Tribuna de Cristina García Vera de Lope, Coordinadora de Proyectos de Innovación de Urbaser, con motivo del Dosier Corresponsables: Día Mundial de los Océanos, en colaboración con Isdin.
La Unión Europea estima que entre 5 y 12 millones de toneladas de plástico acaban anualmente en los océanos. Según datos oficiales, el total de plástico existente hoy en los océanos supera los 150 millones de toneladas. Unas cifras que abruman por sí solas, pero que tienen un impacto directo y visible en la biodiversidad marina, en la economía, en la salud humana o en el clima.
A nivel económico, el impacto de los plásticos en el océano oscila entre los 260 y los 600 millones de euros dependiendo del año. Las consecuencias trascienden el bolsillo de los empresarios. Los plásticos afectan también a las especies marinas, expuestas a amenazas como enredos o productos químicos perjudiciales para su salud. Y la nuestra también se ve comprometida por el peso que tienen en nuestra dieta los productos del mar.
Sin embargo, frente al pensamiento de que la situación es irreversible, en el Día Mundial de los Océanos, reivindicamos que hay margen para actuar e impedir la degradación absoluta. De hecho, según la propia UE, reciclar un millón de toneladas de plástico equivale a retirar un millón de automóviles de la carretera, en términos de emisiones de CO2.
Hace cuatro años, en Urbaser nos involucramos en un proyecto para reducir los residuos plásticos y la contaminación marina y terrestre a través de soluciones sostenibles de plásticos de base biológica que utilizan los recursos de manera eficiente y reducen la huella de carbono y las emisiones de gases de efecto invernadero. SEALIVE es un proyecto europeo financiado por el programa Horizonte 2020 de la UE a través de 24 socios de diferentes ámbitos que propone soluciones dentro de una visión compartida de las estrategias circulares de plásticos.
Desde Urbaser, como parte de nuestro compromiso con el ODS 14 (Vida Submarina), hemos colaborado con el consorcio SEALIVE durante estos años en el desarrollo de nuevas soluciones plásticas utilizando fuentes de biomasa sostenibles como las microalgas y residuos orgánicos.
Además, se tiene en cuenta todo el ciclo de vida de los productos bio basados y se definen las soluciones al final de su vida útil. Y todo con el objetivo de mejorar los procedimientos de clasificación para su reciclaje y los estándares actuales de biodegradación, compostaje con respecto a la ecotoxicidad, la seguridad y la influencia del envejecimiento del bioplástico.
La disociación de la producción de plástico de las materias primas fósiles y la creación de una economía circular del plástico son esenciales para alcanzar los objetivos climáticos, energéticos y de sostenibilidad de la Unión Europea.
A través de SEALIVE se han puesto en el mercado soluciones sostenibles y biodegradables como envases rígidos y flexibles para conservar comida, cubertería reutilizable, films para agricultura, redes de pesca o cajas para pescado. El uso de estas nuevas soluciones se ha promovido por parte de la industria del plástico, las autoridades públicas y los ciudadanos en España y en otros países como Francia, Chipre, Argentina o Irlanda. Porque la preservación de los océanos y la reducción de los plásticos no entiende de fronteras.
Este es uno de los casos de éxito que nos marca la dirección a seguir. También es un signo de esperanza para nuestras instituciones, que no deben tirar la toalla en la lucha contra la reducción de los plásticos en los océanos por muy irreversible que parezca. Para 2025, los Estados miembro deberían reciclar el 25% del plástico de las botellas de plástico.
Un porcentaje que tendría que aumentar hasta el 30% para finales de esta década. Conseguirlo es posible, pero pasa por fortalecer la colaboración público-privada e invertir en innovación, un pilar esencial en Urbaser para el desarrollo de soluciones circulares enfocadas al cuidado del medioambiente. Tenemos muy claro que la sostenibilidad no va de teorías si no de soluciones reales como SEALIVE que, una vez implementadas con éxito, tienen un impacto positivo para la sociedad y nuestros ecosistemas.
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