian cometió dos pecados letales en este escenario. El primero, fue crítico del modelo de Milei siendo asesor, en un Gobierno que les corta la cabeza a los disidentes, aún teniendo intenciones constructivas. El segundo, que por su peso específico, Karagozian es un antes y un después en el relato oficial sobre la situación económica. Dijo lo que todos sus colegas piensan pero se guardan y, sobre todo, siendo uno de los 5 empresarios nacionales más grandes del país (paga sueldos, emplea gente y conoce la historia corta y larga de las crisis), rompe un silencio que era casi una omertá del Circulo Rojo: en pocas palabras, no sólo blanquea que a los grandes les va mal y a los chicos aún peor, sino que pone en la mesa que el modelo económico y político del Gobierno está fallando y la recuperación es un mito construido con información falsa o caprichosamente utilizada. El caso Karagozian es un quiebre total de la hegemonía del relato libertario, por eso sacudió la estantería y terminó eyectado en tiempo récord. 

Naturalmente, la decisión de correrlo del Consejo Asesor conmovió al entorno empresario y, sobre todo, a sus pares fabriles. La Unión Industrial Argentina (UIA) venía usando eufemismos para una crisis que los demuele y hasta el Grupo de los Seis (G-6) normalizaba un contexto de malaria totalmente anormal. Antes de él, sólo dos gigantes empresarios se habían animado a una crítica tan potente y directa: el primero, el dueño de Aluar, Javier Madanes Quintanilla, que hasta cuestionó los errores de posición geopolítica con China; el otro, el dueño de Todo Moda y tercer productor global de accesorios, Martín Castelli, quien dejó en claro que "esto no puede ser una segunda parte del menemismo". Esos dos casos dispararon algunas otras microrebeldías, como la del salteño José Urtubey, director del grupo Tapebicuá y ex UIA, quien expresó en un congreso industrial armado por Axel Kicillof que "en el corto plazo no hay V, hay L, nos vamos a estancar o vamos a ir para abajo". Algo parecido expresó el jefe de los metalúrgicos de ADIMRA, Elio Del Ré, que padece, como los textiles, caídas de dos dígitos récord en una actividad que es madre de industrias. 

Qué molestó de Karagozian

“Demian Reidel, Jefe de Asesores del Presidente del Presidente de la Nación, ha tomado la decisión de apartar del Consejo que preside a uno de sus miembros: Teddy Karagozian. Fin”, publicó Adorni en X. Fuentes de la Casa Rosada dijeron a Página I12 que el despido se le comunicó al empresario el martes por la noche, ni bien salió del canal donde lo entrevistaron. 

En esa entrevista, Karagozian tuvo declaraciones más bien descriptivas del contexto, pero para el Gobierno fueron dardos envenenados. “Soy de los que difieren en que no se puede pensar la Argentina como un negocio financiero, hay que entenderlo como un negocio de economía”, expresó en un claro mensaje al modelo. Cuando le preguntaron por las últimas medidas de Caputo, dijo que “son financieras, pero mi capacidad de economista atenta contra el poder de entender eso”. “Yo entiendo la economía real, no la economía financiera”. Agregó, además, que "no vislumbro la recuperación y no va a suceder".

En paralelo, Karagozian se preguntó ¿cómo baja el gasto público en relación al gasto privado si estamos despidiendo más rápido que lo que el Estado está despidiendo para bajar gasto?”. Y remarcó que “es notorio” el desempleo en el sector privado. “Los números no dan bien”, dijo. También habló de "atraso cambiario" y hasta habló de un dólar a 1500 pesos. Por último, consideró que "no podes tener un dólar barato que hace que la gente llene el estadio en Miami y querer tener una gente que pueda comer y no se sienta pobre aun teniendo empleo. Argentina está carísima en dólares y en sueldos”. 

Burlas, descargo y chicanas

Tras el mensaje de Adorni, Karagozian decidió cortar la atención a la prensa pero dejó un mensaje en X donde, con delicadeza, volvió a plantear su parecer. “Como es público y para confirmar lo expresado por Adorni, el Presidente Del Consejo de Asesores, Demian Reidel, tomó la decisión de apartarme y por supuesto acepto el desplazamiento. Lo comprendo y deseo el mayor de los éxitos. Un consejo más homogéneo es muy probable que logre sus objetivos más rápidamente”, escribió. 

Tras los despidos de Karagozian y Spotorno, el Consejo quedó comandado por fieles como Reidel, el economista más cercano a Milei y quien lo ayuda en los discursos y lo convence del rumbo. Y un grupo de empresarios afines, entre ellos Sebastián Braun, Eduardo Bastitta, Alec Oxenford y los economistas Ramiro Castiñeira y Miguel Boggiano. 

En medio de semejante entuerto, algunos funcionarios nacionales encontraron razones para darle rienda suelta a la distensión. "El único Teddy que vale la pena", escribió en su cuenta de X Javier Lanari, el segundo de Adorni, y adjuntó una foto del oso de peluche Teddy, protagonista de una película basta picante. En ese film, a decir verdad poco elaborado, el oso es bastante polémico y crítico del statu quo. Quizás, la película amerite una segunda mirada. Lanari, horas antes de las declaraciones de Karagozian, había hecho declaraciones contra la industria textil nacional en redes. 

La ficción y el "culo" de Caputo

En este escenario, en la Casa Rosada también construyeron una ficción sobre Karagozian, su cargo y los sucesos. El propio empresario consignó que conoció a Milei en marzo del 2017, y el mismo Milei lo convocó al Consejo por un elogio a dos libros del empresario, entre ellos "Mochila Argentina" y "Revolución Impositiva". Recordó Karagozian que eso fue cuando "ambos criticábamos la política del gobierno de (Mauricio) Macri y ambos sabíamos que se estaban estrellando”. De hecho, Karagozian siempre fue frontal y hasta admitió ser votante de Macri, a quien criticó, luego, por su política anti industrial. Hoy parece haber un deja vu de aquel contexto. 

Lo curioso es que en Rosada dijeron no saber quién lo puso a Karagozian de asesor y hasta filtraron que Milei le estaba posponiendo un almuerzo para evitar cruzarlo. Raro. La verdad es la antes contada y el gérmen de furia de Milei son las críticas a Caputo que, en el fondo, son críticas a un modelo fallido. Cuando el presidente dijo que "nadie le va a tocar el culo" al ministro, fue una declaración de principios con la que pretendió alinear expectativas. Lo logró con los fieles, pero hoy, salvo Milei, el resto observa que el tiempo de Caputo está agotado y lo muestran los números. No sólo no trajo divisas, sino que las críticas empresarias vienen basadas en números de una recesión que se lleva todo puesto. 

Hoy, la industria trabaja al 50 por ciento de su capacidad, es decir, tiene 5 de 10 máquinas funcionando. En el sector textil, el que representa Karagozian, el contexto es peor: hay sólo 4 de 10 máquinas funcionando, y la caída en la producción va del 40 al 80 por ciento interanual. Por si solas, las cifras no parecen dar lugar a otra cosa que no sea contarle al Presidente que lo que está pasando es malo. El Presidente, a la luz de los hechos, prefiere ignorarlo. 

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